#Política

Nuevo debacle presidencial

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En tiempos donde nuestro país está lleno de incertidumbre, lamento que los debacles presidenciales sigan demostrándonos lo pobre que es nuestra capacidad para debatir ideas.

Lo de ayer fue bochornoso, comparable al famoso debate de primarias presidenciales de la centroderecha en la elección pasada, denotando cuan lejos estamos de ser una sociedad capaz de ver con altura de miras.

Es importante comenzar recalcando la irresponsabilidad de ANATEL y los canales de Televisión, incapaces de reconocer la importancia de estas instancias, molesta saber que son capaces de reprogramar la parrilla por un simple partido de fútbol, pero si de informar a la ciudadanía se trata, el rating manda y no se inmutan en terminar de transmitir pasada medianoche. Realmente una vergüenza cívica, inconsciente con todos aquellos que trabajan al día siguiente.

Respecto al formato, ¿Qué sentido tiene propiciar tanto desorden? ¿Vale más la pelea pequeña que la entrega de contenidos? ¿Tenemos que conformarnos con ideas fuerza y salidas de madre?, sinceramente, un asco periodístico lo visto ayer, digno de negligencia profesional.

Finalmente los candidatos, quienes preparados para la guerra, olvidan la importancia de colaborar por la paz, cada uno de ellos defendiendo ideas polarizadas, seguidas de provocaciones innecesarias a contrincantes con quienes comparten nacionalidad. Lo de ayer fue lamentable, mientras en el debate anterior sentí que proponer era un anhelo de algunos, hoy despierto con la sensación de que ningún candidato es capaz de controlar su temperamento y comprender que Chile es una tarea colectiva y no parcelada.

Por otro lado, aunque suene antidemocrático, ¿Hasta cuándo nuestros estándares éticos no son aplicables a los candidatos que aspiramos nos representen?

Respecto al formato, ¿Qué sentido tiene propiciar tanto desorden? ¿Vale más la pelea pequeña que la entrega de contenidos? ¿Tenemos que conformarnos con ideas fuerza y salidas de madre?,

Me encantaría poder andar repartiendo mierda entre quienes me caen mal, pero no está bien, detrás de ellos hay familias inocentes y aceptándolos, puedo ser amable, diplomático o indiferente, sin necesidad de ofenderlos pasivamente con sarcasmos o activamente con ataques a mansalva.  Me encantaría también tener la pachorra de poder reinterpretar la historia a gusto, parcelando la parte que me conviene, para empatizar con quienes desean cambiar el mundo a patadas, pero luego recuerdo a Mandela y la importancia de sostener acuerdos, más allá de la visión política particular o Gandhi y el deseo de anteponer la paz por encima de todo o Kennedy y su famosa reflexión de no tener miedo a negociar. Pero en nuestro país estamos a años luz de esa grandiosidad, y por lo pronto, nulo parecer ser la única manera de sentirme congruente con mi visión de la política.

Duele ver el país en el que no estamos convirtiendo (si es que ya no somos eso que tanto temíamos), enerva ver la próxima elección y saber que el único voto seguro es por CORE, nada más, duele abrir las redes sociales y observar la guerra de trincheras más viva que nunca,  y todo por culpa de un voto que emití hace años, por un hombre de una ética más corta que sus brazos, dado que tampoco tenía otra opción viable.

Tal y como dije años atrás, quizás sea necesario elevar el estándar de probidad y ética al nivel de prerequisito de postulación, porque tengo claro que siendo psicólogo, ninguno de los postulantes de ayer, saldrían aptos o idóneos, de una entrevista psicolaboral.

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2 Comentarios

Esteban Cabrera

Por tu artículo me da la impresión de que no has vivido en Chile durante los últimos 30 años, donde la base de la convivencia política fue la negociación y los acuerdos, que, digámoslo, favorecieron a un solo sector. También me da la impresión que tampoco vives en el Chile actual, donde efectivamente la política esta polarizada, pero no por quienes pretenden cambiar las cosas y tratan de construir un país distinto, sino porque quienes quieren mantener y profundizar sus privilegios, que también son los mismo que se beneficiaron con las negociaciones y los acuerdos de los últimos 30 años.
Quizá lo único en que te puedo encontrar algo de razón, es que el debate es un nivel un tanto precario, pero te debo recordar que la forma de hacer política de esta «transición a la democracia» ha sido precisamente ese, sino, no se explica que tanto farandulero postule a cargos públicos con muy poca formación ciudadana y participación política, pero además esta es producto de los acuerdos y negociaciones a los que tanto apelas.

    Patrick H. Fisk

    Patrick H. Fisk

    Respetando tu descargo, si he vivido en este país los últimos 43 años y por lo mismo, ante la actual crisis de representatividad, es que lamento que ningún candidato sea capaz de comprender que caer en un duelo de egos es productivo.
    Si quieres que sea aún más claro, del único que esperaba algo era de Boric, pero veo carece de manejo en debate, siendo incapaz de salir del juego de «pillen al puntero».
    Loco, milité durante años en la centroderecha, esperando cambiar desde dentro la forma de entender la política, créeme que nunca me gustaron los acuerdos de cocina y la falta de transparencia producto de los lobby, pero el punto no es ese, ninguna sociedad ha evolucionado y superado un antes de un después sin acuerdos, la famosa retroexcavadora no existe, por lo mismo, partir de los mínimos es la tarea pendiente.
    De ahí que veo con estupor cómo la televisión consigue su propósito al crear una ARENA de GLADIADORES y no un FORO DE PENSADORES.

    Respeto si crees que algún día un 51% de la población conseguirá dominar el ejecutivo y el legislativo, realmente valoro ese idealismo que no poseo, pero siendo franco, veo que los ciclos de 40 años de la política siguen repitiéndose y que volvemos demostrar que nadie piensa en el bien común, sino sólo en la visión colectiva de los míos.

    Finalmente… no es sólo farandulización, por arrastre hay varios honorables que no lo son, decidiendo por nosotros y cuándo salen «lideres» del pueblo, terminan siendo escupidos por sus pares igual.