Cuando nací restaban 46 años para el 2.000, y durante toda mi infancia aquel año me pareció mágico, a diferencia de muchos que los llenaba de temor.
Visualizaba aquel lejano futuro como algo casi perfecto, por ejemplo, sería una época en que los vehículos no existirían pues sería suficiente ingresar a una cabina de teletransportación, indicar el lugar de destino y en unos segundos estar allí.
Imaginaba un mundo sin vacas, pues una pastilla mezclada con un litro de agua nos daría igual cantidad de leche y otra nos otorgaría las vitaminas y el sabor de su carne.Pensaba que los humanos serían criaturas cercana a los ángeles, que ya no se verían a familias andrajosas cobijadas del invierno bajo las marquesinas de los edificios de Valparaíso, que los vacíos tarros de manteca donde se hacían hervir huesos en ennegrecidos braseros ya no existirían
Me equivoqué: era un niño con el mal hábito de la imaginación.
Pero donde mas erré -y me duele hasta hoy- fue en imaginar al ser humano de aquella época aun tan lejana.
Pensaba que los humanos serían criaturas cercana a los ángeles, que ya no se verían a familias andrajosas cobijadas del invierno bajo las marquesinas de los edificios de Valparaíso, que los vacíos tarros de manteca donde se hacían hervir huesos en ennegrecidos braseros ya no existirían pues, como señalé, esas familias hundidas en sus miserias en las míseras quebradas tendrían acceso a milagrosas pastillas.
Incluso nunca más sentiríamos la fetidez al interior de una micro repleta, no se verían niños descalzos ni con piojos. Y así, un extenso etc. de un mundo ideal, el mundo de un niño fantasioso.
En mi juventud durante la UP volví a soñar con una sociedad casi perfecta al ver como el arte con mayúscula recorría las poblaciones, como la gente podía ver el Circo de Moscú pagando menos de una luka de hoy, como podía ingresar a exposiciones, por ejemplo, de Cezanne a Miró…¡gratis¡.
«De aquí saldrá algo bueno, algo maravilloso pues la cultura eleva el espíritu»…ingenuamente pensaba.
Me pregunto hoy; ¿qué hubiese sucedido si aquella magnífica oferta cultural hubiese perdurado hasta hoy, o sea, 49 años en que abuelos, hijos y nietos estuviesen imbuidos de arte?:
¿existiría el policía bruto o la cultura hubiese templado su ser?
¿existiría el vándalo que arremete contra un semáforo o sería un hombre consciente de su utilidad?
¿existiría el inmoral empresario coludido o albergaría humanidad hacia el prójimo?
¿existiría el saqueador o su formación le permitiría entender el daño que ocasiona?
¿existiría el político corrupto o la cosmovisión adquirida desde niño le impediría su réproba conducta?
Evidentemente en el diario vivir no es el que imaginé en mi infancia: las vacas existen.
Pero las personas, las personas podrían ser diferentes…si el diablo no hubiese metido su cola.
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