Durante esta semana, los análisis serán variados. Probablemente se mantenga una atmósfera pesada debido a las posibles acusaciones constitucionales y revanchas políticas varias. Eso sí, ya no estaremos expuestos a ver en televisión abierta y en cadena nacional cómo se insulta a la población, diciéndole que se joda. Tampoco nos enfrentaremos a la imagen de un cuerpo descuartizado en un contenedor de basura. Esta campaña se perfila como una de las peores en términos de propuesta y educación cívica.
La clase política ha demostrado dos cosas en este proceso plebiscitario. En primer lugar, su incapacidad para alcanzar acuerdos entre los distintos sectores políticos. La búsqueda de imponer las distintas posiciones ha llevado incluso al desmembramiento de los partidos políticos. Recordemos cómo surgieron Amarillos y Demócratas, así como la reciente salida de José Manuel Edwards de Republicanos. Esto explica, en parte, la polarización de la sociedad debido al discurso violento y las mentiras difundidas en ambos plebiscitos, además del poco acuerdo que existe en los partidos.A pesar de los obstáculos y desgastes, el compromiso adquirido para modificar la Constitución debe ser respetado y llevado a cabo para reconectar con las expectativas y necesidades del pueblo
En la primera Convención, la lista del Pueblo fue la que «ganó» las elecciones de consejeros. Sin embargo, el texto fue denostado con mentiras, como el supuesto riesgo de expropiación de viviendas por parte del Estado. Esto influyó en la segunda elección de consejeros, donde el Partido Republicano lideró la votación. A pesar de contar con un texto base que fue redactado por la Comisión de Expertos, se modificó de tal manera que terminó reflejando la visión moralista de la derecha conservadora.
Si lo vemos en retrospectiva, la ciudadanía optó por sectores políticos fuera del espectro establecido, buscando que fueran estos los capaces de dialogar y llegar a acuerdos para redactar una Constitución democrática.
Como segundo punto, se sigue aún sin conectar con las demandas de la sociedad. Los discursos de la oposición y del gobierno, si bien localizan bien cuales son las necesidades inmediatas, omiten la profundidad sobre el cómo lo van a resolver, y, por lo tanto, sigue existiendo la incapacidad en lograr acuerdos. De hecho, Chile Vamos ya se está negando a negociar el pacto fiscal. Por lo tanto, como ciudadanos tenemos el legítimo derecho a dudar sobre si podrán resolver los temas más urgentes de la agenda como la seguridad, la salud y las pensiones.
Es crucial que la clase política comprenda que no se ha rechazado la idea que querer una nueva constitución, sino que el texto no cumple con lo que la sociedad demanda, o sea, no entienden que pasa en la calle. A pesar de los obstáculos y desgastes, el compromiso adquirido para modificar la Constitución debe ser respetado y llevado a cabo para reconectar con las expectativas y necesidades del pueblo. De lo contrario, le estarían dando la espalda a la ciudadanía, dejando dejándola nuevamente impotente frente a la dura realidad que está viviendo.
Por lo tanto, ¿quién ganó en esta votación?
Tras el revés del gobierno en el plebiscito anterior, mantener la Constitución actual se convierte en un consuelo no deseado pero necesario para su supervivencia.
El presidente enfrenta la tarea de reajustar la estrategia y aliviar la presión, por lo que un cambio de gabinete se vislumbra como la decisión más sensata y lógica en este contexto.
Chile Vamos y Republicanos experimentaron pérdidas considerables al intentar transformar esta votación en un plebiscito en contra del gobierno, repitiéndose el mismo resultado que en la elección presidencial. José Antonio Kast, en este contexto, acumula dos fracasos frente al presidente Boric.
Amarillos y Demócratas sufrieron una derrota contundente. Abandonaron a la Concertación, atacaron al primero texto constitucional y se casaron con el segundo. A pesar de autodenominarse como partidos de centro, coquetearon con las ideas conservadoras, respaldándolas y tratando de justificarlas, lo que generó una posición incoherente y contradictoria, que se notó en las urnas y lo más probable es que desaparezcan en la próxima elección de alcaldes y concejales.
La ciudadanía es la única que puede decir que ha ganado… algo. Con el voto se reafirma que la última decisión no está en manos de la clase política, sino en las manos del pueblo, siendo este el verdadero poder detrás de las decisiones fundamentales, demostrando en la cara de los mismos políticos su incapacidad de lograr un acuerdo. El problema es que esto tiene dos interpretaciones: los textos eran realmente malos o se dirigió el proceso para llegar a este resultado, cualquiera de las dos opciones es mala.
El gobierno enfrentará un escenario complicado. La oposición se atrincherará debido a que la derrota ha agudizado sus problemas internos. Para reorganizarse, buscará rechazar las medidas del Ejecutivo. Y el Gobierno ve cada vez más necesario un cambio de gabinete para por lo menos distender un poco el ambiente.
Espero que no estemos jodidos
Comentarios
19 de diciembre
iba bien el análisis hasta: un cambio de gabinete se vislumbra como la decisión más sensata y lógica en este contexto. Que tiene que ver. Pidamos cambio de presidente. Lista al viejito pascuero
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19 de diciembre
Los únicos que se jodieron «en toda la línea» fueron los derechistas, que apoyaron una estupidez como la que le presentaron a nuestro país. La votación del 17-12-2023, en mí opinión, es tremendamente importante; ¿por qué? ; porque demostró en forma indubitada que el pueblo chileno NO es «huevón», y por más estupideces de matinales, campañas del terror, claramente planificadas y ejecutadas(aunque los «pendejos», que nos gobiernan aún no se dan cuenta), los chilenos aún tenemos, claridad para discernir.
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