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¿No pinochetismo?

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A raíz de lo expuesto en diversas publicaciones, me remito a dar mi opinión sobre el proyecto de prohibición del pinochetismo y sanción de juicios de odio (relativo a casos de violación a los DDHH, pues, para lo otro, ya existe la Ley Zamudio). Comenzaré con ciertas superficialidades, para pasar a remitirme a lo netamente jurídico y político, que considero lo más importante de todo esto. Por último, sin más preámbulos, brindaré una síntesis que -como puede inferirse del título- no es de lo más popular en estos tiempos.
Una cosa es proscribir el pinochetismo. Otra, muy distinta, es sancionar la emisión opiniones o juicios de odio relacionados con los horrores del primero; toda vez que atenta contra la integridad y dignidad de una persona, cuestión que ha sido un límite a la libertad de expresión en muchos países (no es necesario nombrar todo el tiempo Alemania, también en EEUU la discriminación abierta -a minusvalidos, por ejemplo, que eran caricaturizado por ciertas revistas- ha significado un límite a la libertad de expresión).
La segunda es totalmente aplicable y posee una sustantividad bastante justa. No sería polémico ni -supongo- inconstitucional. Hasta donde he leído, es lo que se propone y ha defendido, más allá de que no ha salido el proyecto. En concreto, por ejemplo, opiniones como las de Loreto Letelier destinada a ofender a las víctimas del «caso quemados» podrían ser perfectamente sancionables.
Sin embargo, dentro de esta moción también se ha hablado del pinochetismo per se, en su abstracción, generalidad o política solamente, ya que no se ha concretizado ni especificado a qué va realmente esta iniciativa. Y, la verdad, la proscripción del pinochetismo, en esa dimensión, es un profundo error político y jurídico.
Respecto a lo jurídico, contraviene bastante lo que se entiende en Derechos Fundamentales por libertad de expresión. El límite de esta no recae en las inferencias sustanciales, o «posibles destinos», que tenga una opinión, si no en el daño que esta provoca. Es decir, en la praxis una opinión que reivindique (p.ej) la dictadura como un proceso político idóneo (siempre en abstracto), no significaría una lesión de la misma manera que si ese juicio implicara un «las víctimas de crímenes de lesa humanidad eran puros terroristas» o «las víctimas del caso quemados son farsantes» ¿Por qué? Porque si bien se podría tornar una lesión moral reivindicar los horrores de la dictadura, en lo jurídico existe una ponderación importante de por medio y, en ese sentido, no se considera suficientemente ponderable la sanción reivindicación en abstracto, por sobre la libertad de expresión. Así las cosas, en casos como los de EEUU las burlas de los ex militares, o de las campañas de incursión internacional, son parte de la libertad de expresión, empero atacar a una persona dentro de esto -por ser minúsvalido- claramente no lo es. Pese a que es un asunto controvertido, esta tiende a ser la opinión mayoritaria.
Mucho se nos señala que «en Alemania el nazismo está proscrito» ¿Pero acaso ese no es el mismo país donde una fuerza sustancialmente similar al nazismo, solamente que no autodenominada expresamente como tal, es ahora la tercera más importante del país (en solo su primera elección)?
Respecto a lo político, lo último cobra relevancia, pues la proscripción del Pinochetismo, por sí solo, tiene más de derrota cultural que de reivindicación o triunfo. Tal como en Alemania, la prohibición meramente formal no acudirá, en ningún momento, a cuestionar las sustantividades propias que dan pie a estos fenómenos autoritarios y totalitarios. Si luego de casi cien años en el alma de esa nación sigue viviendo el germen del odio y la discriminación ¿De qué sirvió realmente la proscripción? ¿no es meramente simbólica, toda vez que desatiende lo cultural? En el caso del Pinochetismo es bastante similar, pues solo un necio podría argüir que este se encuentra pleno y vivo en el corazón de una parte de la población. No es a través de las métodos coercitivos estatales, que ellos mismos ocuparon contra nosotros (y ojo, que esto la izquierda no lo considera, pero casi siempre la validación de estos instrumentos estatales significa una inversión de sus efectos en el corto-mediano plazo), sino mediante la disputa hegemónica, que se derrotará dichas tendencias; a través de la reivindicación y profundización de la democracia, de la cultura cívica, etcétera.
En otras palabras, el pinochetista no dejará de serlo solo por no poder expresarlo en público. Y, en un amplio sentido, un juicio de esa raigambre -penalizados y perseguidos- hace que su posición se vuelva más atractiva aún para muchos que se identifican con todo lo marginado o excluido, por parte del sistema. Abre una brecha no menor, en correlación a la prohibición.
En efecto, de nada sirve en términos políticos profundos, e incluso de realpolitik, levantar una proscripción meramente formal y simbólica, sin atender lo que ocurre tras bambalinas. Eso, incluso, es el origen de la crisis de nuestra democracia, toda vez que el formalismo liberal tendió a la desatención de una serie de sustantividades, como lo es la separación obsesivamente formal (y nunca sustancial) de la religión y política.
Así las cosas, resulta casi indudable que este proyecto no va más allá del revanchismo o lo meramente estético. El fin de todo es comenzar a construir de verdad una profundización de la democracia, donde la izquierda se replantee también muchas cosas, y comencemos a disputar ese sentir que se levanta en Sudamérica, de reivindicación de todo lo autoritario. Son tendencias que crecen en nuestro pueblo y no son simbólicas, sino reales y, probablemente, en el futuro  tiendan a devenir en algo más que solamente verborrea expresada inusitadamente.
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Javi-Al

