Las filosofías políticas ilustradas comienzan a formarse, poco a poco, entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, entre ellas el socialismo, el anarquismo, el marxismo y el liberalismo; las primeras tres toman una posición fuerte con las Internacionales y el Manifiesto Comunista, de Friedrich Engels y Karl Marx, como escrito emblema de un pensamiento temido por las élites políticas y económicas del Reino Unido, Alemania, Francia y otras potencias monárquicas como el Imperio zarista. Entre ellas hay diferencias, pero el objetivo en ese entonces estaba muy claro: la estructura.
La posición era evidente, la división de las -dos- clases era cada vez más profunda con el avance del capitalismo, el cual tiene un proceso a partir, aproximadamente, del siglo XIII-XIV con la conformación de la Corona Española y la invasión de este reino al continente de América. Los procesos de intercambio poco a poco, durante el avance de los siglos, se irían complejizando, el comercio marino será central para evidenciar las rutas de comunicaciones además de los ferroviarios. La paz de Westfalia también marca un hito, dentro de todo este proceso, dejando como historia la idea de una potencial cooperación entre Estados. El todo anterior descrito, junto con otros procesos, y culminando -o comenzando, en realidad- con las distintas revoluciones industriales.
Volviendo al siglo XXI, en Chile se viven tiempos complejos. La ciudadanía despertó en contra de un sistema político-económico que tiene muchas falencias y, la clase política, no ha logrado mejorar con “arreglos técnicos”. Y es aquí donde el materialismo histórico tiene una cabida en explicar todo este proceso que parece muy adecuada:
Y entrando más en el último punto, el modelo neoliberal es muy susceptible a los cambios y procesos sociales debido a que estos tienen un efecto en pilares importantes de los que este depende. Empezando por los mercados bursátiles muestran índices bajos y también cómo empiezan a haber flujos de capitales para afuera de Chile. Las PYMES se ven absolutamente afectadas, pero así también las grandes empresas de Chile como las portuarias y las mineras.
La tensión que genera este proceso es parte de lo que el materialismo histórico hacía ver ya en la época de Engels y Marx y otros pensadores de mismas nociones: quienes poseen el capital no quieren perder una posición de privilegio. Lo último está plasmado en la frase de nuestra Primera Dama, Cecilia Morel, cuando habla de que tendremos que ceder parte de nuestros privilegios. También así, cuando habla de alienígenas, solo que tal vez yo sustituiría esa frase por alienados. La condición anómica a la que muchos chilenos ha llevado este sistema los hace férreos manifestantes que no le han tenido miedo ni siquiera a los militares con sus armas.
Mártires internacionales
La sociedad chilena no propone una destrucción absoluta del sistema, únicamente quieren sustituirlo por otro: esto los hace contra sistemáticos, no antisistema.
En otra parte del artículo, también es importante decir cómo las movilizaciones, por más que el poder ejecutivo intente deslegitimar las manifestaciones, estas agarran fuerza internacionalmente. El Estado tiene las herramientas para el control interno, tanto las Fuerzas Armadas y de Carabineros, y la alta clase tiene los medios de producción y los medios de comunicación; pero las personas están teniendo el apoyo internacional. No solamente por compasión, sino que repetición. Muchos países de fuera están teniendo problemas sociales con sus respectivas movilizaciones.
El manifiesto comprendía una unión de los proletarios, pero la capacidad de los reclamantes chilenos de volverse mártires no los une en una lucha igual. Cada expresión está en contra de un problema estructural, pero concreto, de estos países. Por lo que, se crea simpatía, mas no colaboración que sea sustancial.
Ergo, el materialismo histórico logra darnos directrices de dónde vienen los problemas locales y los que están en otros países. La empatía se da con mensajes de apoyo, pero la lucha se mantendrá concentrada en las manos de los ciudadanos chilenos.
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