No es extraño escuchar desde las instituciones, los medios de comunicación, las redes sociales digitales y la política institucional, además de las vacunas y la pandemia, hablar sobre la tolerancia, el respeto por la diversidad, las nuevas identidades y, en definitiva, un multiculturalismo donde “todo cabe” y en el que ninguna persona o grupo social queda marginado de la sociedad.
Este concepto se deja oír particularmente desde los sectores de izquierda y “progresistas” que enarbolan las banderas de una sociedad que sea abierta. No obstante los lineamientos del multiculturalismo parecen ser, a primera vista, muy loables, pareciera ser que viene a suplantar el conflicto ideológico que ha caracterizado la lucha política: los ejes antagónicos de la izquierda y la derecha. El multiculturalismo se presenta a sí mismo como la respuesta frente a cambios societales donde, como decía el politólogo Ernesto Laclau en su texto “La razón populista”, la idea del arte de hacer política no era interpretar las necesidades del “pueblo”, sino que constituir y construir al “pueblo”. En dicha construcción del pueblo como sujeto político, significaba anteponer al “pueblo” frente a una elite social o un establishment que pretendía mantener el orden establecido, sin interesarse por los malestares que aquejaban a la gran mayoría.El multiculturalismo, lejos de pensarse como una respuesta a la izquierda y la derecha y, aún más, como una crítica al sistema capitalista en el que vivimos, es un velo que solamente viene a cristalizar este sistema
Pues bien, y siguiendo al filósofo esloveno Slavoj Zizek en su libro “En defensa de la Intolerancia” el multiculturalismo, lejos de pensarse como una respuesta a la izquierda y la derecha y, aún más, como una crítica al sistema capitalista en el que vivimos, es un velo que solamente viene a cristalizar este sistema. ¿Por qué? El multiculturalismo se nutre a partir de las políticas identitarias que en las sociedades contemporáneas están muy de moda, a saber: los gays, las lesbianas, los transexuales, los vegetarianos, los animalistas, los veganos, las comunidades autóctona, el feminismo, etc. Estas políticas identitarias se anclan, al mismo tiempo, del capital, es decir, de amplia oferta de consumo que ofrece este sistema.
En dicho sentido, Zizek arguye a una despolitización de la sociedad y a un homo economicus, un hombre económico, donde precisamente la economía y las relaciones sociales basadas en el capital son las que suplen lo verdaderamente políticamente auténtico que es, según este filósofo, la capacidad de hacer cambios sociales desde la política y en conjunto. Claramente el planteamiento del multiculturalismo liberal de Zizek es provocador, porque nos invita a pensar más allá de lo políticamente correcto y, si acaso, aquello que en principio puede parecer que quiere aunar voluntades, más bien tiende a suplir la despolitización de la sociedad y construir esta “sociedad abierta” alienada al consumo, donde cada identidad debe ser considerada no ya como un colectivo, sino como que cada persona o grupo social tendría sus propias necesidades y carencias. Lo cual es muy cierto; nuestras sociedades se caracterizan por la heterogeneidad y singularidades identitarias, pero ello no quiere decir necesariamente, que el multiculturalismo liberal pretenda articular en sus partidarios/as un cambio real. La reflexión de Zizek es que, más que apuntar a ello, este multiculturalismo es una manifestación más del capital y no un acto revolucionario.
Por esto, da para repensar a las ideologías y sus particularidades que, como todo, obedece a su tiempo y en nuestra época, las modas sociales son las que deben ser más cuestionadas.
Comentarios
18 de enero
Es gracioso, pero siempre las artes, y sobre todo las artes que se venden en el mercado, son asociadas a la homosexualidad en sociedades pencas, como la nuestra. Sociedades donde la sola idea de vender el trabajo artistico parece algo raro, algo que no es correto, que transgrede la unica funcion concebible que puede tener una obra artistica, aquella relacionada con la politica. En paises atrasados como el nuestro la unica funcion aceptable de una novela, una obra de teatro, una pintura, es la de denunciar injusticias o tener algun compromiso politico. Son sociedad megapolitizadas porque los politicos y el sistema politico no cumplen su funcion, y esa funcion tenemos que cumplirla todos los demas. Otra cosa muy caracteristica de Chile es que, pese a que se habla de politica todo el dia, la discusion politica solo versa de economia. Asi sucede cuando se pone en primer lugar el tema de los derechos economicos por sobre la importancia del sistema politico. Parlamentarismo, semipresidencialismo, no son temas para nadie. Echo de menos de parte de quienes pregonan esa supremacia de lo politico que de verdad hablasen de temas politicos. La desigualdad economica es un tema economico. Politico en cambio es la forma de gobierno. Nadie habla de eso.
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18 de enero
Siempre lo he dicho, la politica es una ocupacion aristocratica. Es esencialmente machista, es un tema de hombres (al menos en una sociedad a la que le faltan palos para el puente como la nuestra). En ese esquema, una sociedad tradicional, latifundista, agraria, no-urbana, con rechazo hacia lo urbano (polis significa ciudad, es decir el concepto de lo politico esta totalmente trastocado), los temas importantes son muy tradicionales: los asuntos de la economia, de la guerra y de la politica. Los aristocratas se ocupan de esas cosas, NO se ocupan del arte, el cual siempre se asocia a una ocupacion inferior. Es una vision aristocratica la de esperar de cualquier expresion del pensamiento (ciencia, arte, el que ademas es trabajo manual, filosofia), una utilidad o funcion politica. Y eso es justamente lo que pasa aqui. El mito de la «despolitizacion», la obsesion con la funcion politica de la actividad artistica, y el desprecio que genera cualquier cosa que se aleje de esa funcion. Todo eso, el vivo retrato de una sociedad medieval, o pre-ilustracion. Y el intento por volver a encauzar cualquier expresion intelectual por esa via, como si se tratase de algo que perteneciese a los aristocratas. Quienes son precisamente quienes se ocupan de politica, que son latifundistas, que se ocupan de cosas de importancia. Todo esto es propio de una sociedad recontra atrasada, la verdad.
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