“Yo soy de una generación que por una parte vivió la dictadura, pero no soy de la generación de las víctimas directas que fueron perseguidas, torturadas y asesinadas”, expresó, sin que se le moviera un músculo Lorena Fries, restando con ello la gravedad política que nos tocó vivir en Chile durante 17 años de dictadura cívico-militar. Tuvo suerte la funcionaria, existen connacionales que hoy no pueden afirmar lo mismo, porque no están.
La declaración de Lorena Fries, subsecretaria de DDHH, no me son indiferentes, el sabor almibarado de sus afirmaciones por las injusticias sostenidas en el tiempo me siguen dando vueltas, pues somos todavía muchos los chilenos que conservamos la memoria y no quiero que también ahora me pidan que renuncie a ella o que mire la historia desde un prisma reduccionista. No puedo, no tengo lugar para el olvido; es más, enseño a mis aprendientes el valor de la memoria, el valor de la justicia y el valor de la verdad. Son temas humanos y en las escuelas deben discutirse.Educar a nuestros compatriotas me permite despertar las mentes de cada educando y mantenerlas en alerta, no quiero otra generación de sujetos descomprometidos, irresponsables, olvidados de su historia, acríticos y acomodaticios.
El olvido no es sano para nuestros pueblos, aunque para algunos resulte conveniente el borrón y cuenta nueva. La lucha y búsqueda que mantienen por llevar a los culpables de los vejámenes y violación a los DDHH a tribunales la Agrupación de Familiares de Presos Políticos, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, la Agrupación de ex Prisioneros Políticos y otras organizaciones políticas y humanitarias, con estas declaraciones imprudentes vuelven a retroceder, vuelve a asomar la desconfianza en Memoria, Verdad y Justicia, pues no se trata de auxiliar a pobres abuelitos y viejitos enfermos, tampoco hablamos de santos inocentes: no podemos ni debemos olvidar la tortura, el exilio, la desaparición de personas, la complicidad, el pacto de silencio, el horror, los abusos, los crímenes de lesa humanidad.
En Chile, país desigual, nadie puede olvidar a quienes dispararon contra un pueblo desarmado, contra el pueblo indefenso; es bueno, necesario y responsable que recordemos, cada día y todos los días, cuando en plena democracia estos “abuelitos ¿enfermos?”, en nombre de dios y la patria se ufanaban de sus actos, se proclamaban salvadores del país y jamás fueron capaces de pedir perdón, aún hoy no indican dónde están los cuerpos de nuestros compatriotas desaparecidos. ¿Pensó Fries en el dolor de esas mujeres que jamás pudieron llevarles una flor a su tumba? ¿Pensó en las madres que les arrebataron la vida de sus hijos cuando aún éstos eran adolescentes? Existen actas de defunción que fueron arrancadas del Registro Civil, no existen, no están, a estos chilenos se los tragó la tierra, ¿qué explicación puede darnos Fries de ello? ¿Por qué nos pide que pensemos en ancianos enfermos? ¿A qué DDHH se refiere?
Soy orgullosamente docente, como docente debo educar en la verdad, con la verdad y desde la verdad, los delitos de lesa humanidad no prescriben y los asesinos deben ser juzgados y condenados, pagar con cárcel efectiva por sus actos deleznables, no puedo enseñar a perdonar cuando otros se jactan del exterminio de un semejante desde cárceles VIP, sólo por pensar diferente, sólo por expresar otro ideal de país. Nuestra democracia y nuestros gobernantes no tienen derecho ser tan inconscientes, arrogantes y descomprometidos, entonces, cuando advierto que la justicia no es justa, yo debo seguir enseñando valores. Y la vida es un valor que no se puede soslayar: Chile tiene muertos y desaparecidos. Los criminales deben responder.
Es ahora, hoy, el preciso momento histórico en que la disciplina curricular Educación Cívica pase a llamarse Formación Ética y Ciudadana y esté presente en todos los recorridos curriculares formativos de nuestra educación, pública y privada, desde la sala de 3 años a las carreras universitarias y en particular en las pedagogías, que allí, en ella, en la escolaridad obligatoria, exista un espacio permanente para la discusión, el análisis y el debate de nuestros problemas políticos y sociales, que no nos confundan con la figura del abuelito enfermo y desprotegido. No somos una masa de bobos, no nos disfracen la verdad. Sólo faltaría que mañana nos propongan una Teletón para ayudar a los asesinos, a los torturadores, a los violadores de los DDHH.
La declaración de Fries, “Es un tema a discutir, efectivamente, qué pasa con las personas de 85, 90 años que están en las cárceles”, llega en el preámbulo justo de una elección, es raro este mensaje de compasión melosa “En algún minuto hay que debatir sobre un indulto general en casos de DD.HH.” y luego intentar sobarnos el lomo, diciendo que “Lo peor que nos puede pasar a los defensores de DD.HH. es perder la humanidad”. Jamás los luchadores populares han perdido la humanidad, al contrario, la humanidad los ha llevado a golpear puertas, a exigir, a dar la cara, a no callarse, a seguir peleando por sus derechos y por los nuestros, pero también por todos los derechos de aquellos que cómodamente, sentaditos en sus despachos, olvidaron el lugar de dónde provenían, el lugar que ocupan desde que el voto popular los puso donde están o el cargo que les dio un dedo poderoso. Frágil la memoria de algunos connacionales.
Educar a nuestros compatriotas me permite despertar las mentes de cada educando y mantenerlas en alerta, no quiero otra generación de sujetos descomprometidos, irresponsables, olvidados de su historia, acríticos y acomodaticios. Seguiré educando y formando sujetos pensantes, reflexivos, para que ningún funcionario manipule la historia ni la interprete a su gusto, tampoco que nos la sirvan tipo papilla predigerida, como si fuéramos los «humanoides» del general Merino. Seguiré hablando de Memoria, Verdad y Justicia en las aulas, seguiré creando conciencia sobre los derechos que nos asisten como ciudadanos, sobre los DDHH y seguiré educando en y para la democracia.
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