En el día mundial del agua, la ONU nos alerta que un 25 % de la población mundial no tiene un acceso seguro al vital elemento. Unos 2.300 millones de personas viven actualmente en países con estrés hídrico, lo que podría aumentar en los próximos años.
Vivimos en Chile una sequía prolongada y con ello un escenario de escasez hídrica aguda. La sequía y el cambio climático están erosionando los territorios y generando daños irreparables. En la Universidad de Playa Ancha, estiman que el desierto de Atacama avanza sobre la Región de Valparaíso.
Chile no escapa de esa realidad. El caudal de las principales cuencas, embalses y lagunas, entre Atacama y El Maule, han disminuido sus volúmenes de agua, en algunos casos hasta un 40 %. En Santiago las reservas de agua del embalse El Yeso han disminuido. De igual forma el caudal de los ríos Maipo y El Mapocho. Algunas autoridades preparan planes de contingencia y no se descarta racionamiento de agua, en la primavera de este año. En el caso de Valparaíso, un duro ejemplo de ello, es lo que pasa con el lago Peñuelas, que presenta un 2 % de su capacidad. O sea, se encuentra prácticamente seco.
Vivimos en Chile una sequía prolongada y con ello un escenario de escasez hídrica aguda. La sequía y el cambio climático están erosionando los territorios y generando daños irreparables en sus habitantes. 400.000 familias dependen de los camiones aljibes para el acceso al agua. Otras tantas familias vivirán desplazamientos forzados debido al cambio del clima, la desertificación y la falta de agua. La seguridad alimenticia puede sufrir importantes daños y con ello, cambios drásticos en la producción y el valor de algunos alimentos.
En la Universidad de Playa Ancha y especialmente en el Centro Avanzado para Tecnologías del Agua (CAPTA), ya tienen sus proyecciones respecto de la profundidad del cambio climático. Estiman que de aquí al 2050 el Desierto de Atacama estará prácticamente en las puertas de la Región de Valparaíso y la Región Metropolitana, y tendremos una climatología similar a la Región de Coquimbo, no descartando que se adelante este fenómeno para los años 2030 ó 2040.
¿Qué hacer para adaptarnos a está realidad ? Las respuestas pueden ser variadas. Lo primero es buscar la eficiencia en su uso del agua, que en los últimos años alcanza sólo un 10 %. Otras de las medidas es la reutilización de aguas residuales, así como la salinización del agua del mar.
Cuidar y proteger los ríos, las cuencas, lagos y lagunas, parecen de vital importancia. De igual forma los glaciares. Pero eso no es todo. El sector productivo, que es un gran consumidor de agua, debe aportar decisivamente al ahorro y el buen trato del agua. Ello implica una gran transformación de la industria, pero también en las formas de consumo de manera individual. Un solo dato al respecto: para fabricar una botella de agua de 500cc, se requieren 3 litros de agua, para producir el envase.
Por tanto, llegó la hora de modificar el código de agua y con ello, rediseñar los derechos de agua, dónde se mantenga un equilibrio entre el agua disponible y aquellos sectores que la necesitan, dando siempre prioridad al consumo humano y la naturaleza. No podemos olvidar que sin agua no hay vida.
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