Punta Arenas se está organizando para celebrar los 500 años del “descubrimiento del Estrecho de Magallanes”. Hace algunas semanas, de paso por la ciudad, me tocó presenciar una manifestación en contra de dicha celebración, manifestación que las autoridades de la zona condenaron y reprimieron inmediatamente. En honor a la verdad, no se trató de una movilización violenta, aunque sí me llamó la atención la vandalización de la estatua de Hernando de Magallanes, en plena plaza de armas. Me quedé con la impresión de que, más temprano que tarde, el estatus de ese navegante europeo se vendrá abajo.
Esto de derribar estatuas tiene una carga simbólica y política incomparables. Hace menos de un año, por ejemplo, en Los Ángeles (Estados Unidos) se retiró definitivamente una estatua que honraba al “descubridor” Cristóbal Colón. Acogiendo un reclamo histórico de las comunidades indígenas, las autoridades locales decidieron no continuar con la apología a un personaje que dio inicio al genocidio más brutal que haya sufrido la humanidad. Paralelamente, se hacía justicia con la historia pues Colón no descubrió, sino que inventó América, y con ella modernidad y colonialismo contra los pueblos que aquí habitaban. Esto de la “invención” de América tiene diversas versiones; personalmente me identifica la interpretación que hiciera, a mediados del siglo pasado, el sioux Vine Deloria Jr. Desde luego porque era indígena, pero ante todo por el humor y la ironía con que realizaba sus análisis y descripciones, atreviéndose a hundir el dedo en la llaga y declarar que -no obstante, algunos avances- la historia y presente de los indígenas sigue siendo de racismo y violencia.A 527 años de la invención de América nuevamente cabe la reflexión respecto a nuestra situación y la independencia arrebatada. A siglos de la llegada de Colón o Magallanes conviene repensar y decidir si sus estatuas seguirán de pie, como hitos del colonialismo europeo
El conquistador europeo nos inventó como seres intelectualmente inferiores y con costumbres bárbaras. Para los más se justificaba el genocidio; para un sector misericordioso, en cambio, era deber proteger a los indios y guiarlos hacia la civilización. Lo cierto, es que ambos grupos lograron coincidir -en pos de las tareas de conquista y colonización- en la conservación de los indígenas mediante su transformación en un sujeto tributario, ya con su cuerpo y libertad, ya con sus tierras. Y aunque se siga sosteniendo que el surgimiento de las nuevas repúblicas latinoamericanas implicó la ruptura de la matriz colonial europea, ello no fue así. Al menos respecto a los indios, quienes siguieron sujetos a un Derecho ajeno, impuesto por la fuerza. Lo único que cambió fue el lugar de enunciación, el lugar desde donde se ejercía la capacidad nomogenética: hasta inicios del siglo XIX fue Europa; luego cada naciente república tendría su propio legislador soberano.
Entonces, y desde una perspectiva jurídica, los nuevos Estados implicaron la continuación de una política de negación y sometimiento del indígena a un legislador extranjero. Salvo ciertos matices, esta relación de dominación se demuestra en la conservación de la institucionalidad destinada a gestionar y brindar protección a la persona y bienes del indio. La normativa sobre tierras indígenas, por ejemplo, no fue innovación del Estado chileno, ni sus distintos gobiernos. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII había ya normas destinadas a radicar a los indios y dar solución a sus tierras -que éstos forzadamente debían abandonar- a objeto de otorgar mercedes o evitar que latifundistas especuladores se hicieran de aquellas mediante contratos fraudulentos, siempre bajo el supuesto de que los indígenas son incapaces de contratar y, por ende, necesitan de protectores o intermediarios que actúen por ellos. La actual ley indígena N° 19.253 contiene los mismos principios, ¿reminiscencia?.
