La verdad, calificar la situación actual de «Fascismo del siglo XXI» resulta más bien una separación espacio-temporal que una calificación cualitativa. Lo que hoy han llamado «Alt-Right» o «populismos de ultraderecha» son idénticamente similares a los movimientos fascistas del siglo pasado, con una expertiz especial en la comunicación política en las «redes sociales» y la elaboración de memes, algo propio de los tiempos.
Por alguna razón nos olvidamos, o queremos olvidar, de que efectivamente el fascismo fue un movimiento popular de masas, y en ello tuvo mucho éxito. Pareciera que obviamos de la historia el comportamiento del «ciudadano común» en aquellos momentos históricos, y nos centramos en la personificación obsesiva de la maldad en ciertos sujetos relevantes de los acontecimientos.
El «programa» económico del fascismo es el mismo de antaño. Extrañamente, se repite que los nazis eran «igual» que los socialistas en materia económica. Esas personas, parecen desconocer de forma preocupante que los nazis fueron pioneros en la privatización de empresas públicas. Posterior a la crisis del 29, las potencias occidentales aplicaron una serie de políticas «keynesianas» que la Alemania Nazi fue pionera en revertir. Es tan así que el término anglo «Reprivatization» viene del concepto alemán «Reprivatisierung», los grandes capitales alemanes beneficiados por las políticas nazis fueron a la vez sus grandes benefactores. (Against the mainstream: Nazi privatization in 1930s Germany)El fascismo es sumamente ágil en canalizar los instintos más bajos de las masas: el odio a lo diferente, el miedo, el paternalismo, anti-elitismo, y sobre todo un odio profundo a los intelectuales
En la misma línea, no deja de ser sorprendente, y preocupante, que las condiciones anteriores sean demasiado similares a las actuales. La izquierda está en una novela autoflagelante de responsabilidades, como un futbolista que se culpa de perder un partido ni siquiera entrando a la cancha, cuando es la derecha liberal la que debe generar un proceso de reflexión profundo. Pues esa derecha es la que tiene una responsabilidad importante en haberse aprovechado electoralmente de esos sectores, y haberlos alimentado y no hay que olvidar que ningún, absolutamente ningún Estado Liberal fue desmantelado desde la izquierda en el ascenso del fascismo en el siglo pasado, sino todos desde la derecha. La destrucción de la democracia liberal vino por la derecha y no por la izquierda, como estudió Eric Hobsbawm en «Historia del Siglo XX«.
El rol que han jugado también las famosas «fake news» o la «posverdad» son importantes a la hora de interpretar los comportamientos electorales actuales, sin duda, pero tampoco hay que olvidar que el fascismo es sumamente ágil en canalizar los instintos más bajos de las masas: el odio a lo diferente, el miedo, el paternalismo, anti-elitismo, y sobre todo un odio profundo a los intelectuales. Algunos principios de los cuales parte de la izquierda populista también abusó a mediados del siglo pasado como señala en su libro el periodista Thomas Frank «¿Qué pasa con Kansas? como los ultraconservadores conquistaron el corazón de EEUU, 2008», donde señala al fascismo actual como un Doppelganger de la izquierda populista en cuanto a la comunicación política, entre otras cosas. Quizás uno de los mejores libros escritos para entender la actualidad.
Es difícil dimensionar donde va a reventar la nueva «ola» fascista considerando ciertos factores preocupantes, sobre todo que Estados Unidos esté gobernado por uno, o que pareciera no existir una resistencia articulada , o que los liberales están más preocupados de hacer una bizarra interpretación de la tolerancia y empatar la cancha, o mientras la izquierda sigue desperdigada culpándose de una responsabilidad que no les atañe en vez de generar un rearme político y ofrecer una alternativa real.
Lo que si parece claro, es que con los antecedentes de estos fenómenos, con aproximadamente 64 millones de personas muertas, pareciera ser de esos conflictos en que en algún momento la diplomacia revienta, el poder cautivador del fascismo es clave en ello. En todos los países donde estos líderes autoritarios gobiernan (Salvo EEUU aunque parece momentáneo), las condiciones de vida de las personas no han hecho más que empeorar, pero la masa está convencida de que el enemigo es el sujeto de color o idioma diferente que toca la puerta de la casa, u obsesionada en la santidad del feto. Las condiciones de vida materiales pueden esperar.
Eso sí, como primer paso, mínimo, para comenzar a dirigirse a una posible salida, podríamos comenzar a llamar al fascismo, como lo que es, fascismo. O más bien, fascismo con internet y memes.
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