Hace más o menos una semana, se viralizaba la columna publicada por el sociólogo Slavoj Zízek postulaba que esta crisis pandémica ha generado un shock tan potente en la economía globalizada que los Estados modernos se verían obligados a «decidir» entre una especie de «comunismo global o la ley de la jungla». En esa línea, Zízek señalaba también que, incluso, está en entredicho el sistema de «comunismo autoritario» imperante en China y de los populismos soberanistas tan latentes en estos días tanto en las naciones europeas como americanas.
Casi de inmediato, el también sociólogo Byung-Chul Han refutó aquella postura de Zízek anticipando, de forma correcta a mi juicio, que el virus «no vencerá al capitalismo».
Sin duda alguna, esta crisis ha dejado expuestas ciertas fisuras de la economía liberal globalizada, fisuras que podríamos catalogar de normales en cualquier sistema económico, pero más allá de eso es sumamente preocupante el momento en que se produce la crisis y también sus eventuales consecuencias políticas.Probablemente la gran consecuencia política de esta crisis sanitaria sea, acelerar de un modo inesperado, el giro a Estados más autoritarios y más basados en el control, un resurgimiento visible de las sociedades disciplinarias y la sociedad de control que tanto estudiara Foucault.
Las medidas de aislamiento, necesarias desde el punto de vista sanitario, probablemente terminarán reforzando el correlato político de los neofascismo europeos, de que «cerrados estamos protegidos» y del enemigo externo, por ello su éxito electoral en el impulso de políticas de control migratorio sin sentido estadístico ni lógico. Discursos que, si bien han sufrido una especie de estancamiento electoral, se mantienen aún muy latentes en el escenario político. Es muy probable que posterior a la crisis y en las elecciones que se vean venir, sobre todo en Europa, volvamos a ver nuevamente un nuevo impulso de estos partidos sobre todo en los países que, hasta el momento, se han visto más afectados. Ejemplo de ello es Italia, donde la Lega Norte no para de crecer en intención de voto, y pareciera que después del descalabro por las decisiones del ex Ministro del Interior Matteo Salvini, ser oposición le viene mejor que nunca.
También existe otra arista sumamente preocupante. Zízek plantea que el sistema de «comunismo» chino se tambalea, cuando creo percibir todo lo contrario. Si hay un país que el mundo ha visto como el estandarte del éxito en el control del virus es justamente China, que logró detenerlo con medidas, obviamente, que solo son aplicables en un Estado autoritario o una dictadura. Es más aún, China ha asumido el rol protagónico en cuanto a la cooperación internacional, sobre todo con su apoyo, lógicamente interesado en agradecimiento al apoyo a la Nueva Ruta de la Seda, a Italia. Mientras Estados Unidos sigue gobernado por un presentador de realitys que es incapaz de derrotar su propio narcicismo y cuya administración intentó sobornar a investigadores alemanes para aplicar una vacuna solamente en Estados Unidos, y el resto de naciones europeas se encerraron en su propia problemática (Alemania y Francia cerraron las fronteras a la salida de insumos médicos perjudicando gravemente a Italia). A mi juicio, se corre un gran riesgo de que el modelo chino sea visto por algunas naciones como un modelo a seguir, y su sistema de capitalismo autoritario de Estado y sus terribles mecanismos de control social, aplicados con éxito en el control de la pandemia, sean replicados y admirados.
Así también, Zízek parece olvidar que, quizás, la mayor fortaleza del sistema capitalista es su fantástica y sorprendente capacidad de reinventarse constantemente. Al contrario de Zízek, creo al igual que Byung-Chul Han, que el capitalismo saldrá fortalecido, y quizás de la crisis del capitalismo liberal globalizado se empiece a generar una transformación a un capitalismo mucho más autoritario, justamente a imagen del capitalismo chino.
Posterior a la crisis financiera del 2008, muchos pensadores plantearon, prácticamente, el fin del capitalismo como lo conocíamos, y en el algo no se equivocaron, pues el sistema se profundizó y sus contradicciones se hicieron más latentes. El quiebre de pequeñas empresas generó que la economía global se concentrara en menos manos que en cualquier otro momento de su historia, y con mayor rapidez, y ha existido un persistente aumento de la desigualdad en el mundo desarrollado, también como jamás se había visto, con las consecuentes medidas de «austeridad» fiscal y flexiblización laboral. Cambió, pero se hizo más fuerte.
Probablemente la gran consecuencia política de esta crisis sanitaria sea, acelerar de un modo inesperado, el giro a Estados más autoritarios y más basados en el control, un resurgimiento visible de las sociedades disciplinarias y la sociedad de control que tanto estudiara Foucault. Digo visible porque creo firmemente, a diferencia del sociólogo surcoreano, que las sociedad del control no ha desaparecido. Es cierto lo planteado por este último en cuanto a que en el liberalismo moderno el sistema «cautiva» más que oprime, pero eso lo realiza de acuerdo a que nos movámonos dentro de sus márgenes, y posterior a esta pandemia es muy posible que esos márgenes se estrechen un poco más.
Comentarios
26 de marzo
estas olvidando a los indignados
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