El reciente 13 de Diciembre de 2016 ingresó a la sala del Senado el proyecto que reconoce como genocidio el exterminio de los habitantes de la Patagonia y Tierra del Fuego a comienzos del siglo XX a manos de los propios chilenos. Su boletín es el N ° 11.017. Al día siguiente ingresó a la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, donde se espera que pronto comience la discusión.
Hoy en día prácticamente no queda descendencia, pero es un acto de conciencia poder legislar a favor de un reconocimiento para el sentimiento nacional sobre la vida de nuestros pueblos.
El proyecto establece que debe considerarse genocidio la muerte de los pueblos Kawesqar, Selk’nam, Aoniken y Yagán, porque cae dentro de lo que la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los pueblos indígenas (2001) denomina “Cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal, a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que bajan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo».
El problema que a finales del siglo XIX se suscitó, además de las enfermedades introducidas por el hombre que llegaba, era que sus animales y forma de vida competían con el habitante natural de la Patagonia, el guanaco, del que se alimentaban estos pueblos. Al traer la oveja y su pastoreo, los estancieros alejaron al guanaco de los pueblos fueguinos y estos tuvieron que cazar algunas de ellas para alimentarse. Las consecuencias no se hicieron esperar y se produjo una matanza indiscriminada aunque paulatina. Esto sin excluir otras motivaciones de personas que intencionadamente solo querían acabar con los pueblos australes.
Hoy en día prácticamente no queda descendencia, pero es un acto de conciencia poder legislar a favor de un reconocimiento para el sentimiento nacional sobre la vida de nuestros pueblos.
Téngase presente, además, la crueldad de los “zoológicos humanos” donde con la anuencia del gobierno de la época, familias australes fueron encadenadas para ser llevadas a París a una exhibición. El año 2010, para el bicentenario, la Presidenta Bachelet repatrió los restos e hizo un sentido mea culpa por la barbarie cometida.
Enlazado con otras discusiones, está el proyecto boletín N ° 10.687 mensaje presidencial que creará un nuevo Ministerio de Pueblos Indígenas, que no incluye consideraciones humanitarias específicas para formarlo, más bien es ponerse a tono con convenciones internacionales mínimas y la necesidad de resolver cuestiones actuales en materia de derechos. Otro proyecto de gobierno es el boletín N ° 10.526 que creará un Consejo Nacional y los Consejos de Pueblos Indígenas, que similarmente justifica la nueva institucionalidad como un instrumento oficial de representación y voz democrática de los pueblos, quizás como un intento de tener un solo interlocutor ante el gobierno, cuestión que es de suyo compleja, considerando la variable cultural que establece al menos la libertad para las comunidades de organizarse como les convenga, incluso en forma autónoma, del Estado Chileno o del que se trate en otro lugar del mundo. Recuérdese que el Estado es una forma de organización europea desde los tiempos modernos.
Considerando entonces que en los dos proyectos que son iniciativa de Michelle Bachelet no hay alusiones a la cuestión de verdad histórica entre pueblos a raíz de la conformación del Estado Chileno, más directamente, la muerte de unos a manos de otros sin justicia ni ley, más que la sobrevivencia, cobra más relevancia un proyecto moción parlamentaria de la senadora DC por Magallanes, Carolina Goic, que establece un reconocimiento nacional histórico del problema de la extinción de los pueblos fueguinos y patagónicos.
Aunque esto parezca que no tiene que ver con la problemática de hoy, siembra conciencia en los corazones de todos quienes habitamos Chile, para el buen sentido de las discusiones, que resuelvan problemas contingentes de otros pueblos más al norte, como el mapuche y aymara, o más al oeste como el pueblo rapa nui.
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