Sufrimos las consecuencias de buscar ciegamente el crecimiento económico perpetuo sin considerar que nuestro planeta/hogar tiene recursos finitos que deben ser compartidos con más de 8.000 millones de seres humanos e infinidad de otras especies animales y vegetales.
Los graves efectos de la Emergencia Climática hacen que António Guterres, actual secretario general de las Naciones Unidas declare que, el Producto Interior Bruto (PIB) no es la mejor forma para medir la riqueza y lo considera un sistema de contabilidad “que premia la contaminación y el despilfarro. Cuando destruimos un bosque, creamos PIB; cuando pescamos en exceso, creamos PIB”.Se necesita un Estado fuerte que impulse leyes que obliguen a los empresarios a invertir en nuevas tecnologías para disminuir la contaminación y dejarla en limites aceptables
A los comentarios de Guterres se puede agregar otra falla del PIB y es que no discrimina el origen de la riqueza y para medir el crecimiento económico valen los mismo la venta y producción de paltas como vender y producir droga. Se estima que entre el 2% y 5% del crecimiento global es gracias al lavado de dinero.
Lo expresado por Guterres va en sintonía con el documental del canal alemán DW, titulado: “Cobre sucio” (El cobre y el lado oscuro de la transición energética), también disponible en YouTube. El trabajo investigativo tuvo por objeto analizar a Codelco, uno de los principales proveedores de cobre de Aurubis (fundición de Hamburgo). Investigando específicamente la faena de Chuquicamata y los daños medioambientales que esta genera. Si bien parte con un hecho que nos favorece, que la electromovilidad requiere más cobre, por ejemplo, un auto eléctrico necesita 4 veces más que uno de combustión interna. Indudablemente, esto llevará a un incremento del PIB, pero y como se deduce del documental, es un crecimiento económico engañoso, al no considerar los costos humanos y ambientales que lleva asociado.
En el caso que nos afecta, tantas décadas produciendo cobre a contaminado severamente con altas concentraciones de arsénico ciudades como: Chuquicamata, Calama y Antofagasta.
Calama sufre una contaminación constante y es posible encontrar en colegios y centros deportivos concentraciones de arsénico que están un 200% por encima de la norma europea. Razón principal para que la región tenga 7 veces más cáncer de vejiga y riñón que el resto del país y el trayecto de Calama hacia Antofagasta sea conocido como el “Camino de la Muerte”.
Está demostrado lo nocivo que resulta para niñas, niños y adolescentes estar expuesto a altas concentraciones de arsénico, afectándolos en su desarrollo cognitivo, inteligencia y memoria, es decir, se verán impedidos de desarrollar todo su potencial físico e intelectual simplemente por tener la “mala suerte” de vivir en una zona de sacrificio.
Otros efectos adversos de la exposición constante de arsénico lo relacionan a resultados negativos del embarazo a mortalidad infantil, afecta la salud de niñas y niños. La exposición en el útero y primera infancia se asocia a una mayor tasa de mortalidad en jóvenes adultos debidos a múltiples cánceres, enfermedades pulmonares, infartos de miocardio e insuficiencia renal.
Otro importante afectado por la contaminación es el río Loa, sus aguas al ser analizadas revelan niveles de arsénico comparables a un desastre ambiental y no debiera ser utilizados para consumo humano ni para la agricultura. En conclusión, los habitantes de la zona están imposibilitados de realizar sus tradicionales actividades agrícolas y cría de animales y si bien el cobre es el gran generador de ingresos para Chile, también ha llevado pobreza.
El Estado de Chile y Codelco tienen una gran deuda con las víctimas del cobre y parte de los ingresos de Codelco debieran ser usados en recuperar el medioambiente y para esto es útil el mismo documental “Cobre sucio”, que expone el caso de Canadá, que extraía cobre de la cuenca de Sudbury en los años 70. Décadas de extracción despojó la región de cualquier tipo de vegetación, dejando rocas y lagos ennegrecidos y sin vida. La zona por lo estéril fue comparada con paisajes extraterrestres.
Por un tiempo Sudbury fue la mayor fuente puntual de dióxido de azufre y la zona más contaminada del hemisferio occidental, incluso el nombre Sudbury se utilizaba como unidad de medida para la contaminación. Situación que llevó a científicos, políticos, industriales y la comunidad en su conjunto se uniera para buscar cómo detener la contaminación y recuperar el medioambiente.
La tarea que lleva 40 años y 35 millones de dólares canadienses es encabezada por Peter Beckett, ecologista de la Universidad Laurentian y presidente del panel asesor de la ciudad sobre reverdecimiento. Su trabajo condujo a Sudbury a ser hoy un ejemplo para el mundo al revertir los daños medioambientales logrando una recuperación sin precedentes. Gracias a una minería ecológica disminuyeron la concentración de metales pesados con procesos que los dejan al interior de la mina, impidiendo así lleguen a las aguas de ríos y lagos.
Hoy, los habitantes de Sudbury disfrutan de un entorno saludable y próspero y las encuestas muestran que son los más felices del país. Los voluntarios han trabajado por décadas y su accionar da lecciones de cómo poner fin al eterno conflicto que enfrenta a la industria contra el medio ambiente.
Para que un proceso como el de Sudbury ocurra se necesita un Estado fuerte que impulse leyes que obliguen a los empresarios a invertir en nuevas tecnologías para disminuir la contaminación y dejarla en limites aceptables. También es imprescindible tener un empresariado que colabore y entienda su rol social, que no ambicionen ser los mejores del mundo, sino los mejores “para” el mundo y proyectándose para tener un mejor futuro, pongan a las personas y al planeta por encima de las ganancias de corto plazo.
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