El panorama tiene muy mal aspecto. En el mundo, el «ecosistema» de la movilidad internacional, compuesto por una extensa red de universidades, embajadas, consulados y organismos de apoyo financiero está sufriendo las consecuencias del cierre de fronteras a causa del coronavirus.
Por un lado, las universidades se vieron obligadas a pasar de actividades presenciales a actividades online bajo una enorme presión, lo que ha alterado la normalidad de las clases. Las embajadas y consulados, en línea con las medidas de sus respectivos gobiernos, cerraron sus oficinas y suspendieron los trámites de visado hasta nuevo aviso; los organismos de financiamiento hicieron lo mismo con sus procesos de postulación a becas.
En Chile, si el estallido social de octubre 2019 fue el disuasivo para «vivir una experiencia internacional», el coronavirus fue su tiro de gracia: la mayoría de los pocos entusiastas que llegaron a inicios de 2020 no tuvieron más remedio que re-empacar sus maletas. Y los que se quedaron están viviendo un desagradable «encierro online» y lidiando con las confusas restricciones de tránsito, cuarentena, toques de queda y salvoconductos en un país que les es ajeno.Si las suspensiones continúan, las universidades chilenas, con las puertas cerradas en el extranjero, deberán cerrar también las suyas.
«No podemos dimensionar la amplitud de lo que estamos viviendo», señaló el académico Fernando Daniels de la Organización Universitaria Interamericana (OUI) en un reciente foro organizado por la Universidad de Los Andes y Universidad Adolfo Ibáñez.
Por el momento, la mayoría de las universidades chilenas y extranjeras mantienen sus procesos de movilidad abiertos y trabajan con la expectativa de retornar a la normalidad durante el segundo semestre 2020. Pero University of Toronto (Canadá) y University College London (Reino Unido), así como al menos 14 planteles en Brasil, Estados Unidos, Colombia y Finlandia anunciaron el cierre de programas 2020. «Cancelamos los programas de verano 2020 y probablemente haremos cancelación selectiva considerando que existan rebrotes», puntualiza José Manuel Páez del Tecnológico de Monterrey (México).
Si las suspensiones continúan, las universidades chilenas, con las puertas cerradas en el extranjero, deberán cerrar también las suyas.
¿Qué debe hacer el gestor de internacionalización?
Fernando Daniels lo ejemplifica de la siguiente manera. Hoy día las universidades están recibiendo el embate de dos olas: la primera -pasar al digital- fue una transición difícil, «sobre todo pensando en que la transformación digital no ha permeado a todas las instituciones», dice. La siguiente ola será el tema del presupuesto y matrícula. «Si abrimos las puertas o no. Las universidades dependen del flujo de caja para mantener su actividad económica», sostiene.
El problema es que la movilidad en Latinoamérica depende del financiamiento familiar, y las universidades deberán migrar recursos para acelerar la transformación digital. «O sea, tenemos universidades con menos plata y familias empobrecidas», lo que trae una enorme presión para el gestor de internacionalización de las universidades, el cual tendrá una nula capacidad de planificación.
Pero existen opciones. Para Daniels, esta es la oportunidad para bajar la pelota al piso y hacer una revisión crítica del alcance de su trabajo. «El gestor de internacionalización debe liderar la incorporación de la perspectiva internacional dentro de sus universidades, proveer herramientas que sean útiles (…) es un trabajo estratégico que debe realizarse al interior de las universidades», dice.
Con esto coincide José Manuel Páez. La movilidad académica es una actividad cara, «por eso el desafío es pensar la estructura de internacionalización de otra manera. Si podemos segmentar las clases en menos horas y podemos desarrollar calendarios académicos más cortos sería más fácil, porque garantizaría que alumnos de un nivel económico más bajo puedan acceder».
En este sentido, el académico ve con muy buenos ojos las estrategias de co-teaching, «materias transversales que se desarrollen en dos o tres universidades, el co-teaching sería en línea con independencia de dónde estés».
«Tratemos de poner en pause los programas de movilidad tradicionales, incrementar la capacitación de docentes para enseñar en formato en línea, capacitar al 100% de los docentes para tengan esa habilidad y puedan ser versátiles en conmutar entre presencial y en línea», finaliza.
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