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El exceso de predictibilidad está ‘matando’ a nuestros estudiantes

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Las  máquinas no vivas, que también reciben otros nombres, como: máquinas artificiales, triviales y taciturnas, sistemas cibernéticos de primer orden, etc., Tienen ciertas cualidades, que en los hábitats escolares, se tiende a reproducir en los estudiantes, negando con ello su condición de seres vivos.

A modo de introducción,  una tabla comparativa entre una máquina y un ser vivo cuya indiferenciación, y prácticas pedagógicas asociadas, podrían estar  disminuyendo las características y condiciones, que permiten asegurar,  que los estudiantes son seres vivos y que operan como tales.

Máquina no viva (estudiante construido teniendo,  como modelo ideal de perfección las máquinas artificiales) Ser vivo (estudiante bio-natural, educado en la complejidad de su biocentrismo y desde la experiencia de un “cuerpo vivo” en una relación ecosistémica,  recursiva, dialógica y hologramática con los otros y lo otro)
Sistema cerrado: Predecible, predictible, determinable, opera desde el paradigma del orden, causal, lineal,  hipotético deductivo. Sistema abierto: Fluye en el vivir en una deriva ontológica. En cada instante de su existir puedo hacer de modo nuevo y distinto, todo lo que su biología le permita.
Sistema sumativo (que mantiene la suma de sus cualidades físicas (todas medibles y explicables con los principios del método de la duda metódica de Descartes) Por ejemplo:  independiente del ambiente o contexto en que se encuentre, un celular no modifica sus cualidades constitutivas cuando lo trasladan de la sala de clases al recreo)

 

Sistema constitutivo (se constituye o modifica según el ambiente y contexto en que se encuentra, más fácil de conocer con métodos hermenéutico-interpretativos, subjetivos, o construccionistas.) Por ejemplo, un niño sano o vivo-vivo, modificará su neuropsicoemocionalidad al salir a recreo.
No es un sistema autopoiético a nivel molecular y celular ni tampoco autoorganizativo a nivel comunicacional y sociocultural. Es un sistema autopoiético y autoorganizativo.

 

Cuando se le pregunta a los estudiantes dónde, cuándo y con quién, se siente más vivos, más plenamente siendo, más existiendo, más conectados, más felices, más amando y amados, más libres, más alegres, más saludables, suelen dar respuestas como: cuando estoy con amigos, con personas que me quieren, en las que confío, cuando estoy en silencio, conmigo, cuando estoy sólo, cuando escucho música, porque puedo hacer lo que quiero ,  cuando estoy de viaje, cuando siento que hice algo bueno para mí y los otros, cuando estoy en contacto con la naturaleza, cuando camino por la orilla del mar, en vacaciones con los míos, cuando corro, ando en bicicleta, cuando juego, en especial con los niños o con mi mascota, cuando río, cuando bailo, cuando me hacen cariño o cuando yo hago cariño, cuando me escuchan mirándome a los ojos, etc.

Los indicadores de calidad educativa y que orientan lo que debe hacerse en las clases, es casi opuesto, a los contextos y ambientes que hacen sentirse “vivos” a los estudiantes.

Los cuerpos, no pueden moverse o deben hacerlo lo menos posibles, su objetivo principal ya lo reflexionó Foucault, si dosificamos el cuerpo de los otros,  le sometemos su voluntad y con ellos su pensar, su sentir y su hacer, en especial su ser y con ello su verdad, su ética y estética. Se ha olvidado o no comprendido que el cerebro necesita que el cuerpo se mueva para que funcione, es decir para que se produzca aprendizaje.  Un cuerpo móvil le envía señales neuromotoras que le informan que se desconecte, desatienda y me haga dormir.  Es posible que además de la mayéutica (heredada de su maestro Sócrates), sea lo peripatético, aquello que hizo tan efectivo este método de aprendizaje.

