Tomo mi celular, deslizo mi dedo para ver las noticias que el algoritmo ofrece y, para mi sorpresa, la exitosa serie Dahmer de Netflix recibe múltiples críticas de los familiares que fueron víctimas de este asesino en serie.
En mi calidad (o condición) de psicólogo y perito psicólogo, el funcionamiento de las mentes perturbadas me resulta fascinante, tanto en términos de los procesos evolutivos que van moldeando la personalidad del perpetrador, cómo en lo que respecta a la capacidad que poseen para detectar vulnerabilidades dentro de nuestra sociedad, todo a fin de satisfacer sus anhelos más profundos; ahora bien, estudiar psicopatologías va de la mano con conmoverse y empatizar con las víctimas y sus familias, más sabiendo que son personas como uno, incapaces de ver el mal en sujetos que muchas veces esconden su oscuridad tras una imagen social funcional.¿Qué acciones hemos emprendido para proteger a las potenciales víctimas de sujetos que tienen estos impulsos desde los orígenes de la civilización?
En fin, podría llenar esta columna con pasajes de la vida de Dahmer, Gacy, Bundy, Kuklinsky, Ramírez y Kemper, pero prefiero ahondar en las debilidades de nuestro sistema y en el riesgo que representa mantener a nuestra sociedad ignorante del autocuidado y expectante del morbo que despiertan estos macabros actos de violencia extrema.
La pedofilia por ejemplo, entendida como un trastorno grave de personalidad, se caracteriza por la fijación sexual de un individuo con la transgresión de la inocencia de menores de edad, habitualmente, previo al desarrollo de los rasgos sexuales secundarios; estos (y estas) personas, orientan vocación profesional en lugares que les permitan interactuar con menores de edad y/o crean espacios de cacería donde puedan asechar, seducir y abusar de menores de edad. Ahora bien, seamos justos, todos quienes estudiamos el tema sabemos que la pedofilia existe desde las primeras civilizaciones, a tal punto que, en el imperio romano, emperadores como Tiberio y Calígula fueron perpetradores de estos delitos, que, en sus tiempos, eran solo gustos particulares.
Entonces, ¿Qué acciones hemos emprendido para proteger a las potenciales víctimas de sujetos que tienen estos impulsos desde los orígenes de la civilización?, la respuesta, poco y nada, nos quedamos con el escándalo de Jeffrey Epstein y el Príncipe Andrés, sin pensar siquiera en educar a las nuevas generaciones en autocuidado, búsqueda de ayuda profesional o policial y/o dialogar con sus respectivas familias. Habrá quienes con justa razón sostengan que el número considerable de abusos ocurren dentro del hogar, eso es innegable, pero si entendemos el proceso de cacería del pederasta como un juego de aproximaciones progresivas, lograremos que las potenciales víctimas denuncien del momento que les hagan comentarios impropios.
Ahora bien, ¿Qué hacemos con los agresores?, algunos creen que basta con la creación de un listado nacional, desconociendo el riesgo de las falsas denuncias que hoy tienen al sistema judicial colapsado (entiéndase en esos casos relativos a juicios de herencia y de adolescentes con personalidades oposicionista-desafiante que abusan del sistema para conseguir sus objetivos personales, presentando denuncias de relato absolutamente instrumentales). La detección de potenciales perpetradores de abusos sexuales contra menores comienza con la exigencia de evaluaciones de personalidad de los mismos, así como existen exámenes médicos de compatibilidad con el cargo, la imposición de evaluaciones de personalidad pericial, permiten la detección de índices anómalos que podrían frenar los intentos de pedófilos de estudiar carreras vinculadas a menores y/o la de ejercer trabajos vinculados a menores, sino recuerden a Sacarach en los furgones amarillos (con esto no generalizo al gremio, sino sólo sostengo que es más probable que un pederasta evalúe manejar un furgón de transporte escolar, que trabajar en una funeraria).
Volviendo a Dahmer, uno de los puntos más altos de la serie dice relación con la falta de preparación de los oficiales de policía de la época en temas relativos a las orientaciones sexuales, (sin considerar los racimos aún existentes en Estados Unidos). ¿Es muy distinto en Chile? No lo creo, conversando con varios amigos uniformados, la amplia y variada preparación que reciben, muchas veces se queda corta en temas más específicos, lo que sumado a largas horas de trabajo y una ciudadanía exigente de derechos, da a pensar que estamos al debe con estos temas como sociedad, creando una barrera innecesaria entre quien atiende la denuncia y quien tiene miedo de presentarla. ¿Culpamos a fiscalía?, si, claramente sí; pero no son los únicos responsables, el Estado y los Gobiernos de turno, tampoco han comprendido la magnitud del problema.
Tiempo atrás sugerí, dentro de un grupo con injerencia política, que se hacía muy necesario la creación de un servicio de llamada que atendiera a víctimas de violaciones de manera ambulatoria; una matrona, un psicólogo y una oficial de policía, que atendieran a la víctima en un lugar seguro (y no en un box de urgencia de un hospital) podrían ser de gran ayuda en término de prevenir la victimización, toma de muestra y entrega de anticoncepción de emergencia, pero para mi sorpresa, los costos eran demasiado altos, no era rentable socialmente, podría prestarse para abusos del sistema, y bla bla bla, tiempo después calculé que era más barato que llevar comisiones de parlamentarios a viajes juntos al ejecutivo, pero bueno, se entiende.
