Esperando no ofender (tanto) a los alumnos y ex alumnos del Instituto Nacional, desde la comodidad de una región no metropolitana, quiero manifestar mi total y plena indiferencia a lo que ha acontecido, acontece y acontecerá con su otrora gran establecimiento.
La crisis de la educación nacional es profunda, las políticas instauradas en los últimos veinte años no han logrado conseguir cambios sustantivos, y la razón es simple, nadie aún se detiene a pensar en los estudiantes y su vida académica, la cual va mucho más allá del financiamiento y la cantidad de horas que se tiene tal o cual ramo.
Como he sostenido durante casi 12 años, si el comensal no tiene hambre, da lo mismo el emplatado, los ingredientes y cuando se le paga al chef.
Por eso me cansa que se le preste atención al Instituto Nacional y sus encapuchados especialistas en explosivos, los estudiantes de Chile no los ven como ejemplo y la única razón por la que tiene buena matrícula, es porque independiente de las tomas, marchas y jornadas de «reflexión», siguen «obteniendo» rendimientos que les permiten ingresar a universidades tradicionales, donde siguen marchando, panfleteando y lanzando botellas con bencina.
Encuentro increíble que toda su comunidad escolar no condena a quienes disfrutan sembrando desastres, porque nadie les cree que no saben quienes son los responsables, pero bueno, como dije al comienzo, si les cierran o no el año escolar, me da lo mismo, las necesidades de los estudiantes a lo largo de Chile, y especialmente de aquellos que no viven en la región metropolitana, son sustantivamente más importantes.
Las necesidades de los estudiantes a lo largo de Chile, y especialmente de aquellos que no viven en la región metropolitana, son sustantivamente más importantes.
Si hasta la prensa difundió como un alumno usaba sus redes sociales para bromear con la integridad física del Alcalde de Santiago, entiendo que también se han proferido epítetos contra la Ministra de Educación, en fin, como dije antes, si una pequeña manga de púberes encolerizados logra frenar el funcionamiento de un establecimiento que décadas atrás formaba grandes políticos, quizás sea hora de que se evalúe convertirlo en algo más que un semillero de adoradores de Hernández Norambuena y compañía.
Chile tiene que empezar a abrir los ojos y todos los apoderados de Chile, independiente del tipo de financiamiento del establecimiento de nuestros hijos, debemos decir basta, porque les puedo apostar que si su hijo llega un día diciendo que un compañero de curso lanza bombas molotov, dudo que se queden callados.
Educación Cívica, Educación Sexual, Programa de Desarrollo Personal Integral, Plan de Desarrollo de Aptitudes no Académicas, etc….. esto hace falta, el Instituto Nacional hoy, sobra en la agenda.
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