Gregory Bateson, sostiene que los profesores son portadores del beso de la muerte, porque todo lo que enseña lo hace de espaldas a la vida, ¿qué porcentaje de lo aprendido se hizo en la vida en el convivir con otros vivos? ¿Qué porcentaje de lo aprendido en toda nuestra vida escolar se transfiere a nuestra actual vida real? ¿Se enseña con la conciencia  e intención de transferir los aprendizajes escolares a los contextos en que los estudiantes coexisten?

Nuestros estudiantes, en tanto seres vivos, necesitan de una educación que enamore de la vida, que les enseñe a vivir, requieren una educación vidafílica, que permita discriminar y tener la voluntad de direccionar hacia la vida;  toda decisión moral-emocional –racional- estética…

Saber que los seres vivos son diferentes a las máquinas artificiales, no es suficiente para que la educación siga produciendo estudiantes vivos que operan como sistemas no-vivos. Precisamente fue Platón quien desde su mirada dual, dividió los habitantes de nuestro planeta en vivos-vivos y vivos-muertos. ¿Qué cambios tiene que hacer la educación para aumentar el número de estudiantes-vivos y disminuir los estudiantes que operan en “modo zombi”.

Pichon-Rivière, sostiene, que la educación es un sistema creado deliberadamente para “enfermar[1]”, es decir, para que los estudiantes, pierdan la plasticidad y su condición de sistema constitutivo, en otras palabras para convertirlos en seres predecibles. Muchos consideran  como un  sistema educativo de excelencia, al que puede lograr en un cien por ciento, predecir el logro absoluto del perfil de egreso, usualmente elaborado, desde las mejores intenciones, pero con escasa o nula participación de los estudiantes. Sería un colegio “emblemático”, “ideal”, porque lograría cumplir todas sus profecías, respecto al nivel de  puntajes que obtendrán en la pruebas de selección a la educación superior y por tanto, donde estudiarán, en que trabajarán, su futuro nivel de ingreso, qué comprarán, el nivel sociocultural de sus amistades y parejas, etc.

¿Qué es lo que “muere” en los estudiantes cuando los hacemos predecibles?

A nivel neurobiológico aumenta la poda o muerte de neuronas y con ello de sinapsis.  Porque el cerebro es un órgano social, de ahí la afirmación “el cerebro se hace”, la epigenética (Bruce Lipton) y la neurofenomenología  (Francisco Varela) han puesto la vida experiencia, conectada, presente, consciente, situada como factores primordiales para la vida cerebral.

Con la predictibilidad lo propio de lo humano, la creatividad, el asombro, la resiliencia, se dañan o atrofian, o son subyugadas al autodeterminismo de  las profecías autocumplidas

A nivel afectivo,  lo que “muere”,  es la  capacidad de sentir las emociones (Vittorio Guidano) y de experimentarles un su circuito completo de expresión (Wilhelm Reich). A los sistemas educativos hay que recordarles que  los estudiantes, siempre van a clases, con su sistema límbico o cerebro emocional, que  “Las emociones van a la escuela. El corazón también aprende” Títulos de la neuropsiquiatra Amanda Céspedes.

Muere o se reduce la impredecibilidad y la capacidad de acoplarse de modo congruente con su mundo sentido y situado, de operar con su cerebro único y por ello con un pensar y sentir diferente.  Muere y se reduce con ello su identidad, su originalidad, su dignidad (de tener la libertad de ser quien es y elegir su deriva ontológica) y con ello, de ser  el libretista y protagonista consciente de una vida con sentido, congruente, auténtica y coexistencial.

Lo crítico es que la predictibilidad, usualmente propio e inherente a la educación, la acerca más a una educación tanática que a una educación para la vida. La predictibilidad, es el indicador principal de la calidad de una máquina artificial.  Esta característica en un humano vivo, se traduce en que pierde los indicadores que lo definen como vivo, según Bateson los humanos han llegado a ser tan predecibles como los sistemas sumativos[2], que mantiene la suma de sus características, fácilmente medibles y predecibles con las ciencias exactas, se tiende hacer cotidianamente lo mismo y del mismo modo.  Cuando, en tanto, vivos y por ellos sistemas constitutivos, se acoplan, se  constituyen en una deriva ontológica, de acuerdo al contexto o situación en que se encuentra y por ello difícil de medir y predeterminar por las ciencias exactas.

