El “soft power” o “poder blando”, es un término acuñado por Joseph Nye y que hace mención a una variable de poder que en los años posteriores al fin de la guerra fría explicaba parte del poder de Estados Unidos sobre el mundo. El “poder blando” es la imagen que un país proyecta hacia la comunidad internacional y que otorga cierta legitimidad a sus acciones. Por ejemplo, en 1991 cuando Estados Unidos atacó a Irak por la invasión a Kuwait, la comunidad internacional se mostró alineada con la superpotencia no solo por su poder militar, sino que también porque tras el colapso de la Unión Soviética, los valores del capitalismo y el liberalismo norteamericano parecían los valores «correctos”, no había duda de que Sadam Hussein, el dictador iraquí derrotado por la coalición dirigida por Estados Unidos, era el malo.
La década del noventa, cuando según Fukuyama la historia se había acabado, es la época donde el poder blando se encarna en los Estados Unidos. Sin embargo, el año 2001 el atentado a las Torres Gemelas genera un cambio, resucitó la Historia y Estados Unidos, después de un breve momento de apoyo en el contexto de su tragedia, pasa a ser objeto de resquemores por parte de la comunidad internacional al invadir Irak en 2003 en forma arbitraria, sin el apoyo de la ONU y sin probar la existencia de armas de destrucción masiva ni menos un vínculo con el perpetrador del ataque a las torres gemelas Osama Bin Laden.El “poder blando” está en disputa, dirigentes políticos cercanos al gobierno de Chile hoy apuestan por proyectar una imagen asociada a la aversión al multilateralismo y las coordenadas liberales que se mencionan en los párrafos anteriores.
A partir de la década del noventa es que el “poder blando” ha estado atado indisolublemente a ideales liberales respecto de un orden internacional basado en la multilateralidad encarnada en la ONU, los tratados internacionales y la solidaridad, en resumen, la adhesión al consenso liberal era sinónimo del “poder blando”.
Hoy día, el panorama internacional ha cambiado. Líderes de Estados Unidos, Brasil, Italia y Hungría, entre otros, han mostrado su desprecio al orden internacional, desafiando la corrección política liberal y los ideales de la globalización. Problemas como el medio ambiente y la migración, que hasta hace poco aunaban esfuerzos a través de pactos y acuerdos multilaterales, hoy son relativizados por gran parte de los líderes mundiales, quienes además han encontrado el apoyo de amplios sectores de la población. La integración bajo marcos liberales, ha dado paso al aislacionismo y el proteccionismo, a la indiferencia respecto de las consecuencias negativas de la mundialización de la economía.
¿En qué consiste hoy el “poder blando”? ¿Se puede hablar de “poder blando” en una comunidad internacional que comienza a alejarse de consensos liberales para abordar las problemáticas de orden mundial? Cuando, por ejemplo, la violencia de las “chaquetas amarillas francesas” genera simpatías en grupos de izquierda y derecha por su rechazo a un Presidente liberal y a un Estado que aumenta impuestos en aras del medio ambiente, se hace difícil rastrear los valores que se puedan proyectar como sustancia de un “poder blando”.
Si sigue siendo pertinente hablar de “poder blando” (cosa discutible en el contexto actual), cabe preguntarse por cual es la proyección de este tipo de poder en el mundo. El multilateralismo carece hoy de prestigio a nivel mundial, la Unión Europea es cuestionada por Inglaterra (que de hecho busca la forma más digna de retirarse tras la aprobación del “Brexit”) y por los líderes de derecha que hoy aumentan su apoyo en el continente europeo. Estados Unidos y Brasil en el continente americano abogan por el fin del consenso liberal, ambos países rechazan cualquier tipo de compromiso internacional en temas como el medio ambiente generando apoyos en varios sectores de la sociedad en todos los rincones del continente americano.
El “poder blando” está en disputa, dirigentes políticos cercanos al gobierno de Chile hoy apuestan por proyectar una imagen asociada a la aversión al multilateralismo y las coordenadas liberales que se mencionan en los párrafos anteriores. Quienes sabemos de Historia sabemos a dónde conduce el aislacionismo en el contexto de un capitalismo que une los destinos de la comunidad internacional. Como a fines del siglo XIX o durante el período de entreguerras (1918-1939), la tentación de los aplausos y el apoyo de corto plazo basados en nacionalismos y el aislacionismo genera réditos de corto plazo, el costo de destruir el tejido internacional fue alto: dos guerras mundiales y la miseria de gran parte de la población mundial.
Si hoy la imagen que quiere proyectar el gobierno es la del aislacionismo, creyendo que congraciarse con Estados Unidos es estar del lado de un futuro “poder blando”, debe sopesar los costos a largo plazo tal vez analizando lo que este camino significó en el pasado. Quienes hemos estudiado ese pasado preferimos mantener las convicciones claras respecto a que dar la espalda a una realidad que integra y nos hace interdependientes es, en el largo plazo, sembrar la incertidumbre y el peligro.
Comentarios
15 de diciembre
Pienso que hay una vuelta al enfrentamiento puro y duro, pasó una epoca de buenos modales que pareció ser un recreo después de la caída del muro y la URSS, pero no se acabó ni acaba la lucha ideológica, estuvo solapada, maquinando, por un lado está los movimientos estratégicos por capturar gobiernos que hace la derecha dura a nivel mundial, y por el otro, la captura a granel e indiscriminada de universidades y de organismos mundiales por la izquierda dura. Se ve triste el escenario futuro, nada hemos aprendido, todo sigue igual.
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15 de diciembre
Por lo q planteas es q es necesario abogar por el multilateralismo, aunque a veces sea cínico reconocerlo, los acuerdos, tratados y organismos como la ONU , son una contención a la degradación del ser humano ocurrida en los años anteriores a 1945. Los derechos asociados a la nacionalidad ( tal como se empieza a insinuar hoy en día) son un paso a la denegación de la dignidad humana de razas y clases sociales.