Como buen liberal que me considero, no tengo empachos en reconocerme, muy orgullosamente, como un individualista sin complejos.
Soy individualista porque considero que el individuo es dueño de su propio proyecto de vida, ya que él es quien de mejor modo puede determinar qué camino tomar para lograr sus objetivos, de acuerdo a sus experiencias, expectativas y conocimiento.
El individualismo no es «la explotación del hombre por el hombre» como muchos dicen, ni tampoco el sustento ideológico para dañar a semejantes o a la naturaleza. Eso no es más que un vulgar hombre de paja.
Al contrario, esta postura filosófica es, en realidad, un regalo que costó mares de sangre, y que comenzó a consolidarse por medio del movimiento de la Ilustración, el que tuvo como leitmotiv el liberar a la humanidad del tutelaje tiránico al cual se encontraba sometida desde hace siglos.
Gracias a ellos es que hoy gozamos de una relativa autonomía.
Inmanuel Kant utilizó la famosa locución latina «saprere aude» (atrévete a saber) con el objetivo de llamar a sus semejantes a no dejarse acallar ante los dogmas de la época ni los tiranos de turno.
El eco del mensaje de Kant mantuvo su vigencia a través de los siglos, pues hubo innumerables tiranías que oprimieron la dignidad moral del individuo, y había que revelárseles: el colonialismo, la discriminación racial (apartheid), los totalitarismos del siglo XX, el fundamentalismo islámico, etcétera.
El filósofo de la ilustración sabía que solo derribando aquellas barreras podría existir un auténtico individualismo, y, como lo dice la historia, cada época tiene su propia barrera.
Hoy sabemos que, sobre todo en Chile, la cancha no está lo suficientemente pareja para que cada actor pueda demostrar cuánto vale. No somos un país en que las personas puedan optar de manera libre sus proyectos de vida, sino que, lamentablemente, sufrimos un angustiante determinismo.
Hoy sabemos que, sobre todo en Chile, la cancha no está lo suficientemente pareja para que cada actor pueda demostrar cuánto vale. No somos un país en que las personas puedan optar de manera libre sus proyectos de vida, sino que, lamentablemente, sufrimos un angustiante determinismo.
Lo más probable es que quien nazca en un campamento o en la pobreza extrema, no tenga las oportunidades para escapar de dicha situación, y que probablemente sus hijos seguirán el mismo recorrido; algo inversamente proporcional sucede en las familias más opulentas del país.
Alexis Sánchez es un error estadístico, nada más.
Bajo esta situación, ¿De qué individualismo posible me hablan? ¿Dónde está la competencia salvaje? ¿Por qué nadie (o casi nadie) puede caer o ascender?
Los individualistas tramposos nos hablan de desregulación, de responsabilidad individual, de darwinismo, de sálvense quien pueda, de «laissez faire» y una serie de consignas lanzadas desde sus cómodas tribunas, sin el más mínimo riesgo de caer al precipicio.
El individualista genuino en cambio siente el imperativo categórico de revelarse ante esta situación y, como un acto de pura consecuencia, intenta destruir aquel virtual techo instalado entre quienes no pueden subir y caer.
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Sergio A Godoy
No me opongo al individualismo, ya que creo es el motor para la superacion personal. Interpreto tu sentir como demasiado extremo. Has empleado una retorica media enredada para posicionrse. Ha empleado una semanticaalgo enredada para dejar en claro que eres un individualista, autosuficiente, la que se opone a todo tipo de intervencion externa sobre otras opciones ya sean personales, estatales o de grupos o entidades. Esta posicion tan egoista no tiene cabida en una sociedad tan desigual como la nuestra, de la que no quiero refrirme ya que lo has dejado en claro, pero no entiendo el querer poner incapie en una posicion tan extrema. Si la sientes asi, porque te tomas el tiempo en mostrarlo al resto? No lo puedo entender. ense que el ser tan autouficiente no requeria de ejemplos y apoyo. Creo que seria beneficioso repensar lo dicho y ver como contribuir a cambiar nuestra sociedad cada vez mas polarizada. Hasta podria considerar ofensivo tu articulo.
Jose Luis Silva Larrain
Hay que hacer algunas aclaraciones. De partida el liberal no es el que se preocupa emparejar ninguna cancha porque asume que cada uno forja su propio destino con lo que tiene y lo que logra, sea mucho o poco, un liberal no sabe hacia dónde marcha la humanidad y no se propone, por lo tanto, guiarla a sitio alguno, solo procura que seamos iguales ante la ley, Además el liberalismo considera beneficioso para la colectividad dejar a cada uno de los agentes económicos libertad absoluta para comerciar y producir a partir de comprar a quienes a falta de capital están obligados a vender su fuerza de trabajo, siempre se ha considerado asi y hasta lo puede leer en wikipedia o donde sea.
El liberalismo entiende el progreso de la sociedad a partir del ejercicio de libertades individuales, donde todos sean iguales ante la ley, y cada uno logra lo propio sin nepotismo, in pituto ni sindicatos ni leyes proteccionistas. Es lo contrario a lo que postulan quienes se dicen “progresistas”. Las leyes son para que las personas al ejercer su libertad individual no atropelle la libertad de otros.
Saludos
Diego
Me parece correcto posicionar a (algún) liberalismo en una vereda «emancipadora» como lo fue en cierto momento histórico. Como antagonista, también, del neoliberalismo. Si es eso lo que se intenta comunicar. Pero, ¿acaso en una sociedad libre de -la explotación del hombre por el hombre-, los individuos no van a ser dueños de su propio proyecto de vida?. Eso lleva a preguntarme, concretamente ¿que es ser liberal (¿progresista?), hoy?