Las elecciones presidenciales 2021 serán especiales, porque no solo se está eligiendo a un presidente o presidenta sino también se estará eligiendo el nivel de gradualidad y la forma en que se quieren realizar las transformaciones para corregir las inmensas desigualdades y abusos a las que son sometidos la mayoría de los compatriotas.
Chile se encuentra en una crisis social, económica, política y sanitaria. Es probable que el 2022 se pueda percibir mejor el estado real en que quedó el país luego de la crisis social y la actual pandemia. Evidentemente en estos dos últimos años el país retrocedió en todos sus indicadores y el próximo gobierno tendrá la difícil misión de reconstruir el país con un nuevo diseño de desarrollo, y así evitar volver a las condiciones previas al 18 de octubre del 2019.
El escenario para la próxima administración será complejo y no sería sorprendente que independientemente del color político de los nuevos huéspedes de La Moneda, sean un gobierno con un bajo índice de popularidad y tensionado por todos los grupos de interés. El poder económico no cederá en sus obscenas ganancias y desplegará la clásica campaña del terror, acompañado con fuertes medidas de presión. La clase trabajadora tendrá sus esperanzas en la Convención Constituyente para lograr los derechos mínimos como educación, salud, jubilación, vivienda y agua. La convención no tendrá ninguna opción de defraudar al pueblo y el gobierno no podrá hacer nada que esté en contra del espíritu revolucionario de la nueva constitución.
Entonces surge la pregunta de fondo: ¿A quién le damos esta misión imposible?
Para contestar la pregunta debemos crear un perfil ideal para el nuevo gobierno e ir descartando las candidaturas que menos se ajusten. Lo primero y excluyente es tener conexión con la realidad de la mayoría y entender el sentido de urgencia de los cambios evidentes. El actual gobierno nunca logró formar un equipo que diera la más mínima esperanza al mayoritario grupo de la población que estaba hastiado de la pobreza, el abandono y los abusos; por tanto, la continuidad queda descartada. Además, si es electo un candidato de derecha tendrá la gran desventaja de que todos los gobernadores (excepto uno), serán opositores.
Otra de las características del próximo gobierno será su capacidad de escuchar, canalizar, tomar decisiones, pero por sobre todo un talento innato para manejar crisis, y así evitar que los conflictos escalen a niveles peligrosos. Reconstruir la paz social será una tarea larga y sostenida, cualquier error podría desatar el caos. El próximo mandatario o mandataria también deberá lograr la unidad de la clase política, o al menos una tregua. Si la clase política critica constantemente los procesos políticos y las instituciones, las personas pueden terminar de perder la fe en el camino democrático e institucional.
Otra de las características del próximo gobierno será su capacidad de escuchar, canalizar, tomar decisiones, pero por sobre todo un talento innato para manejar crisis, y así evitar que los conflictos escalen a niveles peligrosos.
Daniel Jadue y Gabriel Boric, representan el real sentir popular, entienden perfecto la frustración de la clase trabajadora y saben muy bien que los principales problemas están en la clase baja urbana, y es ahí donde tienen su mayor nicho de votantes. Sin embargo, ambos se mueven por sus principios ideológicos, más que por objetivos medibles y eso despierta temor en sectores moderados, que creen que sus programas, son peores que la enfermedad. No se gobierna sin tener al centro político dentro del gobierno.
Unidad Constituyente o la ex Concertación tiene la ventaja de contar con equipos experimentados en negociación e implementación de reformas, y saben hacerlo manteniendo la economía estable. Una de sus cartas es Yasna Provoste de la Democracia Cristiana, un partido que ha tenido más coincidencias con la centroderecha que con el sector progresista más radical, y se ha generado una desconfianza que hará difícil el diálogo y por consiguiente obtener acuerdos amplios. El centro político no es la ideología equidistante entre dos extremos, sino es el sector político que puede dialogar para llegar a acuerdos con la mayor cantidad de fuerzas en ambos sentidos de su centro, y actualmente la DC no cumple ese rol.
La alternativa oficial es Paula Narváez, socialista, fue leal a Michelle Bachelet, y sin duda tiene un área de influencia mucho más amplia en ambos sentidos del espectro político. Para la élite político-económica chilena, no será traumático un nuevo gobierno socialista, ya hubo tres periodos socialistas desde el retorno a la democracia. Para la gente progresista más radicalizada, una socialista será más digerible que una DC. Narváez es la que mejor garantiza un clima social estable y sería un error que baje su candidatura, para darle el paso a Yasna Provoste.
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Interesante punto de vista
paolo
Casi todo el mundo ve al democratacristiano como un personaje avejentado, conservador, chapado a la antigua y pasado de moda que es la punta de lanza del neoliberalismo, y el ala más derechista de la ex Concertación-Nueva Mayoría. Tremendo error, porque justamente por ser avejentado, chapado a la antigua y pasado de moda es más estatista, y cercano a la escuela capitalista keynesiana, y no a la neoliberal. Lo que casi nadie entiende es que el neoliberalismo es MODERNO, y que el estatismo es ANTIGUO: el neoliberalismo fue, para el lapso del S. XX, una revolución, una ruptura con el orden establecido, en que el Estado tenía un papel preponderante en la Economía, típico de los años 40, 50 y 60. Solo los demócratacristianos aun hablan de las cooperativas: se puede comparar a los economistas DC con los economistas PS y PPD; por ej a Ricardo Ffrench-Davis, el primero en cuestionar el modelo, en los 70 y 80, con Nicolás Eyzaguirre, ministro de dos gobiernos del neoliberalismo. En Chile, la pertenencia política tiene excesivamente que ver con una cuestión identitaria, incluso de apariencia: si se ve viejo, es de derecha, conservador, y por tanto neoliberal. Error, el neoliberalismo es moderno, antes se hacian villas Olimpicas, villas Frei, villas Portales, conjuntos Empart, hoy se destruyen barrios, no se «conservan», se construyen modernas torres donde la gente vive hacinada, esto es la modernidad.