Ante esto uno podría detenerse, pues, como dice el lema, no todo lo que brilla es oro… ¿Realmente esta instancia se desarrollará como algo de la «sociedad civil» (convengamos que parlamentarios y funcionarios de gobierno no se rigen por estatutos civiles ordinarios, como los nuestros)? Hasta donde se ha dado a conocer, por el comunicado oficial del gobierno, en un 90% la composición de esta mesa no va más allá de puestos burocráticos y/o políticos. Y la paradoja no se detiene ahí, ya que del total menos del 5% corresponde a gente fuera de ChileVamos o el oficialismo.
Por cierto, tampoco podría decirse, de ninguna manera, que esta mesa tiene por motivo cierto baluarte o discusión técnica, algo así como la Comisión de Transparencia y Democracia (o comisión Engel, como le llamó la prensa), toda vez que gran parte de sus miembros no son especializados en el tema, sino meros representantes o directores de alguna entidad. Digo esto no como una forma de pontificar a los expertos, sino en vistas al «parangón» que tiene en el pasado una instancia como esta que, por cierto, tuvo un éxito tremendo.
En otras palabras, solo se busca darle legitimidad a lo que ya está en el programa de Piñera, tratando de eludir el necesario debate legislativo. Porque, guste o no, y valga la redundancia, las instancias prelegislativas no deberían centrarse en aunar gente del poder legislativo; estas corresponden al poder ejecutivo, y en algunos a la sociedad civil, que convoca el debate de aquellos en las comisiones del Congreso, donde se deben decidir y dar de manifiesto las cuestiones relevantes; cualquier otra cosa no es más que un nuevo intento de imitar la vieja cocina de Zaldívar y compañía, curiosamente tan criticada por Boric, frente al miedo de no tener mayoría oficialista en ninguna de las dos cámaras.
Sin embargo, y pese a todo lo ya dicho, la principal razón para no sentarse a una mesa de diálogo, más allá de que esté excesivamente cuoteada por la derecha (26 de 28), o que no tenga ningún ápice de objetividad, o el hecho de que no sea más que una nueva cocina política, tiene relación con el contexto y la coyuntura en que se sitúa esta invitación.
Tal como lo hizo con el movimiento estudiantil, y tantos más, el 2011, hoy invita al diálogo «cívico», mientras se dispone a un agravamiento de la represión y desmantelamiento de los progresos logrados ya en unos 4 años.
Teniendo estos antecedentes, uno puede deducir, ante todo, que el ir a sentarse en una mesa, desde la oposición, en estas circunstancias, fue un groso error. Pero ¿por qué lo harían? Ese es tema de un debate no muy profundizado, el cual tampoco es el meollo de este asunto. Solo bastará enumerar los principales tópicos del porque se llegó a ello:
Tal como lo hizo con el movimiento estudiantil, y tantos más, el 2011, hoy invita al diálogo "cívico", mientras se dispone a un agravamiento de la represión y desmantelamiento de los progresos logrados ya en unos 4 años.
1) Torpeza, necedad y ceguera. Cualquier persona pensaría esto, arguyendo un simple error humano, teniendo bastante fe y confianza ciega en que los congresistas no acuden a su interés personal a la hora de hacer política.
2) Reivindicar el peso político perdido. Lo cual, en síntesis, le viene bastante bien a Boric luego de todo la cancha que le ha quitado RD y Giorgio desde la última elección. El congresista, por cierto, es bastante conocido por su egocentrismo, tanto en su posición como dirigente estudiantil como dentro de la cámara baja.
Hoy, ante todo, el primer escenario del gobierno de Piñera nos invita a reflexionar sobre la resucitada política de los acuerdos y/o consensos, usufructada de la alicaída concertación, y si esta realmente, en la forma que la gestioan Piñera, representa un diálogo franco y democrático; además del evidente asunto de cuanto pesa la cuna aún en el quehacer político.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad