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Alejandro Guillier y el futuro de la Nueva Mayoría

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No han pasado desapercibidas las críticas del Senador Guido Girardi, quien afirma que Alejandro Guillier representa “un castigo a nosotros mismos”, señalando posteriormente -tras la polémica que generó- que de todas formas el candidato independiente se ha vuelto el salvador de la Nueva Mayoría. Estas afirmaciones reflejan sin duda parte importante del panorama político actual, pero también de nuestro pasado reciente.

Cuando triunfó la derecha con Sebastián Piñera, los partidos que en algún momento conformaron la Concertación quedaron literalmente pasmados por un año, ya que jamás lograron funcionar como una oposición en el primer año de gobierno de la derecha. El año 2011 la situación cambió, principalmente por las grandes movilizaciones del sector educación, lo que permitió instalar una demanda histórica, junto con la unidad social y política para avanzar en aspectos que ni siquiera la Concertación pudo canalizar. Fue la disputa social de lo político lo que permitió la construcción programática de la Nueva Mayoría. 

No obstante, a pesar de que Michelle Bachelet tenía clara la necesidad de transformaciones políticas, la nostalgia por el poder no estuvo ajena a la constitución del conglomerado, lo que repercutió en que ciertos personeros con el tiempo desconocieran los compromisos programáticos adquiridos colectivamente. A pesar de ello, el programa sí ha sido una hoja de ruta clara y transparente de los objetivos del gobierno, lo que no quita que existan sesgos caudillistas para abordar ciertos debates de importancia nacional. En el fondo, desde el término de la dictadura, el tema ha sido más la persona que encabeza el proyecto que el contenido del proyecto y las características que debe tener quien conduzca dicho proyecto colectivo. El actual gobierno es el primero donde un programa cobra relevancia más allá del período de campaña.

Hay que reconocer el contexto previamente señalado respecto de las críticas que ha recibido Guillier y su comando, principalmente el fuego amigo. Uno de los factores de estas críticas tiene relación con la infructuosa candidatura de Ricardo Lagos, lo que para ciertos sectores del PPD y otros partidos aún es una herida abierta. Más allá de las razones que tuvo para bajar su candidatura, aquella definición simbólicamente dio lugar a una caída de un ícono de la Concertación, en un momento en que la Nueva Mayoría se debate entre añorar la política de los consensos, o bien reconocerse como una alianza distinta a la que condujo el país por veinte años.

Asimismo, el rol que ha ido cumpliendo el Partido Comunista genera escozor en algunos sectores, sobre todo en esta disputa ideológica, pero también desde el punto de vista del protagonismo, cuyo ejemplo más ridículo fue la discusión entre Isabel Allende y Marco Antonio Núñez por quién aparecía en la foto más cerca del candidato presidencial. Las críticas del rol que ha jugado Karol Cariola como vocera de Guillier han sido recurrentes, no solo por parte de Carolina Goic, quien criticó una supuesta “izquierdización” de su competidor (¿es eso malo?), que se demostraba por tener a una “chica comunista” como portavoz, sino de otros personeros que no ven con buenos ojos la instalación mediática de la Diputada, ya que la incidencia del PC, tenga la intensidad que sea, es notoria siempre.

Tanto es así, que el contenido programático del Senador por Antofagasta ha tenido un desarrollo importante durante las últimas semanas. En un comienzo, Guillier buscaba diferenciarse del actual gobierno (una estrategia válida, pero no exenta de contradicciones), criticando incluso a la Presidenta, al hablar de la puesta en marcha de “reformas desde arriba”. No obstante, a pesar de demostrar matices respecto de algunos puntos, Guillier representa la continuidad y profundización del proyecto transformador de la Nueva Mayoría, que se abre camino en otros ámbitos: salud, descentralización, diversidad, energía y previsión.

"En el fondo, desde el término de la dictadura, el tema ha sido más la persona que encabeza el proyecto que el contenido del proyecto y las características que debe tener quien conduzca dicho proyecto colectivo. El actual gobierno es el primero donde un programa cobra relevancia más allá del período de campaña"

La candidatura de Alejandro Guillier es la que más hace énfasis en que la obra gruesa de la reforma educacional, tributaria, laboral y el proceso constituyente no han concluido, por lo que se requiere mantener la idea de una mayoría social y política que configure una correlación de fuerzas favorables en ese sentido. En ese sentido, la vuelta a la derecha al gobierno sería un retroceso tremendo respecto de la concepción de derechos que el Estado debe garantizar, frente a una óptica neoliberal que aún se mantiene mayormente sin alteraciones, por lo que es necesario seguir impulsando la democratización del país, para así dejar de lado el legado de Pinochet atrás, y en ese proceso las fuerzas progresistas y democráticas, el centro y la izquierda deben -a pesar de sus diferencias- lograr visiones mínimas compartidas respecto de temáticas actuales.

Finalmente, es importante retomar la relevancia de la construcción política y social de los cambios en los distintos territorios, sobre todo respecto de los liderazgos, ya que es en el trabajo diario y cotidiano donde chilenos y chilenas pueden retomar y validar positivamente su condición política, frente al desinterés imperante, que promueve la creencia de que los líderes políticos no se construyen junto al pueblo, sino que mágicamente se instalan. No requerimos salvadores, sino líderes que asuman un compromiso colectivo y responsable con su pueblo, y que conduzcan una visión de país que genere no solo adhesión, sino también participación en el proceso.

 

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