Toda sociedad merece actualizarse cada cierto tiempo, ajustando sus marcos regulatorios al contexto social imperante y el proyecto sociopolítico que representa mejor los intereses futuros de la nación; este carácter perfectible, es sin lugar a dudas, una de las grandes ventajas de los modelos democráticos, por lo tanto, en el momento que se comenzó a pensarse en la necesidad de actualizar nuestra carta magna, dentro de una atmósfera tan democrática como participativa, un antes y un después, resultaba especialmente interesante, y por cierto, esperanzador.
Lamentablemente (que pena tener que continuar este párrafo así), en ambos procesos constituyentes, la visión país y el compromiso futuro, quedaron en un segundo plano y, en la clásica guerra de hordas, la imposición de miradas parceladas, culminó por exacerbar las diferencias y extinguir todo anhelo de unidad.Es realmente un dilema, Apruebo y doy vuelta la página o Rechazo y espero un milagro, quizás, me encuentro en la misma posición de Brad Pitt en Aquiles, mirando a la masa y preguntando ¿Existe alguien más?
No pretendo caer en los vítores habituales de quienes sostienen, con mayor o menor razón, que existen poderes fácticos o «manos negras» que luchan por mantener al país cautivo bajo el control de uno pocos, dado que al final del día, nuestro problema reside en nuestra incapacidad de diálogo, un fenómeno que parece ser idiosincrásico.
En el Plebiscito del 17 de diciembre, contrario a lo que se piensa, no se está votando respecto a si mantener la Constitución actual, escrita por Pinochet y actualizada por el Presidente Lagos o la Constitución de la extrema derecha firmada por el Presidente Boric, lo que votamos ese día es si creemos que «la tercera será la vencida» y la respuesta, por ahora, es no.
El Congreso (Senadores y Diputados), lamentablemente, han demostrado una y otra vez que no están capacitados siquiera, para escribir buenas leyes de manera pronta, su actitud hooligan de negociación y la cantidad de esperpentos electos en base a polémicas y discursos incendiarios da vergüenza, sensatamente, hoy puedo sostener que conferirles la responsabilidad de elaborar una Constitución que nos proteja durante los próximos 20 años, probablemente, estaría lista para el año 2060 (y a medias, exigiéndote mostrar la cédula de identidad para leerla).
Por otro lado, volver a permitir que la Constitución sea escrita por ciudadanos electos, sería otra estupidez de magnitudes titánicas, Chile no sabe votar, así de simple, apresados por la farándula y un conjunto de sesgos sin sentido, seguimos aceptando las manzanas podridas que aparecen en la papeleta, desatendiendo antecedentes reales en la historia personal profesional de un candidato que no pasa la prueba de la blancura. En serio, el problema no radica en que un mentiroso finja una enfermedad o que validadores de las violaciones de los Derechos Humanos se vendan como Social Demócratas, el problema radica en que las personas, aún sabiéndolo, siguen apoyando a quienes los hacen reír y repiten guiones burlescos en contra de su oponente.
¿Es un tema de expertos?, si pero no, ciertamente escribir una Constitución podría ser el equivalente al diseño del plano de una edificación, a la que llamaremos Chile; por lo mismo, encontrar al o a los mejores arquitectos, supondría mejores cimientos, diseño y elección de materiales. Lamentablemente (realmente estoy detestando usar tanto esta palabra), del momento que cada bloque presenta a sus mejores expertos, algo empieza a enrarecer el ambiente. Es más, hoy día 10/11/23, leí una publicación referente a la opinión de 4 profesores de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez, donde sostienen, textual «Es desconcertante la falta de cordura de los redactores», en Chile, al parecer, experto e inteligente, no son sinónimos.
El tema es complejo, si se vota por el Rechazo, quedamos a merced de políticos faltos de carácter que, atendiendo a las necesidades de la gente, hacen promesas que no podrán cumplir, porque, tal y como fue indicado previamente, el tema no es si Chile necesita o no una nueva Constitución moderna, sino que no existe un mecanismo infalible que nos asegure la idoneidad de quienes serían responsables de pensarla y redactarla. Si votamos Apruebo, terminamos con los procesos constituyentes y dejamos en manos del Congreso, la responsabilidad de hacer los ajustes legales necesarios para que exista un balance jurídico en Chile, uno que ellos, desde instaurada la democracia, no han sabido hacer.
