Se renovó la presidencia de la cámara de diputadas y diputados, que finalmente recayó en una representante del partido comunista (PC), Karol Cariola.
Su elección tiene como origen un acuerdo entre las fuerzas oficialistas donde la renovación se produciría cada cierto período de tiempo. Este acuerdo se produjo al tomar posesión el nuevo parlamento hace ya poco más de dos años, cuando la mayoría de diputadas y diputados tendían a ser afines al oficialismo.
Cuando al PC le correspondía encabezar la cámara, el acuerdo fue tirado por la borda porque la mayoría de entonces dejó de serlo en virtud de un drenaje desde el partido demócrata cristiano (DC) hacia dos nuevos partidos, Amarillos y Demócratas. Partidos surgidos al calor de la última elección presidencial y que fueron protagonistas del debate generado por los fallidos procesos constitucionales en que estuvimos embarcados, particularmente en el primer proceso.
Tal como las fuerzas de gobierno tuvieron que lamer sus heridas por haber perdido recientemente la presidencia del Senado, ahora es la oposición la que tendrá que lamer las suyas al ver escapar de entre los dedos una presidencia de la Cámara que daba por sentada por tener la mayoría.
De hecho, la oposición levantó como candidata a Joanna Pérez, ex-DC, para tentar al centro político y así frustrar el arribo a la testera de la Cámara a una diputada comunista. Que la oposición alcanzara la presidencia del Senado hizo pensar que similar éxito tendría en esta ocasión. Estuvo a punto de lograrlo. El veto que en su momento se impuso a Carol Cariola por su condición de comunista, supuso el incumplimiento de un acuerdo que ahora se restableció a punta de negociaciones de último minuto.
En esto no hay nada nuevo bajo el sol, donde lo que buscan de lado y lado es capturar el centro político, esto es, a quienes no se identifican ni con la izquierda ni la derecha. La tónica ha sido, desde que tengo uso de razón, al menos en Chile, que quien conquista el centro, gana las elecciones. El centro político es la vedette a quien cortejar, querer, mimar. Y no pocas veces es el caballo de Troya de quienes se cobijan tras él.
La tónica ha sido, desde que tengo uso de razón, al menos en Chile, que quien conquista el centro, gana las elecciones. El centro político es la vedette a quien cortejar, querer, mimar. Y no pocas veces es el caballo de Troya de quienes se cobijan tras él
Esto parece un juego de máscaras porque se trata de una disputa política, de un protagonismo político que está muy lejos de las preocupaciones ciudadanas. Una disputa ilustrativa de una política narcisista, que se mira el ombligo, y que por lo mismo está con su prestigio por los suelos. Mientras tanto, la ciudadanía sufre los avatares del devenir diario, y la corrupción que empapa a las élites empresariales, profesionales, militares, mientras los ciudadanos de a pie observan impávidos desfiles de dineros mal habidos.
En este contexto, los políticos nacionales en vez de abordar y resolver los acuciantes problemas que nos aquejan parecen enfrascarse diariamente en discusiones estériles que degradan la democracia, poniéndola en entredicho. Pocos escapan a este sino, tanto en medios opositores, como de gobierno. Los partidos políticos que deben ser modelos de comportamiento y propuestas, por el contrario, dejan mucho que desear.
Prueba lo señalado que ahora la oposición se apresta a censurar la nueva mesa de la cámara recién instalada acusando de intrusismo al poder ejecutivo. Con ello, el espectáculo circense amenaza con extenderse en el tiempo en detrimiento de lo relevante y urgente.
Desgraciadamente este escenario va más allá de los partidos, trasciende a la política, empapando a las más diversas instituciones de todo orden -militares, religiosas, financieras, empresariales, profesionales, educacionales-. Todo un símbolo de los tiempos que vivimos, tiempos en los que todo se vuelve líquido, pasajero, precario, incierto, acá y en la quebrada del ají. Solo nos queda el consuelo que en otras partes se está peor, que estamos lejos de las guerras que tienen al mundo en ascuas.
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Oscar
Generalizar no aporta mucho a la conversación. El espectáculo circense lo está dando la oposición que no contribuye al progreso de todos y todas, cegados por su odio y egoismo. Su ceguera es literal, Parisi patético gerente del PDG desde fuera Chile va expulsando a militantes, o renuncian y se queda sin diputados. Los Republicanos tampoco ponen sus votos para aprobar leyes, solo están disponibles para su guerrilla administrativa contra el gobierno o el PC. Ya expulsaron a otro Republicano, tan inmorales ellos, que robó fondos públicos. El centro es un wc donde se revuelven los declarados independientes expulsados o renunciados de partidos de derecha acomplejada, amarillos, PDG, democratas. Son como el Centrao, el centron de partidos oportunistas brasileros,bque no son mas que Pymes estilo Parisi, Walker o Cristián Warnken. Todos tras el poder y el billetito. Si no es así, que lo demuestren aprobando leyes urgentes que Chile sigue esperando.
launion delrazonamiento detodas lastribus
Si trasciende:
Yo soy Yahweh tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de esclavitud.
No tendrás otros dioses aparte de mí;
Éxodo 20
Biblia Peshitta
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
No tendrás dioses ajenos delante de mí.
Deuteronomio 5
Reina Valera 1960
Derribaréis sus altares, y quebrantaréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.
Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.
Éxodo 34
RV1960
Entonces, medito en que cada individuo de la sociedad humana está inmersa en una realidad en donde hace o no hace tal cosa, que cambia todo si lo hace, o todo también si no lo hace.
Los tres textos citados ordenan a no inclinarse a otros dioses que no sean Jehová, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, por lo celoso que es Dios, cuyo nombre es Celoso…
El asunto es que, si no debes hacer aquello, cabe la pregunta ¿qué debes hacer?
No debes inclinarte a tales dioses descritos.
Debes inclinarte a Dios, cuyo nombre es Jehová, Celoso.
Luego surge una nueva pregunta: ¿Te estás inclinando a adorar a Jehová?
Esta simple pregunta divide las ovejas del buen resultado, de las cabras del mal resultado.
De los tres varones especiales de la Biblia, esto es, Noé, Job y Daniel, se sabe que Daniel oraba tres veces al día a Jehová.
No había en su tiempo quien superase a Noé, a Job, o a Daniel.
El acto de adorar a Dios divide a los justos de los injustos.