La desigualdad entre territorios (por ejemplo entre regiones, o entre comunas, o entre zonas rurales y urbanas) es una de las dimensiones relevantes de la desigualdad que caracteriza a Chile y, tal vez, una de las más tangibles para la población que habita las zonas rezagadas. En el país coexisten zonas que en los últimos treinta años han vivido una dinámica positiva de crecimiento económico, reducción de la pobreza y reducción de la desigualdad; y aquellas que han mantenido un nivel de crecimiento bajo o nulo, altas tasas de pobreza y desigualdad. Los más estancados y rezagados se caracterizan, entre otras cosas, por la ausencia de inversiones privadas, mayoritariamente porque las empresas no los consideran una localización rentable.
Sin embargo, existen ciertas inversiones públicas que sí pueden favorecer la atracción de nuevas actividades económicas a una zona determinada: aquellas que apuntan al desarrollo territorial local en su conjunto y que no se limitan a algunos sectores específicos. Estas incluyen –por ejemplo- inversiones en educación, mejoramiento de cobertura y calidad del acceso a agua, electricidad e infraestructura de transporte. La presencia de estas dinámicas atrae nuevas actividades económicas locales, contribuyendo así a la reducción de la pobreza local.
El reciente estudio de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural llamado «Reducción de la pobreza local en Chile y México: el papel del crecimiento de la industria agroalimentaria», señala que, en Chile, dentro de las actividades económicas que se desarrollan en territorios más alejados de los grandes centro urbanos, la industria agroalimentaria es el sector que tiene mayor capacidad de generación de empleo y reducción de la pobreza.La agroindustria es relevante ya que por naturaleza es una actividad que depende de y genera encadenamientos locales sobre cultivos, transporte, logística y almacenamiento, entre otros, y esto contribuye a que su efecto multiplicador en la economía local, a través de la generación de nuevos empleos, sea mayor que otros sectores.
La agroindustria es relevante ya que por naturaleza es una actividad que depende de y genera encadenamientos locales sobre cultivos, transporte, logística y almacenamiento, entre otros, y esto contribuye a que su efecto multiplicador en la economía local, a través de la generación de nuevos empleos, sea mayor que otros sectores. Además, Chile tiene un potencial agroecológico para aprovechar, y el desarrollo de la agroindustria puede ser una manera de aumentar su valor.
Así, la investigación plantea que las comunas que atraen nuevos establecimientos agroindustriales logran reducir su tasa de pobreza, en un periodo de 7 años, en un 4% en promedio. Por otro lado, las comunas que logran atraer a la agroindustria son las que inicialmente cuentan con mejor acceso a agua, electricidad, infraestructura de transporte, y las que tienen mayor capacidad de atraer y retener mano de obra. Estos factores son importantes para la actividad económica local no solo del sector agroindustrial, sino que también pueden favorecer la localización de empresas de otros sectores y nuevas actividades económicas, impulsando así un crecimiento en empleo e ingresos y reducción de la pobreza.
En cambio, el estudio destaca que la agroindustria evita localizarse en las comunas más rezagadas donde faltan estos tipos de inversiones públicas. Mejorar el acceso a educación, infraestructura y servicios públicos en territorios más rezagados puede contribuir a generar dinamismo económico local y reducción de la pobreza, lo que beneficiaría no solo las comunidades más pobres, sino que también el país en su conjunto. Junto con estas inversiones públicas, y para que el desarrollo de la agroindustria genere una verdadera mejora en los niveles de vida de las personas, se hace imprescindible la inclusión de un marco regulatorio adecuado para el desempeño de trabajo menos calificado (como los que se emplean en este tipo de inversiones), que garantice –por ejemplo- calidad y protección adecuada.
Por Chiara Cazzuffi, Investigadora Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural
Comentarios
23 de noviembre
El tema de la agroindustria y su bajo desarrollo pasa porque se dejó de capacitar a la gente de la tierra para quedarse en sus lugares donde habitaban y dejar que emigren a las grandes ciudades en busca de un sueldo que siempre forma personas dependientes de una empresa y no de un suelo que siempre los albergo. Pero, hoy se alberga otro desafío es que hacemos con las hectáreas de campos lo convertimos en insumos para la energía o lo dedicamos para dar de comer al resto del país. Esto representa todo un desafío o que conviene más, o que es más ético.
El dilema de dar de comer al mundo y, especialmente, a nuestro país que estamos en vías de desarrollo es primario sabiendo el cúmulo de necesidades que tenemos como personas. Los precios de las verduras y hortalizas están subiendo todos los días y, cada vez más vemos como las importaciones de productos latinoamericanos invaden nuestras ferias verificando una nueva forma en la que vamos a cocinar.
Es aquí donde nuestros agricultores tienen que empezar a ver como competimos exportan su producto o dedican parte de su producción al consumo interno. Es, por esto, que se ve el desafío de poder aumentar la competencia con respecto a latinoamerica y la forma de enfrentarlo pasa por tener políticas agrícolas claras y firmes que permitan seguir teniendo los mismos productos en las mesas de todos los chilenos y no como vemos que todo se va para afuera del país.
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