Es bastante racional el planteamiento, quizás es mejor levantar buenos argumentos, exponer lo que sucedió de manera documentada y sin sesgos, por otra parte, y a partir de lo mismo, el esfuerzo debe ir en hacer ver a las nuevas generaciones la importancia de los derechos humanos, no como mantra sino como reflexión profunda, porque si ya no tenemos religión, esta vida es lo único que tenemos y que cuenta, el resto es la nada. Asi, los derechos sociales de las personas, sus ideas y sus vidas deberían ser un patrimonio de todos, aún cuando todos los conocidos “ismos” se los quieren cargar, al final del día creo que las leyes mordazas solo sirven para que las redes ocultas se mantengan firmes y aceitadas.

    Ignacio Fierro Pérez

    Ignacio Fierro Pérez

    Así es estimado, nuestra lucha contra el Pinochetismo debe ir en línea de profundizar el sentir y pensar democrático, respetuoso por los DD.HH, venga de donde venga, no en la línea del prohibicionismo férreo y amplio, que mucho tiene de dictatorial.

Jose Luis Silva

Jose Luis Silva

Soy un pinochetista que está de acurdo. La mordaza sólo es aprovechar el poder de turo porque te ganaron con argumentos. Estamos viviendo un fenómeno. Lo que pasa es que la derecha por fin a ha despertado, eso es todo. Haber cedido tanto no sirvió ni para la reconciliación ni para dar prosperidad al país ni siquiera para el respeto a los DDHH porque por ley se permite desde asesinar a la gente incluso ántes de nacer, hasta encarcelar a ancianos. ¿ellos seguiran enseñandonos así de DDHH a nosotros?, ¿ellos nos seguiran enseñando del respeto, la tolerancia, del perdón, de la compasión, de cómo dar bienestar al pueblo o de que? ¿que otra cosa podemos hacer?

Además la figura y obra del presidente Pinochet, quien de la nada, sólo y contra el mundo creó la democracia mas estable y próspera del continente se hace mas relevante ahora, cuando al renunciar a su legado volvemos nuevamente a las miserias y odiosidades de ántes del gobierno militar. El futuro de Chile es Pinochetista sin duda.

Saludos

Guerrillero digital

Guerrillero digital

Cualquier integrante normal de la sociedad, esperaría que las futuras generaciones tengan expresiones:

«» en el futuro, «que» tiendan a devenir en algo más que solamente verborrea expresada inusitadamente»»…

Como esto claramente no está pasando,

podemos apreciaran

enorma materie intelectualoida dañade irreversiblementa, posiblementa por el consume excesiva de alcohola y drogues y la influencie de pensadoras retrogrades del milenie pasade y algunes anormalas sexualas, principalmenta emanades de sectoras comunistes…

solopol

solopol

No estoy a favor de prohibir las expresiones de odio. No por un asunto etico de que «tienen derecho a opinar» o porque su opinion sea legitima. Sino porque eso seria el negacionismo del negacionismo. Con una sola ley quedamos como un pais de primera, con una imagen impecable. Nos engañariamos a nosotros mismos, porque somos una sociedad a la que le gusta que le mientan. Por ej. seguiriamos con la misma constitucion, la que por cierto tiene unos arreglos cosmeticos pero sigue siendo la constitucion hecha por un dictador. Ademas otra cosa que todos dicen que hay que silenciar a personas que emiten estas opiniones pero nadie les contesta. Nunca les dicen algo, debido tal vez a que creen que no hay que responderles, que hay que ignorarlos, bajarle el perfil. O que se arregla solo, o no hay que pescar. Bueno, si el otro tiene libertad para hablar estupideces, tenla tu tambien para contestar o para parar el carro. No se trata de ofender ni de irse en contra de cualquier persona de derecha, conservadora, prejuiciosa, etc. Cuando todo es violencia, nada es violencia. Cuando todo es fascismo, nada es fascismo. Hay gente de derecha valiosa o al menos normal, que no apoyaria una dictadura ni sus crimenes. Hay que aprender a distinguir y a responder cuando corresponda hacerlo. Pero no se puede con una ley solucionar un problema que debemos tratar nosotros mismos, porque una sociedad evoluciona de forma lenta. No lo hace de la noche a la mañana, y menos negando los problemas que tiene.

    Ignacio Fierro Pérez

    Ignacio Fierro Pérez

    No he tenido mucho tiempo, como para contestar esto, y probablemente no lo tengo porque estoy en plenos exámenes, pero a grosso modo puedo decir lo siguiente: tu análisis es lógicamente correcto, a priori, pero no se condice o, más bien, no se deriva de lo que a propósito expongo, sobre la protección a las víctimas, en términos más micro que macro. En otras palabras, estoy invitando más a concretizar el entendimiento de la norma, a raíz del daño provocado, tanto psíquica, moral y psicológicamente, a una persona humana, por la reivindicación de las atrocidades puntuales o recopiladas, como en el I. Rettig y Valech.

    Sin embargo, me abro a dialogar todas las otras derivaciones éticas y políticas que esto tenga, reiterando que -para ello- no es necesario ceder el legítimo respecto a una persona ya ultrajada por el estado de Chile.

    Eso, probablemente dé para más, pero el tiempo escasea en los finales de semestre. Saludos y gracias por comentar, probablemente quedará pendiente.