La noticia fue que Matías del Río ya no sería más parte del programa de debates de TVN, Estado Nacional. Una vez conocida la información, todo tipo de teorías conspirativas comenzaron a circular por las redes sociales, e incluso algunos llegaron al extremo de decir que estábamos en una dictadura comunista.
Como siempre pasa, hay quienes ven de inmediato dictaduras en el signo contrario cuando se toman decisiones de este tipo. Es como si esperaran que exista eso que dicen que no quieren. Como si sus deseos de ser víctimas y defensores de la libertad de expresión y los derechos humanos estuviera por sobre cualquier tipo de consideración lógica.
Para ser justos, también sucedió bajo el gobierno de Sebastián Piñera, pero lo concreto es que no estábamos bajo ninguna tiranía, sino que presenciando el colapso en tiempo real de la institucionalidad, lo que sucedía, para desgracia de todos nosotros, en medio del peor gobierno de la historia reciente de la patria.Cuestiones como la sucedida, independientemente de las verdaderas razones, deben evitarse, más aún en momentos de tanta complejidad. Las decisiones comunicacionales deben tomarse de manera fundamentada y sin pequeños gustos
Pero volvamos a lo de Del Río. El debate a raíz de esta decisión estuvo entre los ya mencionados paranoicos y quienes creían que era una buena decisión. Estos últimos veían en el periodista un operador de la ultraderecha, un fascista no tan encubierto que debía salir del canal público para que pudiéramos disfrutar de televisión “objetiva y de calidad”, como si para hacerlo hubiera que escuchar sólo a quienes piensan como nosotros. Y lo cierto es que no.
Según creo, cuestiones como la sucedida, independientemente de las verdaderas razones, deben evitarse, más aún en momentos de tanta complejidad. Las decisiones comunicacionales deben tomarse de manera fundamentada y sin pequeños gustos.
¿Quiere decir esto que el profesional en cuestión es efectivamente un mártir de la democracia o alguien de gran excelencia? No. Matías es más bien el heredero de un periodismo transicional (entiéndase de la transición a la democracia) en el que todo es lo mismo, todos tenemos igual responsabilidad en el quiebre democrático y en la dictadura que viene después.
La democracia para él es un gran territorio no sólo de empates interminables, sino también de raciocinios en los que trata constantemente de no ser visto de un lado o de otro, para que no haya conflicto.
Es de aquellos que creen que pensar es tratar de jugar a una imparcialidad inexistente, en donde, si es que se le ocurrió en un momento apoyar cierta iniciativa de un sector, entonces, luego tiene que correr hacia el otro para también darle respaldo por otra medida. Es casi un deber más que un impulso espontáneo. Un compromiso con él mismo más que con el libre ejercicio del periodismo.
Eso no es ser de ultraderecha, sino algo peor: creer que se está por sobre los antagonismos políticos entre los que se mueve la discusión coyuntural de un programa de debates.
¿Es seriedad periodística como lo cree no sólo él, sino también muchos de los que quieren atravesar las disputas y las controversias como si ambos lados tuvieran siempre las mismas razones para defender sus posiciones? No me parece. Al contrario, para entender mejor la posición del otro no hay que mostrarse por sobre él, sino en contraposición o del mismo lado. Siempre estaremos en un lugar del antagonismo, aunque a veces se haga de manera contradictoria.
Pero, ¿es esto razón suficiente para sacarlo? ¿Es inteligente ganarse un problema de tamaña intensidad? La respuesta es lógica porque son problemas gratis, conflictos que, como siempre sucede, ponen al sujeto en cuestión como algo superior a lo que es en la normalidad. Es convertir a un periodista, como dijimos, en un mártir. Y hoy ya hay mucha gente peleando por serlo día a día.
Comentarios
03 de agosto
Sé que seré simplista… pero La Red generó programas que facilitaban el diálogo y la presentación de posturas sin crítica… y quebró.
TVN crea una polémica con Matías del Rio esperando revitalizar un programa fome y sin fondo, donde todos hablan sobre posturas rígidas y alejadas del diálogo.
Flaco Favor a del Rio, ahora tendrá menos canas verdes jajajaja
Buena columna
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03 de agosto
El Periodista José Carrasco Tapia es un martir. El flaco, como lo llaman al pésimo periodista de TVN no perdió más que unos minutos en TV y no la vida; sigue aburriendo a los camarógrafos, su único público, en dos programas más.
Usted dice que lo sacaron : «para que pudiéramos disfrutar de televisión “objetiva y de calidad”, afirmativo.
El Flaco no hace periodismo de calidad, y no es aporte en TVN.
Para disfrutar de televisión “objetiva y de calidad” claro que no solo hay que escuchar a quienes piensan como nosotros. Pero no nos convierta en martires a nosotros, los espectadores, teniendo que aguantar a un, cómo decirlo de forma «objetiva y de calidad”, a un pelmazo.
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