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Realpolitik: pragmatismo o primitivismo

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La política puede interpretarse y entenderse a través de variados escenarios y mediante la exploración de sus diversas dimensiones. Existe la teoría política que, mediante una jerga académica y tecnicismo conceptual, nos conducirá por los sinuosos caminos de la comprensión  de los hechos políticos a través del discernimiento teórico. Está la política propagandista, partidista o militante, cuya esfera de análisis y de acción se reduce al inmediatismo ideológico que muchas ocasiones no obedece a otra cosa que a la lógica de la necesidad, del interés personal, de la dádiva o la prebenda. Existe la política entendida a través de los Mass Media los cuales responden a los intereses económicos corporativos de los grupos de poder que, en una gran proporción, son los propietarios de estos mismos medios masivos. En fin, existe la Realpolitik, que por ser la esfera donde la esencia de la actividad política se revela con mayor amplitud, no obstante estar enmascarada o ataviada por retóricas convenientes, nos mostrará de una manera frontal el verdadero rostro del poder y su ejercicio en los hechos.

El término Realpolitik se remonta al siglo XIX y es a Otto von Bismarck a quien se le atribuye el haberlo acuñado para expresar “el equilibrio de poderes” entre los imperios europeos. Con el tiempo el término fue adquiriendo otro cariz hasta representar el pragmatismo puro y duro en el ejercicio del poder, el cual está más allá de las teorías, nomenclaturas o enunciados ideológicos. En otras palabras: es la política real, alejada del seudomisticismo apariencial de las ideologías y los discursos.

Bajo el marco de la Realpolitik los horizontes ideológicos o éticos  se pierden. Podríamos decir que el dominio de la Realpolitik es la necesidad, independientemente de si ésta es consecuencia de una pasión primitiva, orgánica o animal, o de una visión psicológica parcial y compleja. Ambas pueden caber en marcos conceptuales elaborados. Para ejemplificar como la Realpolitik puede asumir apariencias intrincadas cuyas raíces y fines descansen en tendencias primitivas podemos recordar lo dicho por Zbigniew Brzezinski en su reveladora obra: El gran tablero mundial. Brzezinski nos explica cómo bajo la óptica del mantenimiento de una hegemonía total y estratégica por parte de los Estados Unidos -en donde el vasto territorio llamado “continente euroasiático” es considerado el eje del poder mundial, por sus vastos recursos y por el hecho de estar conformado por Estados con poder y capacidad bélica regional (Rusia y China) pero que todavía no cumplen con los cuatro factores para el dominio global, a saber: cultural, económico, militar y tecnológico- las alianzas, los dobles juegos, las retóricas, los embustes, las manipulaciones, las agresiones y los apoyos se fundamentan en el hecho simple y omnímodo del mantenimiento del poder económico mediante la explotación de los recursos energéticos y humanos y la presencia militar extraterritorial.

El sometimiento de las naciones a los deseos estadounidenses adquirirá entonces las más diversas apariencias: protectorados, neo-colonias, socios comerciales o Estados enemigos. No obstante la complejidad de los determinados tipos de relaciones de poder y la jerga que se desprenda para explicar tales relaciones, lo que tenemos como impulso raíz, razón de ser o leymotiv, es el dominio absoluto de un grupo humano sobre otro, el mantenimiento de un modo de vida a costa de otra manera de vivir, la imposición de un orden determinado que haga añicos toda resistencia, y todo ello justificado por alguna ficción conceptual que haga más fácil la aceptación de esos impulsos primitivos disfrazados de razones políticas. No es en modo alguno original, ni un descubrimiento, el afirmar que los ordenamientos humanos (sociales, económicos, políticos) son producto de ficciones artificiales densamente elaboradas con el fin de dar razón a la existencia y permitir la supervivencia de los grupos humanos (comunidades, naciones…). Nuestras ficciones sólo tienen validez para nosotros como especie; toda filosofía, toda religión, toda ciencia y toda construcción que tenga como medida (y no puede ser de otro modo) al propio ser humano justifica su existencia sólo dentro de los límites de los instrumentos de la razón y la percepción humanas.

