Más allá de creer o no en alguna religión, sus ritos e hitos, en estas fechas la figura de un Jesús recién nacido representa (o debería representar) el renacimiento de las esperanzas para la construcción de un mundo más acorde con lo que fueron sus postulados y enseñanzas, valores y virtudes que precisamente son motivo (se supone) de su adoración por parte de la feligresía cristiana.
Sin embargo esa misma figura de Jesús, con su historia personal y su discurso moral y ético, situada en el mundo de hoy, nos hace suponer que él y sus enseñanzas serían vistas de una forma muy distinta por una parte no menor de quienes se dicen seguidores de su doctrina religiosa, poseedora de la Verdad según la creencia cristiana y la cual teóricamente sus fieles deberían seguir.
De acuerdo con la narración tradicional, Jesús, hijo de migrantes refugiados, nació muy pobre y murió al cabo de 33 años luego de haber sido detenido por soldados, torturado y asesinado de manera salvaje, castigando así su discurso. Un discurso que subvertía un orden sustentado en la injusticia social, que criticaba la riqueza codiciosa, el abuso de los más poderosos contra los más débiles, la mentira.La mirada politizada ante un personaje así no dudaría en calificar sus mensajes como populistas e ideologizados, incitadores al odio y la violencia, y él mismo sería catalogado según el pobre glosario derechista como un zurdo
Más de 2 mil años después, una mirada a la actualidad nos permite apreciar el rechazo de varios países contra la migración, tanto por parte de ciudadanos y ciudadanas como de gobiernos, con casos de represión armada y muertes, -especialmente si los migrantes son pobres, como lo fueron según la narración tradicional los padres de Jesús, María y José, -y con tintes, además de xenófobos, abiertamente racistas y neofascistas. El mundo neoliberal de hoy.
Un mundo dentro del cual en nuestro país, replicando la actual lógica del modelo global, los grupos de poder se enriquecen a costa del empobrecimiento de millones de ciudadanos y ciudadanas gracias al robo sistemático e institucionalizado que es ejecutado mediante mecanismos legales, como el sistema de pensiones (AFP), la privatización para lucro particular de derechos sociales básicos, como salud y la educación, expropiados brutalmente en dictadura, etc. Abuso que históricamente ha sido -y es- defendido política y militarmente en beneficio de los privilegios de las élites dueñas del país, llegando para ello a niveles de represión tales como masacres obreras y golpes de estado.
La muerte hoy de Jesús hombre, torturado y asesinado cruelmente a causa de sus valores, sus principios morales y éticos, sus enseñanzas, mensajes y discurso crítico a la injusticia social, no sería vista por diversos sectores religiosos, políticos o sociales conservadores como un atentado contra una figura bondadosa, pura ni mucho menos santa. La mirada politizada ante un personaje así no dudaría en calificar sus mensajes como populistas e ideologizados, incitadores al odio y la violencia, y él mismo sería catalogado según el pobre glosario derechista como un zurdo, un resentido social, uno de quienes no debería haber sido dejado con vida por «mi General», porque alguien así no puede ser una «blanca paloma».
Hace más de 2 mil años, el activista Jesús que ideologizaba a las masas con subversivos discursos en favor de la justicia social como valor, fue asesinado, inspirando con ello el origen de la religión dominante en el mundo occidental, el Cristianismo. Una religión que en sus postulados condena la riqueza codiciosa, el abuso de los más poderosos contra los más débiles, la mentira, pero que en la práctica muchos de sus fieles ignoran en favor de la mantención de un orden absolutamente contrario a los principios y valores que se supone siguen y deberían defender.
Comentarios