#Política

¿Qué es ´buen vivir`? ¿Qué significa?

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Al habla de “buen vivir” se le enfrenta un cuestionamiento fundamental, de fundamentos: ¿es el “buen vivir” un concepto definido?, ¿es parte de una otra epistemología, de otro paradigma, de un saber heterodoxo al conocimiento hegemónico de las ciencias en Occidente?, ¿qué dice, en tanto se lo toma como proyecto de sociedad? ¿Qué sentido tiene en él la utopìa? Preguntas fundamentales -también desde eso llamado sentido común.


Entonces tal vez del “buen vivir” no debamos buscar el significado de un concepto definido, de un discurso resuelto (¿qué discurso lo está?). No hay que subsumirlo en la concepción moderna de la ideología política

Creo que así se ha abierto un debate no resuelto; de una especie de resolución que aparece como otras preguntas: ¿es necesario poseer una respuesta definitiva? Si estamos ante otra epistemología, ante otra concepción y experiencia de mundo, repito: ¿es necesaria una definición tal como la pedimos para conceptos relevantes de las lenguas occidentales modernas? ¿O se trata de otra relación con el discurso, con la ideología, con la palabra?

Todo indica, creo yo, que nos encontramos ante lo que podemos llamar una “idea movilizadora”, un significante abierto y flotante. Uno que permite aunar voluntades y visualizar un tipo de futuro político para un grupo humano que tiene la forma de una nación o un pluralismo de naciones en un territorio. Su función y estructura significa un “gran sueño de futuro”, la forma de una promesa. Es el nombre de una esperanza positiva. En verdad una utopía, que obedece a la necesidad de darse un horizonte social de sentido.

En nuestro Occidente moderno –y así latinoamericano dominante (no totalizante)-, las utopías están en retirada. Hemos experimentado su aspecto negativo; los porfiados hechos nos han enseñado a desconfiar de ellas. En Chile vivimos la forma de una utopía socialista, que terminó en una derrota política de dimensiones –y en su lugar ocurrió la dictadura programática de la “clase” en la vereda opuesta-. Además, su calidad de visión totalizante ha derivado, en las regiones del globo donde ha triunfado, en naciones de régimen totalitario.

En estos tiempos la política se practica en el pragmatismo, la negociación, o la resolución de problemas sociales sectoriales. Una experiencia de corrección de las políticas, según el signo de los intereses de grupos, generalmente de corto y a lo más de mediano plazo. Una ideología de la diferencia, de reivindicaciones de minorías, ha reemplazado una desprestigiada versión utópica. Pero no hay proyecto, proyecto sociopolítico, en el sentido fuerte de la palabra.

Entonces tal vez del “buen vivir” no debamos buscar el significado de un concepto definido, de un discurso resuelto (¿qué discurso lo está?). No hay que subsumirlo en la concepción moderna de la ideología política: programa racional para la sociedad y el mundo; conquista del poder: transformación de la utopía en políticas públicas. Tampoco se trata simplemente de traducirlo a la cosmovisión de las ciencias modernas, restándole, de partida, la riqueza de sus múltiples procedencias.

Pero, ¿qué poseemos a cambio?, ¿dónde nos posicionamos en nuestra política?, ¿cuál es la alternativa, la alternativa de estructuras a un mundo experimentado como injusto? Ella debe cuestionar, se dice, la “civilización donde se construye y levanta actualmente la humanidad”. Se trata pues de una alternativa de paradigma y mundo.

Paradigma y utopia, ella ocupa la función de un proyecto en el largo plazo. Dice Eduardo Galeano:

al preguntarse qué es la utopía: caminas un paso y la utopía está dos pasos más lejos, caminas 5 y está 5 pasos más allá; pero entonces ¿para qué me sirve la utopía?, para caminar.”

