La reciente sentencia de un Juez de Los Vilos ha traído nuevamente a la agenda de política ambiental la conflictividad socio ambiental en torno a mega proyectos productivos.
¿Qué falla para que actividades claves del sistema productivo nacional se hallen cada vez más judicializadas, y aparezcan en las noticias más por sus conflictos que por sus logros empresariales?Es muy difícil estimar con razonable certeza el impacto del megaproyecto en la calidad el agua, pues “el rio con el megaproyecto” ya no será el mismo río que era cuando el megaproyecto estaba siendo evaluado.
Postulamos una respuesta que consideramos plausible: las metodologías y el sistema de evaluación ambiental de proyectos, el SEIA, no da el ancho para evaluar proyectos de la envergadura de Pelambre o cualquier otro megaproyecto.
¿Por qué? Por una razón bastante simple. Los sistemas de evaluación de impacto ambiental están fundados en la estimación de los posibles impactos de un proyecto en el medio. Intentan verificar a priori cuanto cambiaria ese medio por efecto del proyecto. Se dispone de un medio, por ejemplo, un cauce hídrico, que será modificado por unos vertidos industriales futuros. Se estima cuánto cambiaría la calidad actual del agua por esos hipotéticos vertidos y se obtiene el impacto.
No obstante, en el caso de los megaproyectos su dimensión es tal que ellos modifican significativamente el conjunto sistema ambiental, social, urbano y territorial en el que se insertan.
En esas condiciones, es muy difícil estimar con razonable certeza el impacto del megaproyecto en la calidad el agua, pues “el rio con el megaproyecto” ya no será el mismo río que era cuando el megaproyecto estaba siendo evaluado. El sistema (ambiental, social, urbano, territorial) antes del megaproyecto y después del megaproyecto son dos cosas distintas. Debido a esta complejidad, sólo se sabrá con razonable certeza cómo será el sistema (ambiental, social, urbano y territorial) que emergerá con el megaproyecto, desarrollando el megaproyecto.
Estos efectos sistémicos no forman parte de la lógica del SEIA. Por, al menos, tres razones. Una: los efectos sistémicos no se pueden predecir, son demasiado complejos como para eso. Su consideración requiere una aproximación y metodología muy distinta a la de los estudios de impacto ambiental.
Dos: la naturaleza no predecible o difusa de los efectos sistémicos está enfrentada con el modelo de toma de decisión del SEIA, que se supone toma decisiones en base una hipotética certidumbre sobre los impactos ambientales futuros.
Y tres: la responsabilidad sobre las todas “modificaciones sistémicas” a que pudiera llegar a inducir un megaproyecto no son adjudicables al megaproyecto. Ellas están distribuidas entre muchos agentes. Así, el modelo de la adjudicación simple de responsabilidad del SEIA, que supone dar una autorización ambiental con ciertas obligaciones a un titular, no se puede aplicar linealmente.
La gestión ambiental pública de megaproyectos debe adecuarse a estos retos. Un camino que a escala internacional se está utilizando, es la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), en un formato de EAE adaptada a estas decisiones, pero que rescata el principio “estratégico” de la evaluación ambiental, aplicándolo a un megaproyecto.
Los resultados han sido extremadamente útiles para abrir un modelo de gestión estratégico e integrado, socio-ambiental.-urbana y territorial, de megaproyectos, que los dota de estabilidad, y capacidad de gestión de la contingencia durante su fase de desarrollo.
Comentarios
27 de marzo
Estimado sr. Rodrigo Jilberto,
he leído con mucho interés esta columna, que continúa su interés y propuestas de reflexión
en asuntos ambientales, y en procesos de evaluación ambiental
por su cercanía en contenidos –el muro del tranque El Mauro y los fallos judiciales recientes–,
me permito sugerir a usted la columna de Fernando Viveros
en este mismo medio:
En estos ámbitos, creo, no es mala idea juntar ideas y juntar fuerzas en propósitos semejantes
saludos, Consuelo}
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27 de marzo
Estimada Consuelo, le agradezxco su recomendación, de hecho ya habia leido el intersante artículo que Ud. me recomienda. me pareció un interesante punto de vita divergente del «técnico» que surgió inmediatametne luegop del fallo. Para mi todo esto demuestra que tanto los escenarios de efectos de proyectos de esta magnitud, así como las altentivas de gestión disponibles son bastante menos precisas que las que se dan en condiciones de menor coplejidad, por lo que no existe «la solución» que pueda ser dejada a un estuido «técnico», sino que ésta debe ser resultado de un proceso sistemático, consensuado y transparente.
Un saludo
27 de marzo
Otra poderosa razón por la cual el SEIA no da el ancho en estos casos es porque dicho sistema se encarga fundamentalmente de chequear o verificar el cumplimiento de la normativa ambiental y de los permisos ambientales sectoriales aplicables al proyecto, sin embargo, proyectos de esta envergadura poseen una serie de aspectos no normados cuya vinculación es débil al momento de tomar la decisión, es lo que ocurre por ejemplo con los aspectos asociados al caudal ecológico de los cursos superficiales, la conservación del hábitat y las especies biológicas que viven en los ríos, etc.
En consecuencia me parece que el enfoque no debería estar puesto en la evaluación de proyecto a proyecto, sino en un enfoque estratégico regional, vale decir en la EAE de los Planes Regionales de Ordenamiento Territorial, más conocido como PROT, que lideran los gobiernos regionales y que operativizan la carta de navegación dada por las estrategias regionales de desarrollo. Esto hace que los PROT cobren extraordinaria relevancia en la toma de decisiones estratégicas en cada región respecto al tipo de desarrollo que queremos.
Otra forma que me parece de extrema importancia para abordar las decisiones estratégicas de los megaproyectos es la EAE del manejo integrado de cuencas, pero ahí estamos en pañales todavía pues tenemos diversas falencias y falta de voluntad política en definitiva como para «ponerle el cascabel al gato».
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27 de marzo
Pablo, concuerdo con tu análisis. Justamente pienso que proyectos de estas dimensones no pueden ser gestionados con mecanismos simples de «comando y control» establecidos contractutalmente (RCA) de una vez y para siempre, necesitan gestión dinámica, privada y pública. Y naturalmente necesitan, como bien señalas, marcos jerarquicametne superiores de planificación que «ordenen» con una mirada estratégica, el terrtorio y los recursos que intervienen.
un saludo
28 de marzo
concuerdo con ud. hay que agregar que la normativa medio ambiental esta totalmente dispersa en nuestra legislación, no existe un código de medio ambiente, solo leyes dispersas; tampoco existe estándares serios de comparación con países desarrollados que efectivamente «cuidan el medio ambiente».
Existe ademas una gran cantidad de organismos públicos con competencia ambiental. A todo esto falta sumar que el fraccionamiento de proyectos esta hecho efectivamente a medidas de las transnacionales, se fracciona el proyecto para que no se pueda dimensionar a ciencia cierta el daño que nos va a causar. el caso de caimanes es lo mas grave (a mi parecer en la historia de chile), la gente MUERE por agua contaminada y al final son los HONORABLES jueces quienes terminan tomando las decisiones de salvar vidas antes que dar prioridad al desarrollo económico, decisión que la comunidad política no es capaz de anticipar.
lo invito a leer http://www.elquintopoder.cl/medio-ambiente/el-acceso-al-agua-un-derecho-fundamental/
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