La oscuridad no puede ser eterna al volar. Sobre las nubes de colores pudo sentir la fuerza del creador del cielo y la tierra. Fue un tonto al querer imponer la voluntad de las realidades aplastantes, sobredosis de orgullo de las almas torcidas por la avaricia humana.
Había pensado que conocía las respuestas para caminar en medio de esos senderos con espinas, y tanto sufrió el dolor por no pedir ayuda, que su boca se secó y la lengua le ardió. Ellos le juraron que las conclusiones estaban entre libros curtidos y argumentos lógicos. Entre las balas y la sangre, aseguraban las victorias del hombre-bestia. Sus bocas lanzaban herejías por el simple placer de sentirse pequeños dioses en un planeta deprimido.
Le tocaron el hombro para señalarle ciudades de oro, donde reina la anarquía aceptada como la verdad, y les creyó sus embustes. Los ejércitos estaban armados de un materialismo sin sentido y su cerebro lavado para creer las promesas de las bestias. La demagogia ahogaba a los miserables, dueños de su fuerza de trabajo y tristezas.Olvidaron el libre albedrío y pusieron la confianza en seres de carne y hueso, quienes tienen boca y dicen mentiras, quienes poseen orejas, y escuchan lo que les conviene, y las personas se ataron a sus cadenas en forma de dinero sucio y barato.
Olvidaron el libre albedrío y pusieron la confianza en seres de carne y hueso, quienes tienen boca y dicen mentiras, quienes poseen orejas, y escuchan lo que les conviene, y las personas se ataron a sus cadenas en forma de dinero sucio y barato.
Sobre los pastos negros trató de descansar de esa agonía de desamor. Le llegó el rocío del sur y las nubes estaban rosadas en forma de templos dorados. Una voz le aseguraba que Dios no ha muerto, y que vive en su espíritu blanco. Que abriera su corazón y recordara el amor de una madre por sus hijos, las caricias de una perra en sus piernas, los cuentos de los abuelos y el primer beso de la pasión juvenil.
Su alma fue libre de entender, aunque sintió el temor del hombre. Sabía que en un mundo tan material esas creencias estarían bajo la vigilancia de la discriminación y la burla. Dios ha pasado de moda y buscar la esperanza entre sus brazos sería objeto de condena.
Se sentó en una cuneta inmunda de recuerdos morbosos y distinguió a la prostituta más vieja. Ella lloró sobre sus brazos. Su murmullo le expresaba tanta calidez y sinceridad que decidió contarle su experiencia divina. “Ya no llores le decía, no debes llorar más” y secó sus lágrimas.
Más adelante, en un callejón del olvido, encontró a un traficante de drogas. Este se le acercó con un cuchillo en su mano, pidiéndole la billetera. Tomó un billete y se lo dio. El traficante sintió el temor al ver el rostro del espíritu blanco. “Aléjate de mí, demonio de la claridad”, le gritó, y hundió el filo en su propio cuello.
Muy confundido por la escena, su respiración se aceleró y cayó al suelo. Al despertar, estaba en un charco de sangre. Se levantó y con rapidez salió del callejón. Se aproximó a una gran vitrina y no logró ver su reflejo real, solo una luz brillante que lo cegó por varios minutos.
La oscuridad no puede ser eterna para su mala suerte. La prostituta lo denunció por palabras subversivas y haber asesinado a su marido. La policía lo encerró en las mazmorras de la vieja iglesia.
Entre rejas y en una profunda penumbra su resplandor fue más intenso. Sus alas emergieron iluminando su mente. El espíritu blanco tomó el control de sus pensamientos. Se elevó por las alturas dejando atrás los muros del odio. Sintió la fuerza inmensa del creador al ver como su vieja patria se convertía en sal y las aguas de la lluvia cubrían todo.
Estaba frío en el cielo, estaba solo en el cambio, pero sonrió sobre la destrucción de su pasado, pues nacemos solos para encontrar nuestra propia humana divinidad.
Comentarios