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La felicidad, el fin último del aprendizaje

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En el artículo primero, de la Ley Nº 20.529, acerca del “Sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la educación parvularia, básica y media y su fiscalización” define por educación como “…el proceso de aprendizaje permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas” . Y en el contexto de la sala de clases, el aprendizaje, principalmente, se debiera producir, en la interacción pedagógica, entre el o la profesor (a) y los estudiantes.

En los 15 años, en que se ha evaluado, en este país, el desempeño profesional de los profesores, del sector municipal, y si lo proyectamos a los otros sistemas de administración es muy probable que suceda lo mismo, el ámbito más deficitario ha sido el relacionado con la interacción pedagógica, sobre el 80% de los docentes evaluados. Y quienes participan, en este proceso, son los directivos; los docentes pares; y el mismo profesional (la filmación de una clase; la autoevaluación y el portafolio). Pero, los aprendices, principales sujetos que reciben la acción de la enseñanza, no tienen espacio, ni oportunidad para expresar su opinión en la gestión  pedagógica del profesor o profesora.

Si hablamos de aprendizaje, el rol relevante de la escuela y el liceo es para que los niños, los jóvenes y los adultos aprendan. Esto significa que el foco de gestión, en todas las dimensiones, es centralmente los aprendices y los aprendizajes. Desde la gestión directiva; pasando por la configuración de los horarios hasta el sentido de las evaluaciones.

Por lo anterior, el profesional de la educación debería de ser capaz de diseñar Trayectorias de Aprendizajes de los alumnos que atiende. Para esto, las Neurociencias y la Epigenética, pueden permitirle esbozar itinerarios del desarrollo potencial de las habilidades, según la edad, el desarrollo neuronal y emocional y la mirada biosicosocial e histórica de sus estudiantes, permitiéndole a los protagonistas del aprendizaje el bienestar. Y acorde con los tiempos que vivimos, se debería promover, una educación no sexista.

La escuela de este siglo, en el contexto del aprendizaje, debería promover el uso de las tecnologías adentro y fuera del aula, respondiendo a las aspiraciones, deseos, gustos y capacidades de los aprendices. Así también, se deben desplegar, de manera urgente, políticas efectivas de las actividades físicas y de nutrición, en la institucionalidad escolar (cerca del 50% de los niños y niñas, en Chile, son obesos).

Y especialmente, para que el aprendizaje sea una búsqueda de la felicidad, el currrículum, la escuela y los docentes, deben promover en los alumnos y alumnas el cultivo, de la música, de las artes y la cultura, en los niños y jóvenes y adultos.

La escuela de este siglo, en el contexto del aprendizaje, debería promover el uso de las tecnologías adentro y fuera del aula, respondiendo a las aspiraciones, deseos, gustos y capacidades de los aprendices.

En conclusión, el rol y el foco del currículum, de la escuela y de los profesores debería ser el aprendizaje y los aprendices, permitiéndoles a estos intervenir en el proceso de la evaluación docente.

Por otra parte, la interacción pedagógica debería ser un espacio de negociación entre los profesores y los estudiantes, en donde estos puedan exponer sus gustos, deseos, expectativas y sus sueños, para que el aprendizaje sea emocionalmente efectivo y pertinente. Y los docentes, debieran trazar Trayectorias de Aprendizajes, considerando las Neurociencias y la Epigenética; las tecnologías; las actividades físicas y lo nutricional y el cultivo de las artes y la cultura.

 

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2 Comentarios

Catherine Arriagada Torres

Cuando el foco central de la educación sea el niño y niña, las claridades vienen solas.
Cuando entendamos que la interacción en la enseñanza involucra a tod@s los actores, sentiremos que la vida se réplica en la sala de clases, por tanto, buscar la felicidad parte por revisar nuestros mapas mentales, personales y emocionales.
Si reconocernos a nuestros maestros como agentes de cambio, entenderemos que necesitamos docentes sanos y felices…..la cuestión está en saber que condiciones les estamos otorgando???
Qué condiciones se están otorgando para que la interacción pedagógica este centrada en lo importante? hay interacción entre los actores educativos???

    jorge olivo lillo

    Estimada comparto sus expresiones. Solo quiero recordar como son lo niños de hoy

    “ Son inquietos, a veces hiperactivos; desarrollan, preferentemente, sus habilidades usando triple pantalla de manera simultánea ( tablets; celular; TV ); piensan en hipertextos (nosotros 1234567 ; ellos 4127349); aprenden haciendo; autónomos (están en mejores condiciones para aprender a aprender ; a desaprender y reaprender) ; lúdicos, a través de los videojuegos desarrollan el sentido lógico, enfrentan distintos grados de dificultad y resuelven diversos problemas. Son nativos digitales. Tienen un desarrollo neuronal y emocional distinto; silenciosamente ruidosos, conciben el error como una
    fuente de aprendizaje, y tiene un registro de los hechos y de los dichos de los demás que se manifiestan en su relación con los mayores. Pues, su comunicación es de horizontalidad (Nosotros fuimos de estructuras relacionales de verticalidad) y son amigos de los amigos, de la naturaleza y habitantes permanente del mundo virtual.”

    La escuela que tenemos es del siglo XIX