No podría ocurrir una revolución si la conciencia política de las y los trabajadores/as no se revoluciona. Esto significa considerar, también, los aspectos revolucionarios en desarrollo de su contraparte, el sistema capitalista.
Estamos en el amanecer de una revolución tecnológica que abrirá todas las posibilidades de la ideología capitalista, arraigada tan profundamente en la naturaleza de su espíritu: la innovación o como decía Schumpeter, la destrucción creativa.Debemos mirar con cautela, con escepticismo y sobre todo con sospecha este pequeño parpadeo histórico; los primeros parpadeos de un largo y arduo amanecer.
Estamos jugando el juego de lo posible, pero no hemos emancipado ni cuerpos ni conciencias. Y si esto sigue así, si seguimos utilizando los utensilios que raramente nos facilita el amo (como el sistema democrático) el capitalismo entrará en una etapa arrolladoramente evolutiva. Un amo podrá ofrecernos un sorbo de agua y sólo al límite de nuestras vidas (como ahora) pero jamás nos entregará las llaves de nuestras cadenas físicas y mentales.
Miremos cómo nos reímos, actualmente, de todos esos ensayos y errores de la aeronáutica o la era espacial; de aeroplanos dando sus graciosos primeros aleteos; de humanos ambiciosos por ser pioneros en lo que fuere y a cualquier costo. Y estupefactos ante la historia de un implacable Thomas Edison sobre un ingenuo Nikola Tesla.
Ahora ocurre lo mismo con la robótica y la inteligencia artificial. Nos reímos de esos pasos de bebe y de las respuestas creativas de la inteligencia artificial. Esa es la esencia de las revoluciones industriales o contrarrevoluciones: destruirlo todo para crear algo nuevo para lo mismo. Reemplazar lo obsoleto por lo exótico de la innovación. El eterno retorno.
Ese es sólo el aspecto material del Estado de incertidumbre, una melodramática epojé.
Es por eso que debemos mirar con cautela, con escepticismo y sobre todo con sospecha este pequeño parpadeo histórico; los primeros parpadeos de un largo y arduo amanecer.
Sin embargo, lo que debería motivarnos esta crisis político-social y especialmente humanitaria, es que nos ayuda a reflexionar ética y biopolíticamente, y eso, por ahora, solo podemos hacerlo los humanos.
Comentarios