Chile está tóxico. Se perdió la capacidad de conversar respetuosamente. Es lamentable porque estamos en un momento donde necesitamos conversar, para conocernos, para encontrarnos.
Replicamos, repetimos y compartimos discursos que contienen arrogancia, agresividad, mentiras, y deshumanización. Estamos dándole poder a personas fanáticas.
Cuando la política se la toman los fanáticos la convivencia se destruye. Es como escuchar a dos barristas de futbol rivales. No hablan de fútbol, solo intercambian ofensas.
Es necesario recuperar la capacidad de conversar de política sin hacernos daños. Para lo cual debemos respetar solo cinco reglas muy fáciles de implementar:
La primera regla es: “Define al otro como él se sienta identificado”
Cuando le digo a alguien “facho pobre”, “chupa fusiles”, y esa persona no se siente identificada, es porque no la entiendo. Cuando le digo a alguien “come guaguas”, “antipatriota”, y esa persona dice: “ese no soy yo”. Significa que solo quiero imponer mi opinión a través de la descalificación y no del argumento. Habla más mal de quien ofende, que del otro. Es necesario abrirse a conocer a quien piensa distinto, y no hablarle desde nuestro prejuicio.
La segunda regla es: “Acepta la posición del otro como válida”.
Lo primero que tenemos que entender que las experiencias personales son únicas e irrepetibles. Las variables que influyen en el pensamiento de una persona son diferentes a todas. Hay tantas formas diferentes de ver la vida, como personas existen. Cuando alguien te hable de su posición política, no lo trates como si estuviera equivocado. Tampoco trates de cambiarlo. No eres un predicador. La mejor forma es buscar una idea común y profundizar en ella. Así es como se empiezan a formar los grandes acuerdos.
La tercera regla es: “Opina informado”
Hay un dicho que dice “no juzgues un libro por su portada”. Vamos a adaptarlo y diremos: “No opines si solo lees el título”. Hay una ola de gente hablando de cosas que no sabe. Solo cree entender por la definición literal de las palabras que componen un concepto y no averigua el contenido político que representan.
Es necesario recuperar la capacidad de conversar de política sin hacernos daños. Para lo cual debemos respetar solo cinco reglas muy fáciles de implementar:
Un ejemplo: “Perspectiva de género”. Nace en una convención sobre la mujer, en China, el 1995. Entonces para opinar, hay que primero leer los documentos emanados en aquella convención. Cuando uno no sabe, debe reconocerlo y permitir que se lo expliquen.
La cuarta regla es: “Acepta los cambios de opinión”.
Es aceptar la renovación de principios de las personas y de los partidos políticos. Un ejemplo fuerte y radical; Un presidente de derecha le dio el cargo de canciller a Hitler. El mismo presidente le firmo un decreto, para que Hitler enviara a la izquierda alemana a campos de concentración. Los parlamentarios de derecha pusieron sus votos para aprobar a Hitler la ley habilitante que lo convirtió en dictador. Pero la derecha alemana de los años treinta, no es la misma de hoy. La derecha alemana actual, condena al nazismo.
Entonces enrostrarle un error eternamente a un sector político, cuando han cambiado de opinión, no es productivo. Hay que referirse al pasado, cargando la responsabilidad a quien corresponde. Se debe decir: “la derecha de esos años”. O “la izquierda de aquel entonces”.
La quinta regla es: “Usa la libertad de expresión de buena forma”
La libertad de expresión es una característica de la democracia. Es un derecho de toda sociedad libre. Podemos decir lo que queramos sin temor a represalias. Pero hay cosas que no son libre expresión: La mentira, el maltrato, la discriminación, la deshumanización, las amenazas; no son libertad de expresión, son delitos.
Debemos tener siempre presente que toda libertad, incluyendo la libertad de expresión, termina cuando dañamos al otro.
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