En un plano discursivo, la libertad escapa de su esfera conceptual y se mezcla con nuestra historia, con nuestro desarrollo institucional y con nuestro contexto sociopolítico. La idea misma de libertad es ambigua, pues está cargada de significaciones que se complementan y se contraponen. El problema, entonces, es la falta de definición, la no delimitación de lo nombrado cuando se utiliza el concepto. Pero esta no delimitación es también una estrategia política. La no definición permite su uso como recurso retórico, como elemento validador de ideas y prácticas que ponen en peligro precisamente lo que podríamos llamar nuestra libertad.
La estrategia consiste, básicamente, en asumir el rol de defensa y garante para desestimar y sostener argumentos sin necesidad de explicar las razones. El solo hecho de defender la libertad parece suficiente para convencer a los demás de que se está en lo correcto. Sin embargo, nunca se define. No puede definirse, pues ello equivale a dejar sin efecto la propia estrategia. En este sentido la libertad es un elemento de control. Pero es también una ilusión. Lo es para el que carece de ella, para el que sucumbe ante su representación. La libertad es el anhelo del dominado y ahí radica su poder como estrategia de dominio. Bajo la promesa de ser libre el hombre medio se embarca en luchas que no le pertenecen y asume como propios los discursos de la clase dominante. Mantiene, por lo tanto, su condición mediante una representación de sí que está construida bajo una perspectiva ajena y se somete voluntariamente a la dominación.La derecha “cavernaria” y la derecha “liberal” se unifican en la estrategia de control, ambas apuntan a mantener un statu quo mediante la articulación de un discurso conservador que se muestra como liberal
En el discurso político actual, esta estrategia es predominante en la derecha en su amplio espectro. En este sentido, en Chile, la UDI y Evópoli son equivalentes. La derecha “cavernaria” y la derecha “liberal” se unifican en la estrategia de control, ambas apuntan a mantener un statu quo mediante la articulación de un discurso conservador que se muestra como liberal. La promesa del progreso, del crecimiento económico y la construcción conceptual de una clase media que tampoco está definida permite llegar a un sector amplio de la población que, sin sentido crítico, comienza a accionar en contra de sus propios derechos. Contribuye a esta situación, por supuesto, la poca identidad de la ciudadanía y la no aceptación de sus condiciones materiales de existencia, pues a través del discurso del otro se identifica con él y se diferencia que aquellos que son iguales, pero que pertenecen al grupo al cual no se quiere pertenecer.
Lo anterior explica, por ejemplo, que hoy pueda rondar en el discurso público la idea de devolver a los padres el derecho a aportar para la educación de sus hijos y que sean precisamente aquellos que fueron beneficiados con la gratuidad en materia de educación secundaria quienes constituyan gran parte de la masa de votantes de derecha. La lógica discursiva es la siguiente: el derecho a pagar nos da la posibilidad de elegir, si podemos elegir somos libres, por lo tanto, si pagamos por la educación seremos libres. La premisa oculta del progreso ayuda a darle sentido a este razonamiento: una sociedad que es libre es una sociedad que progresa, una sociedad que paga por su educación es libre, por lo tanto, si pagamos por la educación nuestra sociedad progresará.
Sin embargo, ante esta lógica vacía, nuestra historia reciente, la estructura desigual de nuestra sociedad sustentada, precisamente, en esta idea ambigua de libertad, actúa, o por lo menos debería actuar, como elemento desenmascarador. Detrás de este discurso liberal, se oculta la defensa de un modelo heredado de la dictadura, el ideal de una sociedad segregada, sin espacios públicos y cuyo motor fundamental es el consumo como eje posibilitador las relaciones humanas. La libertad que se defiende, la sociedad liberal que se propone, es un concepto vacío que se utiliza para mantener los privilegios de un sector que se opone a la transformación de las estructuras y a la construcción de una sociedad igualitaria.
En consecuencia, la utilización abstracta y sin definición del concepto de libertad obedece, más bien, a la defensa de intereses particulares antes que a la búsqueda de un bienestar general. Y el eje de esta estrategia parece estar en afirmar que la libertad es la base desde la que hay que partir y no entenderla como a una meta a la que hay que llegar previa modificación de las condiciones sociales que permitan un desarrollo cualitativo de los individuos.
Comentarios
16 de diciembre
Muy buena reflexión…..
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19 de diciembre
Reflección? Yo no lo encuentro asi.
Solo por seguir el ejemplo de la educación escolar: En primer lugar nunca tuvo problemas de gratuidad porque ya existia la educacion estatal gratuita, el problema sieempre fué la calidad de esa educación, no la gratuidad.
En segundo lugar la libertad se refiere a la facultad y derecho de las personas a elegir: un padre que tenía a su hijo en colegio subvencionado siempre siempre tuvo la opción de elegir el municipal gratuito, pero al eliminar el sistema de copago pierde la libertadde elegir, està obligado al a educacion municipal gratuita.
En fin. El articulo es harto malo
17 de diciembre
El sentido más puro de la palabra libertad, está asociado a sus antónimos que la restringen. La libertad es contraria a la esclavitud, a la opresión y a la prisión. Diferente es el albedrío «Voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho.» En esta acepción, cabe la libertad del hombre que no está asociada a esclavitud, cárcel u opresión. «Chipe libre», podría ser un sinónimo de esto, que hace responsable al ser humano de sus actos.
En cuánto a algo en particular, como educación, la libertad le permitiría a una persona no tener restricción a un sistema en particular. Lo mismo la previsión, salud, vivienda, etc.. Pero, quienes han enarbolado la libertad con fines políticos, primero la usaron para librar al pueblo de un opresor. Luego, pasado el tiempo, se amplió la idea de la libertad a otros ámbitos, pero, en su concepción original, debiera ser el fin de la opresión, de la cárcel o la esclavitud.
A pesar de lo mucho que se ha usado y manoseado esta palabra, la misma tiene su mayor acepción en la libertad que se alcanza cuando no se es esclavo del pecado, mismo que reúne todos los conceptos de prisión, de opresión y esclavitud.
Para el caso, nadie mejor en esa concepción para asociar a la palabra libertad que un Libertador. Y si bien los hemos tenido en el mundo para librarnos de efectos políticos como dictaduras y opresores sanguinarios, ninguno de ellos nos libra de la prisión en la que nos encierran las diferentes formas de pecado.
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