En el último tiempo hemos sido testigos del ascenso del populismo, la desconfianza y la indiferencia hacia las instituciones (ejemplos acá, acá, acá, y acá ). En este texto ofrezco algunas claves para entender el origen de la crisis.
1. LA EXPANSIÓN DEL MERCADO: Hacia fines de la guerra fría, el liberalismo de mercado se convirtió en un mantra. Al estructurar la sociedad en torno al mercado, los seres humanos prosperaron y se hicieron más ricos, pero también entraron en la anomia, el individualismo y la indiferencia. Porque si el mercado es tan eficiente para darme lo que necesito, ¿para qué quiero políticos e instituciones? Sin quererlo, descubrimos que el mercado era un animal de dos caretas, porque daba de comer, pero también mordía.
2. LAS CONTRADICCIONES DE LA SOCIEDAD: El mercado nos entregó educación, vivienda, salud, vacaciones y diversión, pero también nos abrió a nuevas posibilidades de expresión individual (el feminismo, la diversidad sexual, el veganismo y el animalismo, entre otras formas de expresión, serían una consecuencia de la expansión del mercado). Y en el camino nuestra sociedad se volvió contradictoria: la derecha conservadora rechazó la migración y la libertad sexual que apareció gracias al liberalismo de mercado que ella misma promovió… Y el feminismo moderno protestó con desprecio contra la estructura capitalista que la hizo nacer. El mercado nos dio libertad, pero también desgranó la sociedad en un cúmulo de intereses incompatibles. La sociedad se hizo más educada y próspera, pero también más individualista e indescifrable.La inestabilidad de inicios del siglo XXI tendría mucho más que ver con una crisis en el seno mismo del liberalismo que con una supuesta arremetida ideológica desde los flancos.
3. LA POLÍTICA Y EL QUIEBRE: Todo esto pasó colado para nuestros políticos. Como bien sabemos, la relación entre política y sociedad es parecida a un matrimonio: Para que funcione, es necesario mantener la comunicación. El problema es que los políticos desatendieron sus obligaciones conyugales, y en lugar de actualizar sus principios ideológicos para la nueva sociedad de mercado, prefirieron jugar las cartas según el manual del siglo XX: la izquierda ofreciendo Estado y la derecha proponiendo crecimiento económico. Pero ambos erraron el diagnóstico. Y así se nos pasó la última década. La izquierda y la derecha aplicaron recetas anacrónicas y en este matrimonio desatendido, la gente sencillamente se aburrió: empezó a mirar para el lado y a sentirse atraída por las luces y la desfachatez. Es lo que vemos en Chile y Perú, pero también en Estados Unidos, Alemania, Francia, Brasil y Reino Unido.
4. UN MUNDO MUY DIFERENTE: Es muy importante entender que el mundo actual es muy diferente al de las décadas de 1930-40, ese que enfrentó a muerte a liberales, fascistas y comunistas y que terminó en el desastre de la segunda guerra mundial. La inestabilidad de inicios del siglo XXI tendría mucho más que ver con una crisis en el seno mismo del liberalismo que con una supuesta arremetida ideológica desde los flancos. Los revivals populistas de derecha e izquierda (sobre todo el comunista, que tanto temor infunde en mis amigos de derecha) no serían más que los últimos bolsones de resistencia en un mundo liberal autodeclarado. El problema es que las tres corrientes liberales que condujeron la política contemporánea (socialdemocracia, humanismo cristiano y neoliberalismo), parecen no responder a las necesidades de la sociedad de mercado. En fin, los políticos liberales derrotaron al fascismo en los cuarenta, al comunismo en los ochenta y al iniciar los noventa, se sintieron winners. Y en vez de seguir entrenando la musculatura para mejorar el desempeño, terminaron achanchados en el camino.
EN CONCLUSIÓN: Los liberales parecen estar viviendo una crisis de identidad. Por fortuna, después del desastre financiero de 2008, la academia se propuso analizar críticamente los fallos del capitalismo. No para derribarlo como en los sesenta, sino para renovarlo. Hoy se habla de un capitalismo con apellido, un capitalismo «diferente», «inclusivo», «progresista» y «moral». La crisis actual parece ser una oportunidad para renovar el «capitalismo de casino» denunciado a fines de los 2000 y que tantos heridos dejó en el camino. Por el momento, no tenemos idea qué tipo de liberalismo tendremos en el futuro, pero, a mi modo de ver, hay tres cosas más o menos claras: la primera es que el neoliberalismo fue una linda fantasía. La segunda es que el liberalismo del siglo XX insistirá en forzar su vigencia a pesar de su anacronismo (fue cosa de ver cómo los partidos trataron de capturar la Convención Constitucional). Y finalmente -y acá el golpe de realidad-, a la gente le encanta disfrutar de su vida en la economía de mercado. Si hay algo que hay que sincerar es que fue el capitalismo el que terminó abriendo las grandes alamedas, y esto representa un desafío gigantesco para la izquierda, tanto para la tradicional (tan diluida en estos días), como para la nueva, cuyo desempeño está aún por verse.
Comentarios
19 de mayo
Entre el 1 y el 2 está gran parte de la explicación, pero falta un detonante habilitante: las redes sociales. Ahí hay mucho que ahondar.
Slds
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