Los asesinos seriales despiertan el morbo, nos cautivan, independiente de si es un tipo con condenas previas que abusa de una niña junto a su pareja o si es un transportista en el norte que secuestra y abusa de escolares, y mientras los “entendidos” dan ruedas prensa criticando a los jueces que dejan en libertad a perturbados con malos informes de las unidades periciales presentes en gendarmería, el legislativo, lamentablemente, no discute sobre políticas vanguardistas para poder comenzar a resolver esto, dilatando la protección de la infancia, para el día menos pensado.
Comentarios
07 de octubre
Me sucede lo contrario. Me fascina la mente perfecta.
Para hablar del tema, imagina mente cero, luego grado de mente perturbada hacia un lado, y del otro lado, la mente perfecta. De esto diría que la mente perfecta puede explicar a la mente perturbada, pero, no al revés.
Es decir, cuánto puede llegar a ser perturbada una mente, es algo que se ha dimensionado como «ciertas profundidades» de un personaje bíblico (hablo desde mi postura de conocimiento) y no son dignas de explorar a mi juicio, ni siquiera de conocer, porque su razonamiento está perturbado y el resultado de su conducta será extraño y criticable a ojos de mente perfecta, por lo tanto, no hay buena formación en explorar los caminos de la mente perturbada.
El tema está en que la literatura de la mente pertubada es muy vasta y nunca se encontrará mucha razón en todo ello, pero, se buscará para ayudar, a ojos de mente psicoanalista, sin embargo, la literatura de la mente perfecta es mucho más acotada y por lo tanto fascinante. Se puede ahondar profundamente en su razonamiento en apenas algo más de mil páginas y a medida que vagas en ellas, vas encontrando integridad en el razonamiento, en el proceder, en el juicio, así como admiración de la figura personificada descrita en esas mil páginas, sentado sobre un trono en un mar como de cristal que está expandido sobre las cabezas de unos seres vivientes apoyados sobre ruedas, figura toda que se mueve como un rayo.
Tardas un poco en encontrarle el gustito, pero, es wow!
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07 de octubre
Hola Rolando.
Vamos por parte (dijo jack), soy cognitivo conductual, por lo que la visión psicoanalista poco me interesa, Freud, sus drogas y su machismo, me dejó de interesar en pregrado. Lo segundo, me encantan las mentes maravillosas, desde Mandela a Hawkins pasando por Alejandro Magno, Sócrates y Sir Richard Branson jajajaja, por lo mismo, coincidimos en el impacto que despiertan todos aquellos iluminados que se construyeron para ser un aporte de la historia de la humanidad.
Ahora, respecto a tu visión de las mentes perturbadas, un dato histórico, mientras en Occidente, en los tiempos del medieveo, se comenzó a encerrar y aislar a esquizofrénicos y lunáticos, en Oriente la mirada era cuidarlos, porque existía lo posibilidad de que su estado de consciencia alterado, los hiciera estar más en contacto con la divinidad.
¿Qué quiero decir con esto?
Vale la pena conocer y aprender de las estructuras disfuncionales de personalidad, pero no sólo con fines descriptivos, sino bajo un interés preventivo hacia todos quienes podrían ser potenciales víctimas, te recomiendo ver MINDHUNTER, para ampliar tu mirada.
Y claro, creo que coincidimos en que sería mucho más provechoso conocer la vida de Buda que la Hitler, o la de CIncinato que la de Nerón, pero bueno, el morbo, así como la farándula, así como Gonzalo de la Carrera, Pamela Jiles y María Luisa Cordero… son más relevantes que recordar a Pedro Aguirre Cerda o Balmaceda.
Éxito Viejo y gracias por opinar.
07 de octubre
Excelente comentario, Patrick, con un muy buen punto, prevenir el daño que ocasiona el mal de una mente perturbada; digno de un departamento de Estado que aplique la inteligencia necesaria…
Como te digo, yo solo lo puedo analizar desde mi perspectiva, que por tratarse del mal, aplica a la «ciencia del bien y del mal», materia fundamental de la Biblia y su conocimiento, como seguramente sabrás. En ambos casos, observo, el fin es el mismo, prevenir el daño, la pérdida, el sufrimiento del inocente o de el desprevenido que no ve venir el mal para apartarse de su camino.
Pero, significa dos cosas diferentes. La postura que planteas materializa la prevención actuando directamente en presencia de una postura de alguien que ha causado o puede llegar a causar mal, o lo puede llegar a sufrir, si es víctima. En el caso de quien causa el mal, estaremos en presencia mayoritariamente de un adulto formado, o semejante, esto es con discernimiento, cosa a la que pregunto, ¿formado con qué?, por lo tanto, pienso que el estudio de la mente perfecta en la formación del individuo, desde su niñez, le orienta a conducir su vida entre los márgenes de la perfección, alejándose de la exploración de caminos distintos, de los que hay torcidos y algunos que conducen a la muerte.
Si tuviera que definir a Chile, comenzando a redactar la Constitución, diría:
Chile es un República que procura la perfección en la aplicación del conocimiento de excelencia y que educa a sus ciudadanos para la vida eterna.
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