Para un mundo de libertades, de derechos, y de una transformación de las relaciones de poder para una efectiva convivencia en «armonía” con la Naturaleza –el respeto de la biodiversidad y la escala de dimensiones de los ecosistemas-. E importante: cambio en los patrones de producción y de consumo de bienes, de modo que lo comunitario sea primero. Y con todas las pragmáticas: que construyamos una sociedad con mercado y no una sociedad de mercado.

Alguna concepción que podemos resumir como “buen vivir” la hallamos por todos los grupos humanos. Es el sumak kawsay en lengua kichwa –el pueblo habitando la cuenca amazónica del actual Ecuador-, y cuya traducción aproximada es este “buen vivir” de origen ancestral; que resultarìa mejor hacerla como plenitud de vida humana (asì una cierta especie de humanismo). Los “Estados del bienestar” del siglo XX Occidental y sus políticas de aseguramiento de las “necesidades básicas del ser humano”. Y al otro lado del mundo -y de la historia-, la eudaimonìa, felicidad de una buena vida, una vida virtuosa, de un lejano (y cercano) Aristóteles.

 

TAGS: #BuenVivir #Utopía paradigma

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14 de diciembre

La «construcción» de una sociedad implica dirigir y restringir.
Lo que la Constitución actual esgrime es que las personas tienen sus propios nortes, y que si quieren juntar para impulsar un futuro, pueden hacerlo. Pero el colectivo es una suma de personas, no un ente en si.
Los nuevos apetitos por crear una «nueva sociedad» implican que la libertad del individuo ya no será lo importante, sino que, como esgrime el autor, la felicidad del colectivo, el «buen vivir», la armonía con la naturaleza, etc. Eso implicará un marco normativo, restricciones, y sobre todo vigilancia y punitividad sobre lo que los individuos quieran hacer por su propia iniciativa.
Entonces la pregunta será si las personas estarán felices de hipotecar su libertad (algo que se palpa día a día) por una utopía que no se sabe cuando ni como se logrará.
Saludos

14 de diciembre

«Dirigir, restringir, vigilar, punitividad, restricciones…». Debió poner castigar en vez de «punitividad», mi sargento Bechtold. Por cierto, ¿por qué se guardó el comodín «Chilezuela»? Quizás el maestro Viveros se preguntará lo mismo que yo, luego de leer su comentario: ¿Pueden las ideas-moscas sintonizar y sincronizarse con el vuelo de las ideas-águilas? Saludos

14 de diciembre

Estimado, obviamente existe el buenismo de creer que habrá una luz mágica que nos unirá y que todos seremos felices contemplándola. Bajo esa premisa, claro, no se necesitan restricciones ni nadie custodiando que las cosas sucedan como quieren los arquitectos sociales. Como siempre, si creemos de verdad que las utopías se hacen realidad con solo desearlas, además de ser infantil, es un gastadero de tiempo e incluso una fuente de conflictos fuerte.
Al parecer aparecen de nuevo trompetas anunciando la creación del hombre nuevo , un ser superior formateado de tal forma que no tiene intereses, preferencias y menos aún egoísmos.

viveroscollyer

14 de diciembre

Arturo,
creo que la utopìa del individuo es la libertad privada,
la plena autonomìa de las condiciones sociales y naturales,
y el goce de los bienes que se consideran deseables para sì mismo.
La utopiìa de una sociedad aparece como proyecto de vida
colectiva, lugar donde las armonìas de la comunidad son cruciales

La inquietud utòpica del individuo se puede llamar «individuaciòn»,
la formaciòn de lo singular humano —que cada cual puede llegar a realizar–.
La inquietud utòpica comunitaria es esencialmente polìtica,
es la construcciòn del espacio de la libertad y justicia entre todos.

Ambas conviene llamarlas hoy «inquietudes», desasosiegos,
porque experimentamos un pesimismo de las utopìas.
La sola menciòn utòpica describe la posibilidad de un optimismo.