Para Chile, la independencia llegó a inicios del siglo XIX. Para los indígenas, en cambio, solo hubo cambio de amo: de uno europeo a uno chileno con ascendencia europea. Por eso no sorprende el estudio sobre desigualdad que el PNUD publicara en 2017 y donde los “peores” apellidos de la pirámide social chilena siguen siendo mapuche. Acto seguido, tampoco sorprende que, debido a esta eterna situación de vulnerabilidad, los indígenas sigan siendo representados -en su hablar y pensar- por personas consagradas como “expertas” en pueblos originarios, o que la oligarquía política chilena invente, dentro de sus estructuras partidistas, secciones para pueblos indígenas, o continúe levantando sus propios mocitos indios. A 527 años de la invención de América la herida colonial continúa abierta y el racismo ha tomado nuevos bríos. Hace apenas unas semanas, por ejemplo, Juan Sutil -principal impulsor de “Carretera hídrica”- decía, en una entrevista, que solo había que dar solución de tierras a aquellas comunidades indígenas que habían recibido título de merced. Pero, ¿sabrá este señor que esos títulos se otorgaron, apenas, a un tercio de la población indígena en Chile? O, más pertinente aun: ¿sabrá este señor que en Alto Bío-Bío hubo comunidades -Pitril, Ralko, por ejemplo- que no recibieron títulos de merced debido a la oposición de los mismos latifundistas que espuriamente se habían hecho de esos territorios pehuenche?.
A 527 años de la invención de América nuevamente cabe la reflexión respecto a nuestra situación y la independencia arrebatada. A siglos de la llegada de Colón o Magallanes conviene repensar y decidir si sus estatuas seguirán de pie, como hitos del colonialismo europeo. En pleno 2019 urge volver a cuestionar el estatus del mapuche dentro la sociedad chilena para que, en definitiva, vuelva a ser el indio el que hable por sí mismo y se haga cargo de su propia vida, de manera autónoma y soberana. Marichiweu!!
Comentarios
14 de octubre
Bueno, aparte de demostrar una brutal ignorancia respecto de la colonización española (a diferencia de la inglesa, portuguesa u holandesa), coincido en un punto. La ley indígena chilena los trata como incapaces legales, no pudiendo vender sus tierras. Al parecer, son considerados idiotas a tales fines. Eso debe terminar.
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14 de octubre
Lo bueno es que coincidimos en algo.
Eso sí, de su comentario fluye que usted tiene un brutal conocimiento respecto a las diferencias que existirían entre la colonización española y otras (inglesa, portuguesa u holandesa). Podría aprovechar el debate e ilustrarnos.
Saludos,
15 de octubre
Jorge,
No tengo un brutal conocimiento, a diferencia de tu falta del mismo, ya sea honesta o para efectos de tu artículo. Sí tengo claro que la Colonia española fue la única que avanzó a base del mestizaje, mientras las otras mediante la exterminación (salvo en Argentina). Te recomiendo Imperofobia y leyenda negra (Siruela) de María Elvira Roca Barea, que va por su edición número 24 desde que se publicó en 2016.
15 de octubre
Es que la brutal ignorancia/conocimiento tiene que ver con quienes se beneficiaron de los «avances» que, según usted, habría logrado la colonización española.
Así, lo que para usted son «avances», yo los considero exterminio y expoliación pues, para los mapuche, la relación con el imperio español y con el Estado chileno siempre ha sido una relación de dominación, justificada en la guerra y apenas morigerada por la acción de la Iglesia Católica.
Pero tenga en cuenta que no es casual que Juan Pablo II, Benedicto XVI o el papa Francisco hayan pedido perdón por el genocidio ocurrido en América. En otras palabras, ¿por qué pedir perdón por un hecho donde no cabe responsabilidad alguna?
La «leyenda negra», entonces, es leyenda solo en la conciencia de quien persiste en su actitud colonizadora. Por eso que España se ofenda cuando el presidente de México les exige disculpas por el genocidio cometido en contra de los pueblos originarios de esos territorios (e, incluso, no dude en reprimir los reclamos independentistas que hay en su seno…).
17 de octubre
Quizás no debería olvidarse Ud. que también es Quinteros, es decir, igual que la mayoría de nosotros, es Ud. mestizo, aunque sueñe con borrarse toda mancha gallega. Si hubiera sido el caso, y cambiamos esta América por la otra, la anglosajona, es evidente que su estirpe había sido eliminada y Ud. no existiría. En todo caso, esta Ud. dominado por ese constructo llamado «la leyenda negra», pero no lo crea, es un cúmulo de inventos y embustes realizados por gente que odia lo que es. Ahora, como decía un meme que vi recientemente, si no desea ir a misa y preferiría ir a a ver otro rito religioso, el como se le saca el corazón a unos 1000 prisioneros sobre una pirámide ceremonial, es asunto suyo.
