Es preocupante. Hace pocos días leía una carta de un haitiano que fue maltratado en el metro por chilenos que sienten el derecho a menospreciar y maltratar a otro por el puro hecho de su condición cultural, de raza, de color. Y es triste. Al leerla en voz alta me embargó una emoción extraña, como de miedo, pero también de complicidad. ¿Hasta qué punto lo seguimos o lo seguiremos permitiendo?
Hoy, al ojear los diarios electrónicos veo a una chilena histérica exigiendo que la atienda un chileno, o un grupo de haitianos que fue apedreado y amenazado con bombas molotov. El otro día, en un barrio de San Bernardo me comentaron que por precios normales de departamentos a 70.000 se les cobra 300.000 a los haitianos y sólo por no estar legales, es decir, aprovechándose de su condición.
Cada día empiezo a palpar en la gente una suerte de sobrerreacción con quienes vienen de afuera de Chile. Y quizás, me digo, sea la misma reacción que sienten los hijos de empleadas de casa particular por impedírseles ingresar a la piscina por no ser de la misma condición económica, o que te miren de arriba abajo si vas mal vestido, con colores chillones, con cortes de pelo poco normales, o si hablas mapudungún, si eres una mujer y te vistes como hombre, si eres homosexual y tienes gestos femeninos o quizás sea peor, no lo sé.
Hay muchas frases que empiezan a crecer como verdades: que los inmigrantes traen enfermedades, que usan los servicios del Estado y que no va a alcanzar para los chilenos, que nos vienen a robar el trabajo, que nos vienen a imponer su forma de ser y su cultura.
Y el problema no es que existan puntos de vista divergentes. Sino que exista una nula capacidad de diálogo, de entendimiento, de reconocimiento que el otro merece respeto por el sólo hecho de existir. Y me entra un terror. Porque Chile ya tuvo su reacción contra quienes no toleró y los asesinó, los denigró, los exilió, los trató de desaparecer. Y ese gen existe entre nosotros. ¿Cómo desde este Estado insuficiente y altamente neoliberal e individualista se puede influir en la educación y en la formación de seres humanos respetuosos de la diferencia?
¿Será mucho pedirle a la autoridad que propicie la valoración masiva y pública de quienes están empezando a vivir en Chile? Generar empatía y de esa manera, no permitir que la ignorancia sea la que hable por nosotros, todos los chilenos, y nos represente.
¿Será mucho pedirle a la autoridad que propicie la valoración masiva y pública de quienes están empezando a vivir en Chile?, pienso en propagandas televisivas y radiales, que con esa visibilidad puedan ir planteando preguntas, acercando puntos de vista, generando empatía y de esa manera, no permitir que la ignorancia sea la que hable por nosotros, todos los chilenos, y nos represente.
Como hija de chileno transeúnte, nacida en el exilio de mis padres, me preocupa que la intolerancia sea la emoción que empiece a validarse socialmente entre quienes tienen contacto con los inmigrantes. Y no me gusta.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
aelgueta
En primer lugar, le agradezco su respuesta, tomando en consideración la observación sobre la superficialidad la que sin embargo le provocó hacer un comentario.
Y sí, fue un poco automática mi respuesta porque me parece que habrán otros más idóneos que yo, sin duda, para elaborar tesis más elaboradas a este respecto, yo lo único que hice fue explicitar mi incomodidad a dejar las cosas tal como están y como siguen estando, y como pueden incluso ir empeorando, ya que estos gérmenes de intolerancia me preocupan.
Y al respecto del Estado, y al rol que muchos seguimos viendo en él -como representante de todos los chilenos-, es que pueda generar políticas y cuidados al respecto de enseñarnos a vivir en la diferencia. Y porqué se lo pido al Estado?, porque me parece que a este respecto no es una tarea individualizada o segregada en las policías o sólo en las definiciones sobre a quién dejar entrar o no a Chile.
A nuestro país entraron mis antepasados, como creo que el suyo también y nadie les impidió crecer y quedarse en Chile. ¿Por qué seremos nosotros, hijos de ex inmigrantes los que nos pongamos a diferenciar quién entra y quién no?
Mi interés es hacer preguntas en este espacio público. Y convesarlas entre todos.
Gracias y buen día.
