“Persona enferma, anormal, minusválida, discapacitada, especial, con necesidades especiales, con capacidades diferentes, persona en situación de discapacidad”. Expresiones dolorosamente presentes, dolorosamente cambiantes, que intentan aprehender una realidad compleja que desafía, cuestiona, pero que fundamentalmente incomoda.
Por estos días, parece haberse adueñado de los medios un término que tranquiliza a casi todas las entidades sociales vinculadas a la problemática. Se trata de la “inclusión”. Este término, sumado a la “situación de discapacidad” parece aquietar las voces, pues desplaza la responsabilidad del fenómeno, desde el individuo al contexto.El tema es complejo, pero requiere que asumamos la presencia de la diversidad, no es necesario estandarizar y mucho menos hacerse los locos. Las personas con discapacidad Existen, y como existimos y somos antes que todo seres humanos, nos corresponde un trato digno y no caritativo. Quizá entonces podamos hablar de igualdad entre seres humanos que se respetan por ser quienes son.
Bajo este prisma, este último debería proveer las herramientas para que la “discapacidad” sea eso, una situación que pasa, porque en esta perspectiva teórica, la esperanza está puesta en que el sistema (centro) acoja en forma válida a la periferia, o minorías que circulan un poco apartadas. Esta mirada constituye un avance desde el enfoque médico y el determinismo en general, pero encierra algunas falacias:
1. ¿Todos tenemos necesidades? Sí. ¿Todos presentamos alguna discapacidad, de alguna manera? No. Por ningún motivo. Todos tenemos algún grado de dificultad, pero no presentamos discapacidad. Con qué cara nos posicionamos frente a una persona tetrapléjica, sorda o ciega y le decimos, «yo también tengo una discapacidad, porque me miran feo en la calle». Es incomparable, ¡un poco de perspectiva!
2. La discapacidad no es una situación. El contexto puede proporcionar herramientas para mejorar el desempeño social de una persona ciega o sorda, pero su ceguera y/o sordera está ahí. Con herramientas, puede que la vida sea más sencilla, pero su modo de mirar el mundo es distinto, su construcción mental es particular y esto no es una situación que pasará, aún cuando vuelva a ver u oír.
Creo que aún no hemos superado el paso intermedio del duelo. Las personas con discapacidad existen y no corresponde negarlas, tenerlas ahí para la foto y mucho menos, estandarizarlas. Este es el gran problema. La inclusión en sí misma es también una falacia. El centro acoge y normaliza, el centro se adapta para normalizar lo que no es estándar. Creo que es necesario un cambio de paradigma real, que se asiente en los derechos humanos. Todos (en situación o no de lo que sea) tenemos derechos. En la imposibilidad que tiene una persona ciega de comprar en un supermercado de forma independiente, se vulnera el derecho a la autonomía y libertad. En la negativa a transmitir el festival de viña en lenguaje de señas, se vulnera el derecho a la cultura de las personas sordas; en la dificultad para transitar de una persona con discapacidad motriz, también se vulnera su autonomía y en el trabajo mecánico y mal remunerado, se menoscaba la dignidad de las personas con síndrome de Down.
Toda persona tiene derecho a educarse, a trabajar, a aportar a la sociedad, y sobre todo, tiene derecho a ser valorada, no ayudada, ni incluida, ni integrada, porque la valoración de otro ser humano, en su condición de PERSONA implicará investirla de humanidad, de dignidad y por tanto, de voz para ser escuchada en sus necesidades y por qué no decirlo, en su discapacidad.
El tema es complejo, pero requiere que asumamos la presencia de la diversidad, no es necesario estandarizar y mucho menos hacerse los locos. Las personas con discapacidad Existen, y como existimos y somos antes que todo seres humanos, nos corresponde un trato digno y no caritativo. Quizá entonces podamos hablar de igualdad entre seres humanos que se respetan por ser quienes son.
Comentarios
21 de septiembre
¡Qué buen análisis y qué interesante tu exposición! Los educadores estamos en deuda con las personas con discapacidad pues, tal vez por miedo o por falta de preparación específica, no hemos exigido una plena inclusión de las diversas discapacidades en las instituciones educativas, en las aulas. Pienso que los nuevos planes de estudio, el currículo próximo, deberá considerar el trabajo integrado, hablemos desde ahora de calidad e inclusión.
Muy buen trabajo, se lo daré como lectura a mis alumnos de profesorado, está muy bueno.
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21 de septiembre
Daniel: Muchas gracias por leer y comentar. Sí, los desafíos que planteas son necesarios y mucho. Creo que desde cada trinchera uno puede dar una batalla potente para hacer de nuestra sociedad un espacio que construya el desarrollo integral de todos.
Un abrazo.
30 de abril
Necesito libro que expliquen o tengan que ver con inclusion..
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