Me cuesta entender que a esta altura del desarrollo, haya personas que después de que les dices que eres vegetariana (simplemente me aburrí de explicar que en realidad soy vegana), te pregunten, con cierto tonillo aplomado cargado de convicción (mucho más cercano a la afirmación que a la pregunta) «pero comes pescado».
Como si el pescado no fuera un ser vivo cuyo cuerpo está constituido de carne y que respira y siente.
Tan decididamente como me opongo a la explotación de mamíferos, me opongo a la explotación de especies marinas de cualquier tipo. Sí, de cualquier tipo incluidos los mariscos de cualquier especie.La salmonicultura ha arrasado también con la cultura de la zona en donde se ha instalado, en toda su esencia, obnubilando a lugareños con empleos supuestamente bien remunerados, que los aleja de sus raíces.
No solo por la crueldad y explotación animal, también porque la pesca o cultivo de especies marinas está precisamente arrasando el fondo marino. Y no solo la pesca de arrastre.
La salmonicultura ha arrasado también con la cultura de la zona en donde se ha instalado, en toda su esencia, obnubilando a lugareños con empleos supuestamente bien remunerados, que los aleja de sus raíces y los desenfoca de sus propias formas de trabajar y relacionarse con la tierra (o el mar) y sus frutos.
¿En qué momento nos hicieron creer que las jaulas que la emergente industria del salmón empezó a instalar en lagos y bahías en el sur era una de tantas señales de progreso y modernidad?
La industria salmonera no solo iba a dar empleo a habitantes de las zonas donde estaban instaladas, también iba a posicionar a Chile como un competidor importante en la industria, además de proveer a la gastronomía de un producto rico, supuestamente nutritivo y vistoso.
A esta altura casi nadie ignora que el salmón es una especie foránea, cuya crianza y engorde, provoca severos daños en el fondo marino o lacustre (que solo es un eufemismo para decir que mata por completo toda forma de vida en el fondo incluyendo microorganismos). Poca gente ignora ya que el color anaranjado del salmón es artificial, y que se les engorda encerrados de a miles en espacios muy reducidos (el espacio por pez adentro de esas jaulas en Chile, es menos de la mitad de la que tienen los peces en las jaulas de Noruega, primer productor de salmón del mundo).
Lo que la mayor parte de la gente ignora (o no le importa), es que además de todo eso, el salmón que nada sin rumbo, en círculos apretujados está aburrido, estresado, deprimido y peor aún, triste.
El salmón y toda especie submarina (y lacustre) explotada para el consumo humano siente y conocen el miedo. Y no encuentro el motivo para su explotación y no encuentro motivo para dejar de comerlo ahora.
Me pregunto si sueñan los salmones allá abajo en sus jaulas tristes. Imagino que si sueñan, deben ser pesadillas.
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