Las normas restrictivas de la individualidad deberìan actuar
como la manera de ir creando los espacios de las normas
de la autonomìa –de la posibilidad de llegar donde
cada cual se da sus normas de vida en plena libertad de alternativas–

La constituciòn de las libertades individuales se enseña: se
enseña a ser libres, se enseñan los posibles contenidos de la libertad.
El colectivo enseña, la tradiciòn y la innovaciòn actùan juntas.

14 de diciembre

Les presento un diálogo entre esclavistas y abolicionistas: Abolicionistas (que podríamos también llamar «utopistas infantiles» y «arquitectos sociales»): «Tod@s los seres humanos nacen naturalmente libres e iguales en dignidad y derechos, por tanto la esclavitud es antinatural». Respuesta de los esclavistas: «Estimados, obviamente existe el buenismo de creer que habrá una luz mágica que nos unirá y que todos seremos felices contemplándola. Bajo esa premisa, claro, no se necesitan restricciones ni nadie custodiando que las cosas sucedan como quieren los arquitectos sociales. Como siempre, si creemos de verdad que las utopías se hacen realidad con solo desearlas, además de ser infantil, es un gastadero de tiempo e incluso una fuente de conflictos fuerte. Al parecer aparecen de nuevo trompetas anunciando la creación del hombre nuevo». Moraleja: Con la lógica de los esclavistas, Portugal y España todavía seguirían invocando la herencia del derecho romano en contra de esos «arquitectos sociales infantilistas» que, ingenuamente -y creyendo que las utopías se hacen realidad con solo desearlas-, querían abolir la esclavitud. Con dicha lógica jamás se hubiese abolido la esclavitud ni en Portugal ni en España (ni en ninguna parte de Occidente) ni en Chile en 1823. ¡¡Y el papa todavía sería infalible!! Glosario: Lógica = Modo neurológicamente petrificado de ver el mundo. Utopías = «Gastadero de tiempo, trompetas anunciando».

15 de diciembre

Estimado, que hayan cambios en el tiempo en distintos ámbitos es obvio del desarrollo, y muy conducido por avances puntuales .Como analogía, si hay elementos que cambian un palito del puente, con lo que el puente se puede acomodar a la nueva realidad, siguiendo siendo puente. Pero muy distinto es creer que se pueden cambiar de golpe y porrazo 200 palitos del puente y que las cosas se van a acomodar de la misma forma; ahí pasa que el puente se cae, o hay que ponerle vigas y fierros para sostenerlo, con lo que ya ni parece puente.
Pero, mi argumento detrás de esto , es que no creo que exista una utopía colectiva única que todos vayan a seguir libremente, a menos que se imponga; ya sea por una educación de largo plazo en el colectivismo, y evitando (restricción) que la libertad individual se vea mas atractiva que ese colectivismo. El liberalismo del siglo XX-XXI (o neoliberalismo como le dirán ustedes) tiene su fuerza en que es el sistema que menos restricciones y costo de gestión tiene; por sobre estatismos (muy engorrosos y burocráticos) o socialismos utópicos (que necesitan que la sociedad en su conjunto tenga una sola mirada, como ya comenté) que se basen en no dar otras posibilidades de hacer las cosas.
Saludos

16 de diciembre

Mi estimado sargento Bechtold, ¿en qué parte de los sentimientos, ideas y argumentos que plasma en su reflexión el profesor Viveros se llama a -o se insinúa que hay que- echar abajo un puente o, más trágico aún, que hay que hacerlo «de golpe y porrazo»? ¡Sólo le falta acusar al profe de bolchevique y maoísta! ¡Jaaaaa! ¿No le dije yo? No sé por qué se guarda su «Chilezuela». Aunque debo reconocer que en cualquier momento lo suelta pues de a poco lo va desenfundando: el pinochetoso recurso verborreico de los «estatismos y socialismos» está a un centrímetro del «Chilezuela». ¡Bieeeen! No se reprima. ¡Saque de una buena vez su «Chilezuela», por favor! Desenfunde su esencia! Se lo digo porque me preocupa su salud. Reprimir lo que se siente baja las defensas del sistema inmune, lo cual termina por somatizarse como malestar y enfermedad. Y para asumir lo que uno es se requieren nada más que tres palos pal puente. Saludos.

