Hoy en día, es más común encontrar una sociedad más abierta a aceptar que el modelo de familia no debe ser necesariamente enlazado por lazos de sangre, si no que por afectos y lazos emocionales construidos a partir de una crianza conjunta.
En una familia ensamblada en donde uno de los dos tiene hijos, si es que no ambos que vienen de ser frutos de una relación anterior en la cual el padre o madre ausente pudo haber tenido una relación traumática con ellos o en el peor de los casos los niños y niñas, en donde llega un completo/a extraño/a a oficiar la imagen de la figura parental faltante, lo cual produce una contradicción emocional de proporciones.
Ahora bien, créanme cuando digo que sí se puede sobrevivir a un ensamblaje familiar. Si bien no hay formulas mágicas, sí es clave aplicar un principio de paridad a los hijos e hijas, aquí van algunas consideraciones:
Nunca más eso de «los míos, los tuyos y los nuestros». Así de claro y conciso. Una vez escuché a una joven de 26 años decir lo siguiente: «No recuerdo nunca, desde el momento que empecé a tratar con Daddy (Su padrastro) y él haya dicho Te presento a la hija de mi mujer nunca hizo diferencias, él les decía a sus compañeros, amigos y conocidos te presento a mis hijas y celebraba nuestros logros tal como nos enrostraba nuestros errores por igual, de hecho aún hoy me incomoda fatal cuando tengo que admitir que es mi padrastro, por que padre es quien te cría, no quien te engendra», esta declaración me dejo boquiabierta en su momento, pero entendí que aquello la ayudó a ser integrada en su nueva realidad familiar.
El apoyo psicológico es esencial: «Cuando murió mi padre, fui largo tiempo a terapia y cuando mi madre se volvió a casar seguí asistiendo hasta que pude compensar hasta cierto punto que mi padre me dejara a mi hermanita y a mí. Tal vez no tuve a mi padre, pero en el esposo de mi madre tuve un buen amigo en cual pude confiar y sentirme respaldado». Eso declaró un joven de 22 años cuando respondió en una conversación conjunta qué sentía respecto de provenir de una familia ensamblada.
Muchas veces se cree que es pura complicación ser madrastra o padrastro, y si bien la complejidad familiar que implica tener que en algunos casos romper con un orden establecido o perfeccionar algunos detalles para que esta unión familiar pueda funcionar, debemos recordar que la familia más que de lazos de sangre.
La familia del esposo o esposa del padre o madre también debe ayudar a integrar a estos nuevos miembros de la familia: «Aún recuerdo el primer cumpleaños de la madre de la esposa de mi padre, me enteré que ella era muy creyente y como me invitó a la fiesta, le regalé una biblia con letras grandes, desde ese día, ella jamás me ha cerrado las puertas de su casa, pese a que a veces está una nieta que es insolente con ella, siempre la he respetado, para mí es tan abuela como la madre de mi mamá». Eso declaró una adolescente de 16 años en un salón de clases de su liceo cuando se trató este tema en un consejo de curso.
Muchas veces se cree que es pura complicación ser madrastra o padrastro, y si bien la complejidad familiar que implica tener que en algunos casos romper con un orden establecido o perfeccionar algunos detalles para que esta unión familiar pueda funcionar, debemos recordar que la familia más que de lazos de sangre, se construye en base a afectos que pueden beneficiarles el resto de la vida a nivel emocional y afectivo.
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