Con la predictibilidad lo propio de lo humano, la creatividad, el asombro, la resiliencia, se dañan o atrofian, o son subyugadas al autodeterminismo de  las profecías autocumplidas.

Una educación que enseña a operar, más como una máquina que como un ser vivo, de algún modo podría incidir en que actualmente los niños, niñas y muchos adultos, interactúan más con máquinas artificiales que con seres vivos.  Algunos niños y jóvenes llegan a estar conectados el 70% de su tiempo diario con alguna cibermáquina y aumenta cada día el número de  personas, que miran y tocan más a su celular,  que a las personas con las que viven (Lo señalado se encuentra cada vez más presente en los sistemas educativos), en las casas, los restaurantes, las plazas o en las playas, observamos, a veces con grados de resignación, indiferencia y comodidad como aumenta las interacciones vivos-muertos (enfermos o predecibles) con máquinas-no vivas y por tanto se reducen las interacciones de vivos-vivos con otros vivos-vivos, que es precisamente el contexto donde se puede cultivar y estar en la vida.

Para qué educar sea una transformación en la convivencia amorosa (Maturana), se debe permitir que entre al aula, lo que es propio del convivir en el dominio de lo humano: el co-jugar, el co-mirarse, el co-aprender, el comunicarse, el coexistir, el co-emocionarse, el conocerse, el colaborarse, y todas los procesos que explicitan en su significante, lo co-constructivo, el nosotros, la relación nutritiva o amorosa con la otredad.

En los sistemas educativos se tiene a valorar a todo aquello que  hace más predecible y por ello controlable a los estudiantes y docentes, para este fin, se crean instrumentos, normativas, sistemas de control, incentivo y coerción; coordinaciones y unidades pedagógicas , que supervisan, coordinan, y controlan, que se cumpla con los plazos, fondo y forma de cada uno de los indicadores que se consideran como fundamentales para una gestión curricular, que permite hacer previsible, cada paso que el docente y el estudiante dio, da y dará en clases.

El exceso de perfiles de egreso, de Syllabus, de rúbricas, de programas y planificaciones más o menos rígidas, previsoras, controladoras, construidas a espaldas de los estudiantes y de la vida, son los que atentan directamente en contra de la capacidad de asombro, de la motivación intrínseca y del reflejo natural de aprendizaje por descubrimiento, estos son sólo tres cualidades que se encuentran intactas, en niños y niñas, antes que ingresen a la escuela.  Cuando se intenta hacer algo por conservar, recuperar algunas de estas capacidades ontogenéticas, se hacen programas de aprendizaje por descubrimiento, de expresión de emociones de desarrollo creativo, de resolución de “problemas”, donde lo por crear, descubrir, expresar y resolver, ya está predeterminados, así como cada uno de los pasos que el estudiante debe  hacer para ello.

[1] Lo más parecido a un enfermo, es una persona que ha perdido su plasticidad, es decir su capacidad de modificabilidad e imprevisibilidad biopsicosocial, (de acoplamiento estructural congruente en su relación con el medio, su autopoiésis y su autoorganización), cuando un organismo vivo pierde esas  capacidades muere.

[2] Bateson de acuerdo a lo planteado en tu teoría ecológica de la mente, donde ha estudiado las “coreografías”, que los humanos tejimos mediantes “pautas de pautas que conectan” que al ser observadas tienen una recurrencia y una coordinación que permiten explicar entro muchos factores, la resistencia al cambio y el determinismo psicosocio relacional. Pautas, que a causa de la inteligencia ciega (Morin), que no nos permite ver con claridad, esas conexiones, complexus o coreografía, nos hace repetir patrones predecibles y automáticos como especies de máquinas triviales. Tanto así, que si uno pudiera filmar un día, una semana, un mes o un año de su vida, y luego viera esa filmación, descubriría con espanto, que casi todo los días, todas las semanas, todos los meses y todos los años, hace casi lo mismo y del mismo modo.

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