Pablo Correa
Concuerdo con usted en que es feo, triste e inhumano insultar a cualquier otra persona sin razón aparente. No obstante, el tema de fondo que ha planteado va más allá de rabietas particulares de personas mal educadas: para que en este país aprendamos a vivir y tolerarnos todos, hace falta una legislación seria que establezca requisitos para entrar y quedarse. No es posible que nos llenemos de «turistas» haitianos (por mencionar el caso más patente) que luego sorpresivamente encuentran trabajo en una ciudad que ya está abarrotada con 6 millones de habitantes lo que es un tercio de la población nacional y para colmo, vendiendo super 8 en la calle. ¿Le parece parte del «sueño chileno» eso??. Si usted conoce de nuestra historia, sabrá por ej, que los inmigrantes europeos del siglo XIX se llamaron colonos precisamente por convertir despoblados en ciudades que aún perduran. Por otro lado, si usted quiere visitar Canadá o Australia, por más que aparezca un trabajo allí deberá volver a Chile y su eventual empleador se encargará de llevarla de vuelta con documentos en regla y con los dólares suficientes para mantenerse al menos por el primer mes hasta recibir sueldo; ¿es mucho pedir que hagamos lo mismo en Chile?. Por favor basta con esa empalagosa manía de llorar por lo políticamente correcto, y solo como postdata le digo: no concuerdo para nada con el sr que opinó que el neoliberalismo da igualdad de oportunidades: aquí solo ha traído nepotismo y corrupción los últimos 43 años.
Andrea Elgueta
Yo creo que no es para nada una locura que se actualice la ley que regula los ingresos, así como las condiciones en las cuales las personas pueden estar en un nuevo país. Y no es hablar desde lo políiticamente correcto, sino, desde las reglas claras para todos.
Y estoy de acuerdo que el neoliberalismo no nos ha asegurado nada, salvo tener acceso relativamente fácil al consumo y al meoramiento material, que no es significado de mejoramiento de calidad de vida o de mejores perspectivas.
vasilia
No confundamos migrante con refugiado.
El refugiado y el asilado tiene que ser acogido, porque el refugiado no queria irse de su pais, tuvo que hacerlo obligado por el riesgo a su vida y el shock que eso le produce exige al Estado que acoge que le haga las cosas faciles. El Estado que acoge lo hace sabiendo muy bien la situacion de esa persona, las razones por las que viene a ese pais, y contrae obligaciones con ella.
Con el migrante no hay que tener esa consideracion, porque el migrante escogio irse de su país. Fue su eleccion, fue su decision, nadie lo obligo, nadie se lo pidio. Por lo que no hay ninguna razon por la cual haya que hacer campaña a su favor. Es el migrante el que tiene que tener un comportamiento correcto, respetuoso, no a la inversa. Es el migrante el que tiene que hacer el esfuerzo de ganarse a los nacionales de ese pais al que llega, no a la inversa.
Lo vivi siendo migrante: no hay ninguna obligacion ni puede generarse ninguna obligacion de un nacional hacia un migrante, salvo el respetarlo como persona y el cumplimiento de las normas que los afecten. Ningun migrante puede exigir empatia o simpatia ni puede obligarse a los nacionales a sentir simpatia o empatia. Eso se gana.
Jose Luis Silva Larrain
Creo que cuando hay bastantes artículos de un tema uno empieza a “discriminar”, este es un poquito superficial, tiene algo de expresión visceral, sin mucha reflexión.
Es por la falta de filtros (probablemente por el absurdo temor a apuntarse como discriminador) que entran a granel del extranjero mezclándose desde delincuentes hasta la gente mas trabajadora honesta y talentosa. Los buenos inmigrantes son los mas perjudicados si no aprendemos a diferenciarlos con los malos. Los países emergentes como Australia, Nueva Zelanda, Irlanda no tienen estos problemas porque ponen filtros y no porque sean o no sean “estados neoliberales”. Lo que pasa es que si discrimina en la entrada evita estos tremendos conflictos por discriminaciones que hay cuando están adentro.
Otro aspecto es la discriminación negativa mas asociada al racismos, castas o clase social, típicos complejos de nuestra cultura, estas características sí potencian la discriminación al inmigrante, pero en eso la pega es harto mas complicadita que poner filtros. Y el neoliberalismo propicia caminos para lograr cosas sin valerse de pitutos ni sindicatos ni razas ni clase social, de hecho esta registrado que cuando mas movilidad social hubo en Chile fué cuando se aplicó mas rigurosamente el modelo. No confunda el remedio con la enfermedad.
Saludos cordiales