Fue motivo de polémica hace unos días la ausencia del Presidente de la Cámara de Diputados en el Te Deum católico. El señor Iván Flores, presidente de la corporación, esgrimió argumentos de índole regionalista para explicar su ausencia: habría privilegiado participar en las actividades de su distrito, delegando así su presencia en la Catedral Metropolitana a uno de los vicepresidentes de la cámara baja.
En mi opinión existen varias razones -y algunas de ellas bastante poderosas- para que todas las autoridades del Estado chileno no participen de la ceremonia religiosa llamada Te Deum que realiza la Iglesia Católica, al menos no en su calidad de autoridades o funcionarios del Estado. Es obvio que en su calidad de ciudadanos o de seguidores de la iglesia sí lo pueden hacer. Pero apelo a su condición de funcionarios del Estado.
Me detendré en una de esas razones.
Se denomina «cultura organizacional» a aquel conjunto de valores, tradiciones, actitudes y hábitos que tiene una organización o grupo formal humano. La Iglesia Católica tiene sin duda una cultura organizacional compleja, pero no por ello imposible de analizar. De hecho, fue el mismo Papa Francisco quien realizó una certera descripción de un aspecto clave de la cultura organizacional del clérigo chileno.Toda la estructura del Estado de Chile, sus funcionarios y autoridades, deberían tomar distancia de cualquier organización de la sociedad civil que tenga antecedentes de estar actuando, en los hechos, como una organización criminal.
En mayo de 2018, ustedes lo recordarán, el Papa Francisco le envió una carta al conjunto de obispos chilenos («Al Pueblo de Dios que Peregrina en Chile» es el nombre del documento), diciéndoles textualmente que la Iglesia Católica chilena tiene una «cultura de abuso (sexual a menores) y de encubrimiento». Lo dijo el Papa Francisco: existe una «cultura» de abusar y encubrir en el clero chileno.
Tanto el abuso sexual de menores como el encubrimiento de ellos son delitos. Es decir, en la Iglesia Católica, 2 personas o más, en forma estable y por tiempo indefinido, en forma concertada (como parte de su «cultura», como dijo el Papa) se han puesto de acuerdo para cometer delitos de abusos y/o encubrimiento. Esto tiene un nombre: se llama Organización Criminal.
Sostengo que toda la estructura del Estado de Chile, sus funcionarios y autoridades, deberían tomar distancia de cualquier organización de la sociedad civil que tenga antecedentes de estar actuando, en los hechos, como una organización criminal. Y si analizamos el actuar de la iglesia católica -su clero, su jerarquía- uno no puede más que llegar a la conclusión que han actuado como una organización criminal. Son demasiados los casos de abusos sexuales y encubrimientos los que se acumulan como para negar esta realidad.
En definitiva, considero que una ceremonia de acción de gracias realizada por la Iglesia Católica en Fiestas Patrias, debe ser una actividad religiosa que no involucre ni por tradición ni por obligación a funcionarios del Estado, ya que el Estado debería mantenerse distante de una organización cuyo propio líder mundial reconoce que tienen una «cultura» de abuso y de encubrimiento.
He dejado fuera del análisis la razón más obvia para que las autoridades del Estado no participen de estas ceremonias: la condición laica del Estado chileno. Esa consideración, por sí sola, debería ser suficiente.
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