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Igualdad, justicia, tecnología y rastrillazos en la testa(ruda)

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La creciente y vehemente demanda de abstracciones como «justicia» o «igualdad», no es sino una reacción bastante directa a la galopante inequidad e injusticia (pares opuestos de tales abstracciones, naturalmente) fermentadas por la tecnología; esa que prácticamente todos abrazamos ilimitadamente. La injusticia y la desigualdad no son ajenas a la naturaleza misma (bastará observar otras especies para notar que existen endémicamente), sin embargo, solo en proporciones modestas y en estado impuro, es decir, prácticamente no existe la desigualdad exponencial o la injusticia en un grado de pureza y refinación tal como el actual, sin tecnología (llevada también en alto grado). Lo anterior, no solo en otras especies, sino incluso en grupos humanos con menos intensidad tecnológica.

Los sistemas de símbolos (representación simbólica) —uno de los principales artilugios tecnológicos humanos— que, en su forma de lenguaje, nos permite concebir y mentalizar abstracciones como la justicia y la igualdad, son también uno de los principales posibilitadores de la desigualdad e injusticia, por ejemplo, en su forma de capital; ambos (lenguaje y capital), sistemas de símbolos.

Aunque la tecnología nos parezca ingenuamente un rastrillo tirado en el piso, un objeto pasivo dispuesto a ser “usado”, bastará pisarlo (usarlo irresponsablemente) para recibir un golpe en la cabeza… El dolor y los golpes aumentarán proporcionalmente (en frecuencia e intensidad) amén de los pisotones, esto, aunque nos victimicemos y pidamos ayuda a gritos cada vez más altos… cada quien está ocupado dándose con los rastrillos propios o ajenos disponibles…

De la desigualdad y de la injusticia entonces, o somos co-responsables (individual y/o colectivamente) o, a lo menos, somos co-ignorantes (individual y/o colectivamente) de los alcances que tiene dar rienda suelta a nuestro deseo de sobre-mediatizar tecnológicamente, cuanto hay.

La intensificación tecnológica es entonces, indisociable de la intensificación de la desigualdad y la injusticia (por mencionar dos flores del jardín de indeseables propiciados por deseo) pues posibilita indisociablemente también su incremento.

La intensificación tecnológica es entonces, indisociable de la intensificación de la desigualdad y la injusticia (por mencionar dos flores del jardín de indeseables propiciados por deseo) pues posibilita indisociablemente también su incremento. Esto último, independientemente de la fe que se tenga en el utopismo tecnológico. Por supuesto, la tecnología nos ofrecerá siempre una nueva “eficiente solución resolutiva” para el problema que ha creado (¡“protegernos” con una venda la cabeza sería una solución “óptima” para mitigar el dolor, en el caso de los rastrillazos!) aunque eso nos haga aún más torpes y miopes ( de hecho, ¡la justicia lleva los ojos vendados!). Naturalmente, la fe en la tecnología —porque es un acto de fe, aunque lo profese la ciencia y lo denomine método científico— solo incrementa los garrotazos en la testa(ruda). Los golpes en la testa son de_testa_bles  pero son de_testa_rudos.

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