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Instrucciones para no alimentar la xenofobia

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“¡Los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo, a nosotros los chilenos!”, es el slogan favorito de muchos –lamentablemente – al momento de opinar sobre el arribo de inmigrantes a nuestro país. Incluso hace un par de días pudimos observar cómo un delirante, xenófobo y racista matrimonio chileno, humillaba cruelmente a una vendedora extranjera de una farmacia; insultándola, emplazándola a que regresara a su país e incluso exigiéndole que pidiera disculpas por trabajar allí. Y eso no es todo, ya que no sólo se les ha responsabilizado a los inmigrantes quitar oportunidades laborales a los chilenos, sino que también por importar drogas, violencia, delincuencia y “malas” costumbres (propias de sus culturas y casi determinadas por su material genético)

Acabar con la xenofobia me parece algo maravilloso y necesario, pero a la vez muy complejo. Ya que supone un cambio cultural y aquello sólo es medible en un extenso período de tiempo. Sin embargo es posible no alimentarla ni replicarla, desde nuestras trincheras; oficinas, universidades, escuelas, barrios y labores cotidianos. ¿Y cómo?, a continuación le recomiendo algunas sugerencias:

  1. “Estamos invadidos de extranjeros. ¡Esto ya no parece Chile!”. Si usted escucha ese discurso colectivo y casi paranoico, lo invito a que participe de la conversación y le rebata a quien esté aseverando aquella falacia. La inmigración ha ido en aumento en nuestro país  durante los últimos  años es verdad, sin embargo las cifras son absolutamente normales. La tasa de inmigración en Chile es cercana al 2,8%, es decir, 0,3% menos en relación al resto del mundo. Y ya que nos gusta tanto compararnos con países de la OCDE, estamos cerca de un 10,2%  por debajo del promedio de inmigrantes en estos países.
  2. “Hay tanta delincuencia porque tenemos muchos inmigrantes”. Cuando los medios de comunicación mencionan la nacionalidad de un malhechor, ¿existe alguna diferencia con que este sea peruano, haitiano o chileno? Aquella descripción tiene igual peso como si por ejemplo, se mencionara su religión. Así de irrelevante. Si el asaltante fuera católico, ¿podríamos afirmar que todos los católicos cometen actos delictivos? Claro que no y así de burdos se oyen muchos. Es más, de cada 100 extranjeros en nuestro país, sólo uno es detenido por cometer algún delito; siendo apenas un poco más del 2% de reclusos en cárceles chilenas.
  3. Ellos no tienen derecho a sentarse en el metro”. Hace algún tiempo atrás se hizo viral en las redes sociales, la experiencia de un inmigrante obrero de la construcción, al cual se le criticaba violentamente por ir sentado en el metro de Santiago. “Oye, negro de mierda, da el asiento. Si querí descansar, ándate a tu país. Acaso robar te tiene cansado, maleducado”, le reprochaban. En Chile más del 84% de los extranjeros , trabajan. Y poseen además 12,6 años de escolaridad, es decir, 1,9 años más que el promedio chileno. Usted tiene el deber moral de intervenir inmediatamente y no quedarse callado. Lo incito a que no se convierte en un cómplice pasivo de este horrible apartheid cultural; defienda el derecho del hermano peruano, haitiano o boliviano de ir sentado y condene las manifestaciones discriminatorias. Su actuar será la mejor manera de contrarrestar aquel xenófobo ataque y de contener además al humillado pasajero extranjero.
  4. El problema de la inmigración”. Cualquier proceso migratorio debe entenderse como un fenómeno y no como un conflicto que tenga que resolverse. Si bien es cierto, el Estado chileno debe modernizar imperativamente la actual legislación migratoria, abolir la ley de extranjería cuyo origen se remonta en los inicios de la dictadura cívico-militar de Pinochet (1974) y en donde la psicosis de la seguridad nacional se ve amenazada ante la presencia extranjera. Por lo tanto a nivel político, aquello se debe regularizar y modificar. Pero eso, dejémoslo a los honorables del Congreso. Por mientras podemos comenzar por nuestros pequeños espacios, donde pasamos gran parte del día. ¿Será simple abandonar la tierra donde naciste, dejando atrás diversos recuerdos, costumbres, comidas familiares, el sabor de los aliños, animales y familia? por supuesto que no. Por lo tanto, lo invito a conversar con los inmigrantes, conocer sus costumbres, opinión, sueños y propósitos en esta tierra y verá como mágicamente se le iluminan los ojos cuando le comente porqué o para quienes es que trabaja tanto en este país. No juzgue por el color de su piel, hábitos ni mucho menos por el grado de su español. Por favor no tema. Intervenga ante cualquier humillación, discriminación y tiemble de indignación ante cualquier injusticia que se cometa. Si conoce y tiene confianza con algún extranjero, consúltele por su situación laboral y si cuenta con contrato; explíquele la importancia de este documento que debe primar por sobre el dinero que cancele algún inescrupuloso empleador. 

Finalmente, acompañe, sonría, aconseje, ayude y por favor no juzgue. Verá que más temprano que tarde no sólo tendremos enriquecimiento cultural por esta fascinante mixtura de pueblos, sino que también un enriquecimiento espiritual -el cual es más valioso que cualquiera-.

Lo invito a conversar con los inmigrantes, conocer sus costumbres, opinión, sueños y propósitos en esta tierra y verá como mágicamente se le iluminan los ojos cuando le comente porqué o para quienes es que trabaja tanto en este país.

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2 Comentarios

Pablo Correa

A propósito de tanta columna políticamente correcta, leí en este mismo medio el otro día algo muy interesante: hay una gran diferencia entre ser «refugiado» y ser «inmigrante». El 1ro salió de su país a la fuerza, en contra de su voluntad y es un acto humanitario acogerlo y apoyarlo. El 2do salió porque se le dio la gana y su deber es respetar las leyes y sobre todo las costumbres del país al que llega. De los primeros hay pocos. De los segundos, demasiados y usted los confunde. Yo no sé en que ciudad viva usted, pero yo que vivo en el centro de Santiago me siento extranjero especialmente los domingos por la tarde: ni hablar de pasear cerca de pza. de armas porque chilenos es lo único que usted no verá; sí verá mucha prostituta callejera dominicana por San Antonio, mucha fritanguería venezolana y colombiana en cualquier esquina (aunque más limpia que los peruanos de Catedral c/ Bandera) y mucho haitiano patudo que estrella al resto cuando va por la vereda o que pelea a palo limpio con otros chilenos (bandejón dentral de la Alameda, domingo 22 de enero a las 20 hrs). Para colmo, acabo de llamar a fonasa y el IVR tiene una opción para hablar en creolè. Curioso, considerando que en 5 siglos no hemos sido capaces de poner un letrero en mapudungún ni en ninguna lengua originaria. ¿No será bueno ya que la cortemos?. Cuando yo me casé con una suiza y me fui a Ginebra, NADIE se tomó la molestia de hablarme castellano. Y fíjese que lo más bien que aprendí francés y algo de alemán.

anthony

hola buenas tardes a todos….
concuerdo totalmente con el punto de vista de Pablo correa, trabajo dentro del sector mapocho centro y es terriblemente penoso ver que las calles se convierten en basureros y living de extranjeros pasando a llevar el respeto social….