Se ha suspendido el paro de profesores. Después de 57 días con las escuelas municipales funcionando de manera irregular, un número no despreciable de alumnos trasladándose al sector particular subvencionado, y generando un excedente de un centenar de profesores en la educación pública justamente cuando las políticas de estado han comprometido mayores recursos para fortalecerla.
Además, el perverso sistema de subvenciones que paga por asistencia promedio de alumnos, provoca que mientras menos niños ingresen a las aulas, el fisco retiene recursos presupuestados que no vuelven a ser reinvertidos en educación.Ha llegado el momento de dignificarse, asumiendo el deber de normalizar creativamente la escuela pública. La desmunicipalización será una estrategia para mejorar las escuelas.
Al margen de la ausencia de un proyecto de carrera docente, de un gremio que no fue escuchado durante la gestión del gobierno anterior, lo paradójico es que el conflicto se desata a partir del momento en que la autoridad actual presenta su iniciativa legislativa, plegándose al coro de los indignados que nunca consideraron esta demanda.
El proyecto de Desarrollo Profesional Docente fue absolutamente modificado en el debate, especialmente con la intervención de una amplia gama de académicos, investigadores y profesores de los diferentes niveles y modalidades de enseñanza. Por tanto, no se entiende el rumor de una disidencia que clama por ser escuchada y ha utilizado una tribuna que pocos gremios o sindicatos han podido ocupar.
El soporte político de este diálogo tripartito sobre carrera docente fue la comisión de educación de la Cámara, entidad que se constituyó en garante para que el Ministerio de Educación transforme en indicaciones sustitutivas los consensos alcanzados como resultado de un profundo debate entre los diversos actores del sistema educativo.
Gran triunfo el de los profesores, exitosa la estrategia de Gajardo -al dosificar convenientemente presión y diálogo-, y nefastos los intentos por dividir al gremio adelantando una contienda electoral por la vía de un golpe blanco respaldado por algunos medios que otorgaron tribuna a una disidencia carente de contenidos y estrategia propia. Tanto es así, que terminaron plegándose a las decisiones institucionales del Colegio de Profesores lideradas por su Presidente.
Ahora viene la «desmunicipalización», en agosto comienza el término del copago en el sistema escolar por la puesta en régimen de la Ley de Inclusión, ya se debate sobre la gratuidad de la educación superior y su resistido intento a toda propuesta concebida bajo el principio de “gratuidad sin lucro”. Pero existe un deber ineludible de todos los actores: asumir el compromiso de normalizar la escuela pública municipal, desarrollar estrategias didácticas para asegurar aprendizajes significativos en sus alumnos, disminuir la fiscalización sobre las escuelas y asegurarles el acompañamiento y apoyo por parte de quienes tengan esa responsabilidad en el Ministerio de Educación.
Ha llegado el momento de elevar la apuesta por una escuela pública que -independientemente de los métodos de enseñanza- asegure que los niños aprendan, que se formen en valores, que se eleven las expectativas de nuestros niños, niñas y jóvenes para que sean educados como “los herederos del Reino” y no como súbditos del actual sistema de exclusión, responsabilidad que corresponde en primer lugar a los maestros.
Los educadores han dado un gran paso, tendrán una carrera docente acorde a sus intereses. Pero todo será en vano si no asumen que quienes más los necesitan “son los pibes que caminan por la cornisa” y su deber es evitar que “ese viento en contra los termine de tirar del lado de la exclusión” (Gagliano, Profesor Universidad de Buenos Aires).
Ha llegado el momento de dignificarse, asumiendo el deber de normalizar creativamente la escuela pública. La desmunicipalización será una estrategia para mejorar las escuelas, debemos reconocer que se han generado las condiciones objetivas para el cambio, nos faltan las subjetivas inherentes a la moral, a la ética y compromiso de los docentes. Ya no hay excusas que valgan: ha llegado la hora de demostrar nuestra opción profesional.
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