Bajo estos principios podemos argumentar que la política real no tiene más misterio que aquel que pueda desprenderse de las impulsiones naturales (acaso animales) de poder y de dominio; es la “voluntad de poder” nietzschiana

Bajo estos principios podemos argumentar que la política real no tiene más misterio que aquel que pueda desprenderse de las impulsiones naturales (acaso animales) de poder y de dominio; es la “voluntad de poder” nietzschiana, pero despojada de su halo filosófico, y vulgarizada de tal modo que de ella no ha quedado sino la necesidad del dominio sobre los demás y no sobre uno mismo. ¿Y qué tiene que decirnos la historia al respecto? A despecho de caer en aquel vicio intelectual que supone el exceso de simplificación, podríamos afirmar con toda certeza que toda la historia humana conocida se resume en un enunciado: masas dominadas por minorías dominantes. Tal enunciado pudo ser la premisa que dio origen a las religiones mistéricas, y puede ser (y es) el punto de partida para profundos estudios antropológicos, psicológicos o de teoría política. Sin embargo el primitivismo, la necesidad orgánica, la voluntad de dominio que constituyen el principio o la raíz de las razones políticas no debe disuadirnos de conocer, participar y luchar dentro de los ámbitos que la propia política real nos ofrece, pues de otra manera quedaríamos a merced de aquellas élites de poder que a pesar de su distinciones formales (izquierdas, derechas, progresismos, conservadurismos, nacionalismos…) persiguen fines concretos e históricamente repetidos.

Como decía Michel Foucault: la pregunta no debe ser por qué nos interesa la política, sino más bien por qué no nos interesa.

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Rolando Saldías

Rolando Saldías

Cuando se fundó la República, había carretas y no había internet. En nuestra historia más reciente, se instauró cierto modelo que ponía restricciones políticas y desarrolló un modelo económico. Por más de cuatro décadas ese modelo económico creció multiplicando el PIB por 10, alimentando a una masa minoritaria de riqueza y a otra mayoritaria alimentándola de deudas, metas, sueños, necesidades de consumo, tarjeta de crédito en mano.

Tampoco se cambió ese modelo, ni tampoco se cambió el modelo político. Seguimos expresándonos ante la Constitución con una raya. Es decir, como ciudadanos somos una raya cuya preferencia escoge a un personaje que viene con toda clase de iluminación y una fuente inagotable de discursos «en su Programa de Gobierno». Los demás son todos una masa que raya. Ponles un voto a rayar, oblígalos con castigos si no lo hacen, y rayarán.

Esto tampoco ha cambiado. Ahora, si mezclamos posibles cambios, podríamos expresar y votar por ideas, como si supiéramos leer y escribir, saliendo del fango fundamental de la raya. Podríamos tener consorcios económicos que sean propiedad de todos los chilenos y democratizar los beneficios del mercado financiero. Podríamos generar un Programa de Gobierno Colectivo y escribirle una bioConstitución a la biodiversidad. Podríamos prescindir de la elección presidencial como sujeto de búsqueda de un ente con un Programa de Gobierno propio, para reemplazarlo por uno colectivo.

(Política no gustar, porque política no cambiar…)

Gonzalo Vicuña

A propósito de realpolitik, la descripción de la estrategia de EEUU para la dominación , la está siguiendo Putin tal y cual se describe. Supuestamente el charlatán Alexander Dugin le llenó el cerebro y el ego con la idea justamente descrita aquí, de la grandeza y el destino de ese gran imperio euroasiático liderado por Risia y su nuevo Tzar Putin .
Puse Risia y no Rusia, porque en estos mismos monentos 21 de septiembre de 2022 , Rusia , Putin y su ejército son el hazme reír del momento; demostrando que al igual que Hitler caer en la pulsión Nietzscheana del delirio de la voluntad, triunfo del deseo le llaman, es un espejismo.un delirio de imbéciles iluminados por constelaciones de impulsos animales fantasiosos.
Esperemos que la realpolitik que practica Putin, lo lleve a entender que se equivocó en todo, y que terminará como sadam hussein, si no comienza a hacer política.
A un régimen de derecha como el de la dictadura de Putin, le pasará como a todos los lideres que practican la realpolitik, son eliminados de la historia.
Todo es política, aunque la gente con menos preparación no lo entienda ni lo acepte. Como dicen, el pez no se da cuenta del agua en la que vive.

Mundo_TWVirtual

Mundo_TWVirtual

Excelente columna, solo debo responder que hasta ahora el desinteres por la politica está por sobre lo contrario. Pero a veces el miedo pareciese ser la mejor forma de ser gobernados, quizas lo que pasó acá en Septiembre sea el inicio de que la gente se interese en quienes nos rigen, en como actuan, como dirigen al pais.