1
Vivo como una rata atrapada por un pequeño gato. Llegué a este lugar huyendo de las deudas. Este sitio es una mierda en todo el sentido y extensión de la dicha sucia palabra. Me acostumbré a mi propia fetidez. Todo el día metido en este cuartucho con una sola ventana. La primera vez que la abrí pensé que entraría aire puro y la vista daba a la pared del edificio del lado. Se metía una nube negra que venía desde las calderas. En verdad que me sentía miserable al tratar de ser positivo con estas reflexiones mañaneras.
La ciudad llevaba sitiada más de un mes. En poco tiempo, las tropas invasoras romperán los muros. Se cuentan historias que los jinetes negros no son nada amables con sus prisioneros. Estoy seguro que harán un excelente genocidio entre tantos amables burgueses acostumbrados a vivir en tres tiempos: desayuno, almuerzo y cena.
Siempre he pensado que la vida sedentaria produce corderos y los carniceros están por venir. Visualizo por momentos que será notable ver como arde todo este gran lupanar de neón. Será genial y tendré asientos en primera fila.
2
Tocan la puerta. La vecina se ve un poco nerviosa, más de lo normal. Tiene buenos pechos pero no para de hablar de gatos cada vez que nos encontramos en los pasillos del edificio. Su edad la desconozco, unos treinta y pico seguramente. Todavía no tiene esas arrugas en el cuello, característica de las señoras que hacen mucho ejercicio y terminan pareciendo ciruelas pasas por la falta de líquidos. Entiendo el amor por sus mascotas. Yo tuve gallinas hace unos años atrás. Solo que trata de convencerme sobre los beneficios curativos de los pelos de los gatos y eso es muy aburrido para mí. Me cuenta que se sienta afligida por la actual situación. Teme por su vida, puedo verlo en sus ojos. El miedo la está matando.
– Han llamado a evacuar la ciudad-, me dice con la mirada en el suelo. – ¿Qué será de mis pobres gatos? Serán el bufet de esos terroristas- , y comienza a llorar.
– Le puedo asegurar que sus felinos estarán muy bien. Los gatos saben detectar el peligro y son grandes escapistas. No caerán prisioneros ni serán el menú de ningún invasor. Se lo puedo asegurar. Pienso que serían una buena opción para comer.
Ella sonríe y toma un gato blanco en sus brazos. – ¿Sabe la razón de mi amor por estos animales? Porque ellos me aman a mí. Uno debe aprender a amar a quienes nos aman. Puede sonar simplón, pero es fácil de entender cuando nos han roto el corazón.
– Me parece factible y razonable tener ese pensamiento- , le respondo y miró mi reloj.
Un estruendo nos tira al piso. Se escucha el silencio antes de la tormenta y una serie de estallidos estremecen todo el edificio. Por la ventana que da a la calle, vemos como corre la gente y unidades del ejército nacional disparan cañones de artillería.
Debo arrastrarme a mi cuarto y cierro la puerta. Quiero ver sangrar esta ciudad. Ya no importan estas personas parásitas. Están condenadas desde hace años por su misma actitud soberbia al creerse inmortales.
Lo que me inquieta es cuándo entrarán los carniceros a la ciudad ya vencida. Mientras más tiempo se demoren, será peor mi pago. Mi vecina se desaparece, debió meterse en algún hoyo de esta gran ratonera.
3.
Pienso que le he dado una buena impresión está vez. Estoy segura que me hubiera besado, sino fuera por esta interrupción violenta. Me acerco a la radio y la enciendo. La emisora deja oír un ruido solamente. La música se fue por el miedo y yo me acuesto en el suelo sintiéndome enamorada de él. Mis gatos me acarician con sus colas. Mi corazón ronronea.
En alguna parte debe estar la música. Como una débil melodía se mueve sobre el agua. Seguro que en el cielo se puede ver la luna sonreír en forma de un corazón, de mí corazón. El amor se debe hacer realidad y quiero que me digas que me amas como yo te amo.
Han llamado a evacuar la ciudad-, me dice con la mirada en el suelo. – ¿Qué será de mis pobres gatos? Serán el bufet de esos terroristas- , y comienza a llorar.
Yo sé que hay música para bailar muy cerca de ti. Ningún miedo nos detendrá. En esta parte de nuestro cielo, se escucha el sonido de los ángeles cantar. La noche más oscura parece un día de verano y el olor a margaritas nos envuelve. Siento tu calidez en mi mejilla y tus besos suaves me elevan sobre las nubes hasta la luna. Me preguntas cómo sigue mi corazón y yo te expreso , que te regalo entre pétalos de rosas, mi alma.
La música debe estar volviendo pues la oscuridad se va y solo queda tu mirada clavada en mí y yo sé que me amas como yo te amo de aquí hasta la misma luna. Tendré un momento para decírtelo muy pronto cuando termine mi mente de divagar.
4.
Pongo las bombas en dos mochilas artesanales junto a los pilares escondidos tras de una tienda de libros. Me alejo caminando y se escucha el estallido. Una nube de polvo, piedra y fuego caen por todos lados. Los gritos ahogan los llantos. Me detengo y volteo, los muros gigantes se desmoronan. Espero ver como entran los ejércitos. Me acerco en medio de las personas que huyen y solo puedo ver: nada.
Me demoré días en armar las bombas, meses de planificación para determinar cuándo sería el momento exacto para realizar la operación “libertad revolucionaria 2” y todo terminó en este fiasco. No había ningún ejército enemigo. Era una mentira más del Estado represivo burgués- oligárquico-monárquico-totalitario-genocida. Me siento en la cuneta y tomo mi revolver automático y lo meto en mi boca. En ese momento, siento un golpe en mi cabeza y caigo al pavimento.
Pensé que habría un juicio. Estaba seguro que podría llamar a un amigo abogado especialista en pedir clemencia. Los soldados me entregaron a la turba burguesa. Ellos no harán justicia, cobrarán una venganza inmoral. Solo puedo ver a mi vecina entre los rostros de odio, no puedo escuchar lo que me grita. Se mira tan hermosa en medio de la horrible escena. Lástima que no le presté más tiempo.
Sobre el cadalso una soga tiene mi cuello bien abrazado. Mi nombre será reconocido por siglos como el revolucionario que fui. Luché por un nuevo mundo más equitativo. Mi vecina es la única que me mira con su gato blanco en brazos. Escucho el crujir de la madera y aprieto bien fuerte los dientes.
5.
– ¿Conocía a este terrorista, señorita? – Estaba viendo su cuerpo en el suelo cuando me preguntó el oficial.
– Éramos vecinos, pero creo que nunca lo supo- , le respondo. -¿Qué harán con su cuerpo? ¿Dónde lo enterrarán?
– Bromea, este animal asesinó a cien civiles entre ellos a veinte niños-, me dice. – Tendrá un entierro digno de una bazofia humana.-
Llega un camión de basura y pienso que el final no debe ser tan sucio para nadie. Tengo que rescatar su cuerpo bendito. Tomo mi arma y le disparo en la cabeza al policía. El pelotón se acerca con los sables en las manos y sé que mi fin viene en camino. Disparo una ráfaga y caen todos al suelo. Abrazo a mi gato blanco y recuerdo ese instante junto a la radio.
– Este es el momento que quería junto a ti para decirte que te amo hasta la luna. Seré muy feliz a tu lado.-, le susurro muy cerca de su oído.
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