Una vez escuché que la Constitución podría ser escrita por las Universidades, por expertos sin intereses mediáticos y/o aspiraciones políticas, por todos quienes, publican cartas, envían sugerencias y se dan el tiempo de analizar las propuestas que han sido creadas en los dos procesos constitucionales pasados, luego me acuerdo que Alberto Mayol trabaja en el mundo académico y que Vivaldi es embajador, y cuestiono, inmediatamente la objetividad y el altruismo imperante dentro de nuestras casas de estudio.
¿Quizás podríamos conferir, abiertamente, la responsabilidad a los empresarios? pero bueno, los dos mandatos del Presidente Piñera y el apellido Larroulet, anulan esta idea, sin necesidad de explicación.
¿Quizás sea buena idea esperar un poco y entregarle esta responsabilidad a las nuevas generaciones? pero luego recuerdo a los parlamentarios sub 35, esos mismos que dan puntos de prensa sin haberse preparado, que son amigos de las fundaciones de sus parejas, que defienden una dictadura previa a su fecha de nacimiento y que, sumando y restando, musicalizan su inteligencia al ritmo del Reggaeton, y se me pasa.
Es realmente un dilema, Apruebo y doy vuelta la página o Rechazo y espero un milagro, quizás, me encuentro en la misma posición de Brad Pitt en Aquiles, mirando a la masa y preguntando ¿Existe alguien más?.
A modo de cierre, espero que se entienda que creo en las excepciones a la regla, personal y profesionalmente, sé que no todos los empresarios son delincuentes, que no todos los políticos son incompetentes, que no todos los expertos son ególatras sin conciencia social y que no todas las nuevas generaciones son mentes irresponsables secuestradas por ruidos urbanos, pero, lamentablemente, si cualquiera de ellos se postula a un tercer proceso constituyente, ninguno sale electo (menos si corren contra Junior Playboy jaja).
Comentarios
15 de noviembre
Chat GPT quizás haría una mejor …
Sld
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16 de noviembre
Jajajaja estaría notable… Mañana le pregunto jajajajaja wena
16 de noviembre
Quizás la solución la tuvimos y fue la propuesta enviada por la expresidenta Michelle Bachelet al Congreso en marzo/2018.
Independiente del resultado, las causas que llevaron a lo ocurrido en octubre/2019 continúan sin solucionar.
Saludos.
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16 de noviembre
Trataré de ser más diplomático de lo habitual…. No le creo nada a Michelle Bachelet, si no fue capaz de atender a la comisión para la transparencia y si de su escuela surge Alvaro Elizalde… En fin… En serio, Maturana y Nicanor eran la opción. La Anticonstitución Autopoyética
Un abrazo
17 de noviembre
Fuera de bromas, estimado, hay una comprobación de que el fetiche de hacer una Constitución «desde la ciudadanía» usando la democracia electoral, no resulta. Naturalmente los que se candidatean tienen tendencia política, los que votan lo hacen por una idea política, y por lo mismo es natural que cuando se ponen a redactar una Constitución, piensan desde su tendencia política. La única forma de que esto fuera algo ciudadano es que la elección de consejeros hubiera sido en forma aleatoria, trasladando el problema a que las personas elegidas podrían no tener conocimientos ni interés, debiendo pasar por una capacitación inicial, que puede tomar tiempo.
El caso es que, otra vez, se cree que basta redactar una Constitución para que el mundo sea como quiere el político. No reconociendo la naturaleza humana diversa, sino querer que los ideales (del político..) primen sobre la conducta espontanea de los individuos. Si el político se limitara a conseguir apoyo para sus ideas en minutos electorales, se daría cuenta que cada vez es mas inútil el tratar de dibujar la sociedad en un papel.
Saludos
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