El año pasado, mientras sacaba mi enseñanza media en modalidad adulto vespertino, mi compañera de curso -Valeria- y yo, tuvimos una conversación durante la asignatura de convivencia social, en la cual hablamos sobre la relación armónica de la sociedad frente a los derechos humanos de las mujeres, que se me vino a la memoria en este día.
Valeria: Estamos hablando de los derechos humanos de las mujeres, Paulette.
Yo: ¡Pues evidentemente! Ya que antes de nacer con discapacidad, también nacimos con vagina.
Valeria: ¿Pero entonces por qué existe un tratado de derechos humanos exclusivo para discapacidad si se supone que son los mismos derechos para todes?
Yo: Por que jurídicamente nada existe si no hay un escrito que lo acredite, y si no estaba escrito que somos iguales ante el resto y que tenemos los mismos derechos, se nos seguiría tratando en calidad de objeto de lástima, pese a que Chile aún violenta a sus niñas con discapacidad mental esterilizandolas en forma forzada, con discapacidad sensorial auditiva o visual siendo blanco fácil de ataques de violencia sexual y con discapacidad física exponiéndolas en calidad de mendigas en shows televisivos violentos como los de la fundación pro ayuda al niño lisiado cada fin de año… Ya desde niñas tener discapacidad te pone en desventaja frente al resto.
Valeria: ¿Tú crees entonces, firmemente, que la discapacidad tiene rostro de mujer Paulette?
Yo: Durante la niñez y adolescencia la discapacidad tiene rostro de niño de 11 años pero al pasar del tiempo la situación se invierte y se convierte en el rostro de una mujer de edad promedio 36 años y con más de una discapacidad.
Valeria: ¿Y qué sugieres entonces?
Yo: Que las mujeres con discapacidad seamos la que tomemos la palabra y hagamos cumplir lo expuesto en el tratado de discapacidad y derechos humanos respecto a todo el abanico de derechos políticos y sociales.
Valeria: Bueno, yo tengo epilepsia y tengo un hijo, mis papás nunca se han cuestionado tal situación… ¿En serio existen padres que si lo hacen?
Yo: Y no sólo eso, si no que consejos médicos que deciden por las mujeres con discapacidad mental principalmente, en muchos casos sin tomar en cuenta su opinión, ese tipo de situación se da incluso en mujeres con discapacidad mental plenamente conscientes de sus actos, cuyos padres por ignorancia y por la poca difusión del manual del usuario de salud mental son violentadas en sus derechos. Dime si sabías que existía este manual y que fue hecho por locos por nuestros derechos y amparado por el Dr Minoletti de la Universidad de Chile.
Valeria: ¿Me estás hueveando Paulette?
Durante la niñez y adolescencia la discapacidad tiene rostro de niño de 11 años pero al pasar del tiempo la situación se invierte y se convierte en el rostro de una mujer de edad promedio 36 años y con más de una discapacidad.
Yo: No, no, así son las cosas Valeria, si fuera de otra forma, de todos modos también lo sabría, si bien dice Juan Carlos Cea de Salud Mental Acción Crítica:
«Chile: Un país terrorífico
A las cuerdas se les obliga a ser madres por que no existe el derecho al aborto libre seguro y gratuito.
A las locas se les niega el derecho a ser madres por que la ideología psiquiátrica sostiene que no pueden decidir por si mismas que es lo mejor para sus vidas.
Ni las cuerdas ni las locas pueden decidir sobre sus cuerpos tan sólo por ser mujeres…¡Esa si que es una locura!»
Valeria: Lo que expones es del terror Paulette, pero lo único bueno va a ser la buena nota de lo que acabamos de hablar.
Yo: Que así sea, Valeria.
Claro, sacamos una buena nota, pero muchas cosas siguen igual que el año pasado ¿Por qué seguimos tolerando las mujeres con discapacidad que las políticas públicas sean enfocadas al revés de nuestras necesidades e intereses?
Tarea para su consciencia.
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