Esta columna parecerá conmemorativa del Día de los Inocentes. Mal que mal, hace pocos días fue 28 de diciembre, cuando se estila difundir informaciones manifiestamente falsas, similares a las fake news que, aunque nos resistamos a acostumbrarnos, se tomaron por asalto la última elección presidencial.
Esperaba sentado el 19 de diciembre en un pupitre escolar como los de antaño, de ésos que sólo quedan en escuelitas como las de Puerto Guadal. Un pueblito tan pueblito que la labor de apoderado electoral se toma en serio por los procedimientos, mas no para catalogar a quienes comparten las opciones alternativas como adversarios. Menos aún como enemigos.
En tal desempeño aterricé mentalmente tras el posteo de una amiga, luego de conocerse los resultados de la segunda vuelta. Colega que también defendió los votos del hoy vecino Presidente.
“El trabajo colectivo y de las organizaciones sociales es fundamental. Los apoderados de Kast no podían entender que no nos pagaran por estar ahí”.
Su frase me hizo recordar un diálogo que sostuve, sentado en el banco escolar, mientras esperaba el conteo de los votos aquel 19 de diciembre.
“Es larga la jornada, eh. ¿Y cuánto les pagan por hacer esta pega?” nos consultó, a Miriam y a mí, uno de los vocales del recinto en que estábamos apostados. Ella como apoderada de su mesa, yo como apoderado general.
“¿Nos pagan?” respondimos. “Nada poh, si el rol de apoderado es voluntario, de pura convicción” replicamos.
“Aaaah” fue la respuesta. “Porque al apoderado de Kast le pagaron” continuó el espontáneo informante.
No haré de estos diálogos un acto de pontificación sobre los buenos y los malos, los mercantiles y los solidarios. Nosotros vs. ellos. Tampoco que necesariamente haya sido así en todos los casos (de una y otra opción). Sólo relato lo que he sabido y mi experiencia personal, no intentando ser esto un estudio acabado de la forma en que se reclutaron los miles de apoderados y apoderadas que ese día monitorearon la elección.
Si algo ha estado en discusión en los últimos años, además de la garantización de derechos sociales y acceso a bienes comunes, junto al cuidado de la naturaleza, es la desmercantilización de la vida social.
No sólo de pan vive el hombre (y la mujer) sino de toda palabra que sale de la boca del Señor, nos dice el libro de Mateo, capítulo 4, versículos 3 y 4. Lo que alumbra el monumental libro, a fin de cuentas, es que no sólo la materialidad es motor de la existencia. También los símbolos a ella asociados.
Y dentro de esas señales, una relevante es la capacidad de la ciudadanía de movilizarse por intereses colectivos más allá de los particulares.
Si algo ha estado en discusión en los últimos años, además de la garantización de derechos sociales y acceso a bienes comunes, junto al cuidado de la naturaleza, es la desmercantilización de la vida social. Construir una sociedad donde todo tenga valor, pero no necesariamente precio.
Por ello lo ocurrido hace dos domingos es sintomático del país que se intenta construir y que es parte de una nueva épica que esperamos comience a cuajar en las instituciones a partir del 11 de marzo de 2022. Algo ya hemos visto en las primeras imágenes, donde no todo es pragmatismo, no todo es economía, no todo es rentabilidad monetaria.
Y esto no es obviar las necesidades materiales ineludibles de la sociedad actual y de cada persona y familia en particular. Alejado estoy de ello. Todos requerimos dinero para suplir necesidades que no podemos satisfacer autónomamente, por ello el mercado seguirá teniendo un rol el relevante (además del Estado, esperamos). Pero no debe ser el único y prioritario objetivo en todo momento y lugar. Incluso en el de una elección presidencial.
Todo eso pensé al recordar ese día, sentado en el pupitre de esa hermosa escuelita rural.
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abechtold
Es curioso…yo estuve como apoderado por Kast en Maipu, y me comentaban al reves…que cuanto me pagaban (0, claramente), porque estaban los de Boric que llegaban con un «bono». Claramente todo depende