16 de diciembre

Estimado, no se si me equivoco, pero creo entender que usted es profesor. De ser así, resultaria desconcertante para sus alumnos el que ocupe la descalificación personal cuando alguien opina distinto a usted. Me pareciera que ocupa métodos bastantes parecidos al alcalde Jadue, en qué de inmediato busca ridiculizar al que está al frente para desviar el fondo.
Tratando de responder a su burla, mi opinión es que lo que propone el autor es cambiar un eje fundamental de pensar la vida y la forma de vivir, algo que si es un cambio tremendo, y no se ve como sería esa gradualidad.
Saludos

viveroscollyer

17 de diciembre

Me alegro que unas ideas mìas propongan un debate.
Esta es una necesidad, para saber, para convivir.
Creo que hay que argumentar los contenidos de lo que se habla o escribe.
No vale mucho la calificaciòn ad hominem –o sea,
referido a la persona que dice y no a què es lo que dice–
Espero que podamos seguir encontràndonos en estas columnas.
Muy interesante lo que se discute aquì acerca de libertad individual
y libertad comunitaria.
Tambièn al papel del Estado en las transformaciones de mundo
Abrazos

19 de diciembre

Reconozco que no debí llamarlo sargento, y me disculpo por ello. Mas, debo recordarle que se puede descalificar a quien habla no sólo recurriendo a la típica falacia ad hominem: existen otras formas comunicativas y discursivas más sutiles y que descalifican al hablante de manera camuflada y que, precisamente porque no son advertidas, poseen un poder más letal contra el hablante, en términos de la descalificación con que se ataca a éste. Y usted le ha dado rienda suelta a este tipo de descalificaciones en este debate; descalificaciones que, obviamente, son más “sutiles” (pero más peligrosas) que llamar de frente a alguien “sargento”.
Dicho de otro modo, no soy yo quien parte con descalificaciones en este debate, sino que ha sido usted pues, lejos de hacerse cargo del sentido de lo que comunica el profe Viveros, usted desvía el foco y lo descalifica una y otra vez cuando, sin hacerse cargo en lo absoluto de los argumentos y el tema que plantea el autor, usa las siguientes expresiones:
1) “Los nuevos apetitos por crear una nueva sociedad”.
2) “….las personas estarán felices de hipotecar su libertad”.
3) “… arquitectos sociales”.
4) “… el buenismo de creer que habrá una luz mágica” y etc.
5) Usted denosta gratuitamente al autor -un académico universitario- cuando le indica que su reflexión es portadora de utopías que “se hacen realidad con solo desearlas”.
6) Cuando usa usted la expresión “ser infantil”.
Continuará……………………….

19 de diciembre

7) Cuando, sarcásticamente, toma el texto del autor para burlarlo con frases tales como “de nuevo trompetas anunciando la creación del hombre nuevo”.
8) Cuando, socarronamente, recurre a la analogía del puente para forzar el texto del autor a decir lo que su texto no dice, esto es, destruirlo todo de golpe; distorsión que suelta usted al ver en el texto, únicamente, un llamado fanático a “cambiar de golpe y porrazo 200 palitos del puente”.
9) Cuando usted se imagina, ya a nivel de paranoia, que en el texto del profe Viveros hablan los “estatismos” y los “socialismos utópicos”, asociando (ya casi a nivel de sicosis) el texto del autor citado con un panfletismo totalitario cuyo único fin supuestamente sería que “la sociedad en su conjunto tenga una sola mirada”.
10) He aquí su broche de oro: gratuitamente pone como ejemplo de “descalificación del que piensa distinto” al alcalde Jadue, con lo cual toda su “sutileza” se va derechamente a las pailas toda vez que para acusar de “descalificador” a alguien recurre a una descalificación grosera en contra de la persona de un alcalde que no está presente ni es parte de este diálogo. Saludos

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