Mucho se habla de la crisis institucional en que estaría Chile. Se repite bastante acerca de la poca confianza que la ciudadanía tendría en sus autoridades, sus gobernantes, y se responsabiliza de esto, principalmente, al actuar político, a la lejanía que existiría con los “problemas concretos de la gente”. Esto último se muestra en encuestas y la derecha intenta enarbolar esa consigna en cada acción y discurso ante los medios.
Lo que parece importar es la “gestión” para satisfacer el famoso “sentido común” al que muchos quieren abrazarse para ganar réditos electorales. Las ideas no importan, lo único que parece relevante es hacer que el ciudadano piense en el presente, no en el pasado ni en el futuro, para que así pueda quedarse tranquilo por un rato.
A raíz de esto es que el gobierno solo ha llevado a cabo medidas efectistas y vistosas, que logren calmar la impaciencia de un ciudadano que alega por su individualidad y por lo que cree que la está atacando. No es casualidad, por lo mismo, que José Antonio Kast saque un partido con un discurso “directo” y fundamentado simplemente en “la familia”, “lo que la gente necesita” y muchas otras sentencias que reducen los antagonismos sociales a temas de “elite” de los que no está preocupada la gente.La idea de la gestión inmediata está reemplazando al ejercicio político. Está pasando sobre la densidad de lo que requiere lo político. Los gestores solo hacen, no piensan. Y esto hace que sus obras sean tan efímeras, colaborando a que el ciudadano lo sea cada vez más también.
Lo importante de este relato es no molestar a esa gente que está muy preocupada de su cotidianidad . Hay que hacerles más simple la vida con más seguridad policial, más “libertad de elegir” sus colegios y no meterlos en líos ideológicos. Es decir, despolitizarlos. Hacer que solo se preocupen de su bienestar y sus propios problemas, sin mirar alrededor.
Por esta razón es que Joaquín Lavín volvió a liderar encuestas. Como el otrora eterno candidato de la derecha no es nada y todo a la vez, es adaptable a lo que el sujeto despolitizado quiere. Incluso a lo que el nuevo “progresista”, ese que está sumido en la individualidad disfrazada de causa social, necesita.
Debido a esto se lo aplaude con sus medidas contra el acoso y los semáforos inclusivos, estos últimos en fechas importantes para el mundo de la diversidad. A diferencia de Kast, el alcalde de Las Condes muestra un carácter más líquido, más simpaticón, que abarca toda tendencia política, mientras no se hable más profundamente ni se cuestionen cosas esenciales. Todo es por encima, a corto plazo, con gestos vistosos que dejan tranquilo al ciudadano/consumidor.
El problema es que en la izquierda también se está recurriendo a esta estrategia. El discurso de los “problemas reales” y de los gestores por sobre los políticos, es una plataforma para buscar una cercanía con esa gente que se está alejando.
Daniel Jadue, alcalde comunista de Recoleta, es sin ir más lejos una demostración. Si bien sus iniciativas son necesarias y alimentan el debate sobre las certezas que da o no este sistema en el que vivimos, lo cierto también es que éstas, como todo lo que se hace en alcaldías, son transitorias y no cambian estructuras reales, sino que hace invisibles las reales. Porque eso es básicamente ser alcalde.
¿Estoy con eso menospreciando su figura? No. Pero parece importante detenerse y ver por qué está siendo apuntado por algunos como el próximo candidato de la izquierda. No es más que por sus políticas como edil; por la cercanía con esa gente que quiere satisfacer necesidades inmediatas y que no piensa un país más allá. Y eso es relevante erradicarlo de la oposición si es que quiere presentar algo diferente. O si es que se quiere imponer una política realmente transformadora por sobre la rapidez poco profunda.
La idea de la gestión inmediata está reemplazando al ejercicio político. Está pasando sobre la densidad de lo que requiere lo político. Los gestores solo hacen, no piensan. Y esto hace que sus obras sean tan efímeras, colaborando a que el ciudadano lo sea cada vez más también.
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