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18 de octubre
Estimado Javier:
No creo haber apelado a una supuesta “pureza” racial mapuche. Si fuese usted fuese un lector atento y reflexivo, comprendería que mi argumento dice relación con un reclamo nacionalitario, de un pueblo-nación que se considera diferente a otro en términos sociales y políticos, no raciales. En este sentido, si el invasor fue blanco, negro, azul, chino o marciano, me da igual. Sepa usted que los y las mapuche nos reconocemos como tales por nuestra historia, presente y futuro común, no por estándares fenotípicos, ni menos genéticos.
Ojalá su discurso no obedezca a una especie de “síndrome de Estocolmo” que, naturalizando el racismo y la violencia, cree que los antecedentes de genocidio y expoliación son meras “leyendas” inventadas por un complot de gente resentida, que odia lo que es. Sinceramente, espero que su discurso responda a la posición de privilegio que ostenta en cuanto heredero de las dispensas construidas tras la invasión a estos territorios. O, tal vez todavía no tiene esa posición, pero confía en que la élite chilena lo reconozca como un igual y le otorgue membresía, obviando su carácter mestizo. Suerte en ello.
Y, en cuanto al meme, no lo conozco. Pero creo que es un autogol, de su parte, acudir al argumento del rito católico como ejemplo de civilización. Yo, al menos, no lo haría…
18 de octubre
Estimado jorge, si es así, ¿porque no aceptar la realidad?, si lo vemos como una invasión, una parte de Ud. invadió otra parte de Ud., y así nos ocurre probablemente al 99% de este país, no hay gente puramente europea por aquí, todos tenemos mezclas, desde el lejano oriente pasando por todo el globo, eso es América, eso somos, una cosa nueva, latinoamericanos. Quizás los líderes religiosos,que son también líderes políticos, anden pidiendo perdón por ahí y esta bien, uno esperaría que muchas otras gentes, y también otros pueblos pidan perdón, no he escuchado, sobre este tema que Ud. trata, pedir perdón a los imperios precolombinos por las miles de victimas, pueblos más pequeños y menos afortunados que eliminaron. Pienso que en nuestro caso, y quizás para todo latinoamérica , todo este asunto del indigenismo, del mito del buen salvaje y del blanco malo, no es otra cosa que un constructo político diseñado por gente que desea aprovecharse de nosotros, mestizos, que trabajamos duro por construir estos países, nuestros países, nuestra tierra, la tierra en que nacimos, y por supuesto, su país.
21 de octubre
Estimado Javier, en su conclusión coincidimos plenamente. Yo también apelo a una construcción común ¿o apelaba? Hoy cuesta definirme, pues en ese proceso de querer participar como un chileno más, desde pequeño, he sufrido exclusión precisamente por venir de una población y ser mapuche. Y no me refiero a burlas o comentarios discriminatorios, me refiero a constatar el hecho que aunque haya estudiado en las mejores universidades chilenas y tengas grados y postgrados ello no tiene mérito. Bueno, para serle franco, sí se me han ofrecido oportunidades (y muchas) pero siempre bajo la condición de “blanquearme”, es decir, negar u obviar que pertenezco a una población marginal de Santiago y, además, dejar de reivindicarme como mapuche. Han sido ofertas laborales tentadoras, pero yo me siento parte del común, porque pienso que la riqueza intelectual de la sociedad está en lo común, está en cualquier lado. Para la élite chilena, en cambio, la actividad intelectual es un don exclusivo de ella, por ello que solo se mira, lea y escuche a ella, no al resto, no a la comunidad. Para esta élite que gobierna, la comunidad solo debe acatar sus mandatos, servirles de mano de obra, consumir y endeudarse para consumir.
Pero la paciencia se agota, por ello el estallido social de estos días. Por ello nuestro reclamo histórico mapuche y la necesidad de conformar una organización social y política que ponga a la comunidad por sobre el dinero y el individualismo.
Tenga un cordial saludo y ojalá -ojalá