Mientras miles de familias chilenas en Osorno -cerca de 180 mil personas- sufren la ausencia del suministro de agua en sus hogares, simultáneamente, la élite empresarial chilena (Cámara de la Producción y el Comercio, Cámara Chilena de la Construcción, Sociedad Nacional de Agricultura, Cámara Nacional de Comercio y, además, la Banca) publicaron este domingo una inserción en la prensa escrita nacional para protestar por el proyecto de ley que se discute en el Congreso respecto a cambios en el Código de Aguas.
El argumento que este grupo de empresarios (de todos los tamaños, pero liderados por la élite empresarial) es que se vulnerará el derecho de propiedad. En palabras bastante simples (estoy lejos de ser un conocedor de los aspectos técnicos), el reclamo de esta gente es: «Queremos poder seguir diciendo «esta agua es mía, y para siempre», derecho que efectivamente les consagra el Código de Aguas del año 1981, y que la Constitución del año 1980 también les garantiza. Pero eso es una anomalía. Chile es el único país del mundo que tiene sus aguas privatizadas, con dueños.¿Es sensato y aconsejable que en Chile el agua siga teniendo dueños? ¿No debiéramos comenzar a entender de una vez por todas que el agua es un recurso esencial para la vida, y por lo tanto, no susceptible de ser tratado como una mercancía más?
¿Es sensato y aconsejable que en Chile el agua siga teniendo dueños? ¿No debiéramos comenzar a entender de una vez por todas que el agua es un recurso esencial para la vida, y por lo tanto, no susceptible de ser tratado como una mercancía más?
Lo sensato es que en Chile se autorice el uso o concesión del agua por tiempos limitados, acotados. Usted, señor empresario, podrá usar el agua para sus actividades agrícolas y mineras, pero usarla, muy diferente a ser el dueño de esas aguas. En todos los países del mundo esto es una obviedad, pero en Chile nos resistimos a corregir muchos de los errores que heredamos de la dictadura cívico-militar. Y este es uno de ellos.
Que la élite empresarial pare la chacota. Actúan como verdaderos carroñeros insaciables de poder, que ponen el grito en el cielo cada vez que la sociedad chilena reflexiona y pretende corregir anomalías injustas.
El agua es vida, y como tal, debe estar disponible para el conjunto de la sociedad, y la primera prioridad, siempre, debe ser el uso para consumo humano. Luego para fines económicos-empresariales, pero vía concesión. No vía «propiedad privada».
En una de las primeras escenas de la obra maestra cinematográfica «2001, Odisea en el Espacio» (Stanley Kubrick, 1968), se ve a un grupo de primates en la sabana, con poco alimento, pero sobreviviendo alrededor de una charca de agua. Ahí estaba la sobrevivencia, en esa charca de agua. Primates de otra «tribu» se acercan para beber, y se arma un griterío violento, pero las exclamaciones guturales de esos simios «pre-humanos» quieren decir algo bastante claro: «¡Esta agua es mía!… ¡Esta agua es mía!». Se impuso la banda de primates que aprendió a usar un hueso como arma, apropiándose así de la charca.
La inserción de los empresarios chilenos en la prensa me recordó al griterío de esos primates de la película, exclamando «¡El agua es mía, el agua es mía!». Con el debido respeto que merece la película.
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