Observando la página web de la «casa de Bello» leo una noticia que versa sobre un convenio que establece la cooperación entre la Universidad de Chile y el Instituto Nacional con la finalidad de que estudiantes de pedagogía de la primera realicen prácticas profesionales en el tradicional liceo.
No me parece negativa la iniciativa, sin embargo me cabe realizar un breve viaje hacia el pasado. En 1889 se crea el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, ubicado en Alameda esquina San Miguel (hoy Ricardo Cumming). Adyacente al edificio se inaugura en 1892 por Jorge Schneider el Liceo de Aplicación, en donde los estudiantes de pedagogía tenían que ejercer la aplicación en el en la aula de clases de los conocimientos adquiridos en el pedagógico.
Podemos hallar en documentos históricos, vastos procesos a los cuales la casa de estudios de educación superior ha contribuido, además, haciendo una personificación, la institución concomitantemente ha llevado el dolor de acontecimientos que han conmocionado a nuestra sociedad; no obstante, no deja de ser llamativa aquella ingratitud existente en la historia de la universidad del consejo de rectores hacia el establecimiento educacional de Ricardo Cumming y evoco sino el verso más relevante del discurso emitido por Andrés Bello al inaugurar la Universidad de Chile y que hoy en día se emplea para reflejar la diversidad de pensamiento existente en aquella; «todas las verdades se tocan».
Pues bien, no es tan así. En nuestras bibliotecas es complejo hallar alusión acerca de la relación entre estas instituciones o peor aún contribución alguna por parte de la aún destacada e importante universidad hacia el alicaído liceo bicolor.
Desde que el pedagógico se trasladó, hay cierta inopia de la relevancia que tuvieron los profesores alemanes en la matriz de la formación humanista y profesional del
maestro en nuestro país.
Volver a vincular dos instituciones, una nacida de otra, que estuvieron enlazadas por décadas para la gestación de los profesores parece sólo ser una idea antojadiza de mi parte. Por lo que sería bueno que un padre no sólo recuerde a su hijo y sino que también lo acoja luego de padecer el hundimiento de su vida.
No pretendo en absoluto invocar chovinismo alguno, ni tampoco exaltar predominancia alguna de los «canarios» sobre los «burros» como dirían los que balbuceaban sus motes respectivos. Mi objeto es señalar la simpleza, mejor dicho la omisión que la Universidad de Chile, promoviendo ciertos valores en la sociedad que en efecto no se ven bien reflejados en lo concreto. Y el fraccionamiento no es excusa, puesto que las facultades están lejos unas de las otras e históricamente siguen jugando rol en universidad.
El volver a vincular dos instituciones, una nacida de otra, que estuvieron enlazadas por décadas para la gestación de los profesores parece sólo ser una idea antojadiza de mi parte. Por lo que sería bueno que un padre no sólo recuerde a su hijo y sino que también lo acoja luego de padecer el hundimiento de su vida.
Lo que puedo concluir; es pretencioso en demasía creer que todas las verdades se toquen y que también todo es sustituible en el tiempo.
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diegoalejandro.barrera.35
Las clases de educación cívica terminaron siendo suprimidas en los gobiernos de la concertación en efecto.
Es interesante además señalar que no establezco al liceo como un acreedor de la Universidad de Chile sino como un problema histórico-sistémico y la exaltación de valores críticos que realiza la universidad con la sociedad no se condice con lo promovido en efecto.
Dámaso se agradece tu comentario y que de alguna y otra forma la educación pública sea de verdad pública.
Matías Vergara
Me sumo a la opino de Diego. Creo que una responsabilidad histórica debe ser acorde con los tiempos, y este ejemplo demuestra que no es así, y que se ha faltado a esta.. Los diagnósticos son varios, pero me sumo al que dice relación con la mercantilización de la educación y la precarización de la educación publica, donde proyectos rentables, con oportunidades acotadas, crean elites en el sistema educacional (que claramente cumplen su objetivo).
Las responsabilidades, creo yo, son compartidas; pero se debe apelar a la casa de Bello al momento del análisis histórico.
Por ultimo señalar el sensato planteamiento que propone Diego, al dar cuenta de la escasa materialización de los valores de la universidad, que debe representar a muchos, dando abismo al objetivo de esta y la condición material que desarrolla.
diegoalejandro.barrera.35
Gracias Matías
El dejo histórico y aún más sistémico es algo menester en la sociedad que afronta duramente la mercantilización de los derechos sociales.
Dámaso Armijo Pradenas
Como ex alumno del Liceo de Aplicación, no puedo sino adherir al comentario de Diego A Barrera. En efecto, la historia de nuestro Liceo no ha sido reivindicada plenamente, siendo, como lo comprueban las palabras de este investigador, un establecimiento público que aportó enormemente al quehacer educacional y a las prácticas pedagógicas. Personalmente me nutrí muchísimo en las clases de Educación Cívica, donde se nos enseñaba la fuerza de la institucionalidad democrática, y se nos animaba a debatir dado que había, hubo y habrán, distintas ponencias frente a un mismo hecho. En esas clases (hoy suprimidas por un dictador), aprendíamos a organizarnos, a sugerir y plantear soluciones a los problemas del Liceo, con el fin de que su legado fuese cada vez mejor, sin que se nos midiera con un «simce». Egresé el año 1964, y trato de asistir a todos los almuerzos anuales del Centro de Ex Alumnos.